miércoles, 4 de noviembre de 2015


2-9-02

     Ya no hay excusas agosteñas. Ahora va en serio. Y ahí está la realidad en toda su plenitud: Ronaldo renuncia a cuatro millones de euros anuales para jugar en el Madrid. Arenillas de Aznar coge protagonismo y ofrece traspasos negociados a Ibarretxe, un poco más suave en sus modos y en sus Ibarretxulerías de hechos consumados. Lo de las barbas del vecino ha causado su efecto, desde luego. Lo intuido: el año después del 11-S puede ser un mes de realidad prensada, que se inició con el recuerdo de las víctimas españolas, seguirá con análisis y más análisis, noticias colaterales, como el despiste de los servicios de inteligencia sobre el antiguo aliado Bin Laden y acabará con todo aquello que pase por ahí mientras dure. Tras 33 años en el poder, el rebelde Gaddafi afirma que su estado particular ha dejado de serlo, rebelde, y que ahora va a aceptar la legalidad internacional, hasta el punto de reconocer incluso al “estado sionista”. El primer paso fue aceptar el pago compensatorio a las víctimas por el atentado aéreo consumado por sus terroristas en tierras británicas; el segundo, según su propio anuncio, ha sido el encarcelamiento de los libios enrolados en Al Qaeda. ¿Quién puso de moda política la lastimera canción de la petición de perdón? Ahora la entonan los socialistas franceses, a la búsqueda del electorado perdido. La crónica reposada sobre las inundaciones en centroeuropa y en Alemania obvian la tendencia de la especie a instalarse en las riberas de los ríos, con esa suerte de confianza omnipotente en que el símbolo de la vida no acabe con las de quienes se acercan a él. A muchos quilómetros de vergüenza y de devastación, sin duda, se halla el origen de esos desmadres. La petición de reforma del Estatuto de Guermica, hecha por Ibarretxe en uno de los típicos saltos hacia delante para esconder la basura terrorista del presente bajo la alfombra del ideal soberanista, amenaza con convertirse en un nuevo victimismo, primo hermano del reflejado en la fotografía de la pancarta que encabezaba la protesta “particular” contra la ilegalización de B: “The basque country is a nation! Stop to the fascism!” ¿Quién a estas alturas terroriborroqueñas creerá, en esas tierras extranjeras a las que se dirige la pancarta, que el fascismo lo representan los partidos constitucionalistas? La propaganda suele ser cabezona, o caboinazona, en este caso, pero no advertir las evidencias cae ya del lado peligroso de las patologías mentales. Está visto que cualquiera está dispuesto a reclamar su cuota de protagonismo en la barahúnda armada. El jefe antiterrorista de la policía vascongada, sin demasiado trabajo hasta el momento, dice en la prensa francesa que la ilegalización de B sólo servirá para que sus militantes se clandestinicen, muchos pasen a ETA y todos le  hagan más difícil el trabajo a la policía. ¿Qué trabajo? A la vista del paisaje después de la batalla, saldada con un detenido que fue puesto en libertad sin ser llevado ante el juez, no parecen muy sensatas ni congruas las declaraciones del señor Ormaetxe. La otra guerra, la del agua, sigue su curso. El gobierno murciano reconoce que, en una región desértica como la suya, siguen creciendo los cultivos de regadío de forma imparable, gracias al agua importada vía PHN guppernamental, aun a pesar de que, desde 1986, están prohibidos los cultivos intensivos. La Cumbre de la Tierra se ha convertido en una suerte de Expo ecológica a la que van los gobiernos estatales, regionales y hasta municipales, como en el caso de la premiada Calvià, para hacer propaganda de sus bondades y, por supuesto, de su existencia. El acceso al agua potable –versión global de la guerra nacional ibérica- y a las fuentes de energía acaban siendo problemas irresolubles para tantas mentes lúcidas y activistas bien intencionados como allí se han reunido. ¿Cómo puede ser considerada realidad prensable la realidad a voces de las beneméritas y generosas ayudas vía gociurnamental, esto es, con el dinero de todos los contribuyentes, sean nacionalistas o no, al cadavérico y al tiempo bulímico AVUI? La excepción cultural catalana sigue cuadrurampante. ¿Será parte de la misma la exigencia de una formación y titulación específica para los portegorilas de discoteca? ¿Abrirán cabezas y romperán costillas  ahora con precisión quirúrgica? Clonista creyó que el primer día oficial de la vuelta a la realidad pura y dura tendría una enjundia y un espesor de realidad que identificaría enseguida. Lo cierto es que, como viene advirtiendo desde hace ocho meses, la propaganda se come lo real y a Clonista no le queda sino reseñar el eco de los regüeldos de aquella, si es que quiere cumplir con su reto y hacerse creer que su aventura tiene algún provecho. Pasear por las calles es la mejor prueba de que agosto no ha existido; contemplar los rostros de la lucha por la vida, el paradigma de que agosto ha sido una invención diabólica. El propio Clonista, sujeto al síndrome depresivo del comienzo de curso, sabe que no hay más realidad que la que arde. Y ahí está, más pirado que nadie.

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