2-9-02
Ya no hay
excusas agosteñas. Ahora va en serio. Y ahí está la realidad en toda su plenitud:
Ronaldo renuncia a cuatro millones de euros anuales para jugar en el Madrid.
Arenillas de Aznar coge protagonismo y ofrece traspasos negociados a Ibarretxe,
un poco más suave en sus modos y en sus Ibarretxulerías de hechos consumados.
Lo de las barbas del vecino ha causado su efecto, desde luego. Lo intuido: el
año después del 11-S puede ser un mes de realidad prensada, que se inició con
el recuerdo de las víctimas españolas, seguirá con análisis y más análisis,
noticias colaterales, como el despiste de los servicios de inteligencia sobre
el antiguo aliado Bin Laden y acabará con todo aquello que pase por ahí
mientras dure. Tras 33 años en el poder, el rebelde Gaddafi afirma que su
estado particular ha dejado de serlo, rebelde, y que ahora va a aceptar la
legalidad internacional, hasta el punto de reconocer incluso al “estado
sionista”. El primer paso fue aceptar el pago compensatorio a las víctimas por
el atentado aéreo consumado por sus terroristas en tierras británicas; el
segundo, según su propio anuncio, ha sido el encarcelamiento de los libios
enrolados en Al Qaeda. ¿Quién puso de moda política la lastimera canción de la
petición de perdón? Ahora la entonan los socialistas franceses, a la búsqueda
del electorado perdido. La crónica reposada sobre las inundaciones en
centroeuropa y en Alemania obvian la tendencia de la especie a instalarse en
las riberas de los ríos, con esa suerte de confianza omnipotente en que el
símbolo de la vida no acabe con las de quienes se acercan a él. A muchos
quilómetros de vergüenza y de devastación, sin duda, se halla el origen de esos
desmadres. La petición de reforma del Estatuto de Guermica, hecha por Ibarretxe
en uno de los típicos saltos hacia delante para esconder la basura terrorista
del presente bajo la alfombra del ideal soberanista, amenaza con convertirse en
un nuevo victimismo, primo hermano del reflejado en la fotografía de la
pancarta que encabezaba la protesta “particular” contra la ilegalización de B:
“The basque country is a nation! Stop to the fascism!” ¿Quién a estas alturas
terroriborroqueñas creerá, en esas tierras extranjeras a las que se dirige la
pancarta, que el fascismo lo representan los partidos constitucionalistas? La
propaganda suele ser cabezona, o caboinazona, en este caso, pero no advertir las
evidencias cae ya del lado peligroso de las patologías mentales. Está visto que
cualquiera está dispuesto a reclamar su cuota de protagonismo en la barahúnda
armada. El jefe antiterrorista de la policía vascongada, sin demasiado trabajo
hasta el momento, dice en la prensa francesa que la ilegalización de B sólo
servirá para que sus militantes se clandestinicen, muchos pasen a ETA y todos
le hagan más difícil el trabajo a la
policía. ¿Qué trabajo? A la vista del paisaje después de la batalla, saldada
con un detenido que fue puesto en libertad sin ser llevado ante el juez, no
parecen muy sensatas ni congruas las declaraciones del señor Ormaetxe. La otra
guerra, la del agua, sigue su curso. El gobierno murciano reconoce que, en una
región desértica como la suya, siguen creciendo los cultivos de regadío de
forma imparable, gracias al agua importada vía PHN guppernamental, aun a pesar
de que, desde 1986, están prohibidos los cultivos intensivos. La Cumbre de la
Tierra se ha convertido en una suerte de Expo ecológica a la que van los
gobiernos estatales, regionales y hasta municipales, como en el caso de la
premiada Calvià, para hacer propaganda de sus bondades y, por supuesto, de su
existencia. El acceso al agua potable –versión global de la guerra nacional
ibérica- y a las fuentes de energía acaban siendo problemas irresolubles para
tantas mentes lúcidas y activistas bien intencionados como allí se han reunido.
¿Cómo puede ser considerada realidad prensable la realidad a voces de las
beneméritas y generosas ayudas vía gociurnamental, esto es, con el dinero de
todos los contribuyentes, sean nacionalistas o no, al cadavérico y al tiempo
bulímico AVUI? La excepción cultural catalana sigue cuadrurampante. ¿Será parte
de la misma la exigencia de una formación y titulación específica para los
portegorilas de discoteca? ¿Abrirán cabezas y romperán costillas ahora con precisión quirúrgica? Clonista
creyó que el primer día oficial de la vuelta a la realidad pura y dura tendría
una enjundia y un espesor de realidad que identificaría enseguida. Lo cierto es
que, como viene advirtiendo desde hace ocho meses, la propaganda se come lo
real y a Clonista no le queda sino reseñar el eco de los regüeldos de aquella,
si es que quiere cumplir con su reto y hacerse creer que su aventura tiene algún
provecho. Pasear por las calles es la mejor prueba de que agosto no ha
existido; contemplar los rostros de la lucha por la vida, el paradigma de que
agosto ha sido una invención diabólica. El propio Clonista, sujeto al síndrome
depresivo del comienzo de curso, sabe que no hay más realidad que la que arde.
Y ahí está, más pirado que nadie.
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