lunes, 9 de noviembre de 2015

5-9-02

     De nuevo al pie de la obra inacabable. Bien pudiera ser que tras tanto andar, yendo y viniendo, por terrenos irreductibles al lenguaje cartográfico, Clonista acabe más perdido de lo que ya lo estaba cuando empezó su inquietante aventura. No habrán pasado ni seis horas desde que salió de una realidad a la que ahora esta del momento se anilla para seguir formando esa especie de penelopiana cota de malla impenetrable que separa lo real de su expresión. El cansancio, que va adquiriendo nieveles de tedio –de nuevo la errata tecleadora acierta con la expresión propia, porque ese tedio tiene un frío de nieve remota, inhollada-, le vuelve bien difícil la tarea a Clonista. Tanto que, el día menos pensado, le volverá la espalda a la realidad prensada del día y se limitará a narrar una realidad quizás tan extraña como la prensada, porque, como andaba reflexionando hoy, quizás no todas las vidas sean novelables, pero no hay vida que no sea  en sí misma una novela. O quizás sea al revés. Tanto da. De la tela cortada para hoy, han destacado con gran relieve la intención de la derecha europea de redactar una constitución, proyecto, impulsado por Ducesconi, que lleva por título: “Una Constitución para una Europa fuerte”. Lo del hombre fuerte, la dama de hierro y la mano dura debe ser algo que bulle en los genes derechistas, sin duda. Aunque a la reunión asistirán líderes derechistas, se echa de menos a Blair, tan amigo de Ducesconi y del caudillito. Debe ser que la política  tiene estrategias dificilísimas de entender incluso por los antropólogos, que han sentado sus reales en Barcelona y se animan unos a otros a descubrir esas estrategias que lo son de dominación, además de seguir acusando al Fórum de Folclórum, lo que alivia la soledad opositora de Clonista y le refuerza intelectual y moralmente, pues desde que aludió a la bienintencionada maragallada publicitaria probarcelona, lo ha hecho siempre destacando el absurdo de una convocatoria sin pies ni cabeza, pero con un inmenso presupuesto que llenará los bolsillos de muchos, especuladores, pesebristas y arribistas  de toda laya y condición. ¿No es insultante que Sharon vea que hay una posibilidad de acuerdo con los palestinos, “una vez que estos han visto que no alcanzarán nada a través del terrorismo”, es decir, una vez que los ha masacrado? Esas bofetadas de la realidad son constantes y ante ellas ni siquiera cabe ofrecer la otra mejilla, porque ella misma se encarga de volverte la cara para, en la página siguiente o en otra cercana, seguir dándote lo que a buen seguro no te mereces. ¡Y cuidadito con quejarte! El editorialista de El País se ha visto casi obligado a hacer un juego de palabras para criticar la política inmigratoria del goppierno: Fuerte desventura, titula su alegato. Clonista casi se siente autorizado para sus continuas incursiones lúdicolingüísticas, una suerte de consuelo, de alivio, ante la extrema dureza de su tarea. Las cifras de ayer daban un reparto de dos metros cuadrados por inquilino en el centro de retención, de internamiento o de concentración, escójase en función de la animadversión contra las políticas del goppierno, lo cual supera con mucho el amable concepto de “hacinamiento” empleado por el redactor Tomás Bárbulo, de quijotesco nombre. El cierre de una frontera entre Marruecos y España, en Ceuta, la de Benzú, amenaza con cortar un matuteo que mueve 600 millones de euros anuales. Clonista, filólogo de baratillo, no sabe si destaca la información por el enrarecimiento progresivo de las relaciones hispano-marroquíes o por la aparición de ese hermoso vocablo cursivado, que parece insertado por Francesc Arroyo casi de matute, propiamente. El victimismo pujolista sigue pujante y desde él arremete contra el goppierno, diciendo que gestiona mal “adrede” el aeropuerto, sin duda para hundir su cortijo, seguramente. En esa onda expansiva y doliente debe cobijarse, ¡y se cobija, qué puñetas!, el al arma y el a rebato de los expertos para la salvación del catalán que retrocede “en la calle”. Junto al lenguaje belicista, propio de las causas identitarias –“tenemos que combatir por el catalán”–, el experto universitario sacó a relucir el más florido lenguaje políticotecnocrático para ilustrar a su fervorosa audiencia: “Para frenar el retroceso en el uso del catalán es necesario redefinir la situación y elaborar un plan estratégico de la lengua catalana en el marco de una nueva política lingüística y cultural que abarque todos los ámbitos de la sociedad.” Es decir, todo lo normalizado hasta la fecha parece no haber servido para nada y se ha de comenzar de nuevo. Pasan los años, pero pesan las tozuderías imponentes. Ha muerto John Lee Thompson, un director oscurecido por los títulos de sus dos películas más importantes: El cabo del miedo y Los cañones de Navarone; una para cada tipo de público, el amplio y el selecto. Clonista recuerda ambas con agrado: la primera vista en la madurez cinéfila; la segunda, en la infancia. Que el paro suba en agosto augura una tendencia poco favorable para el goppierno, acostumbrado a su cantinela de la España que iba bien para unos pocos y que tantos entendieron que iba con ellos, hasta que se desengañaron. No entra dentro de lo imposible que ocurra, sin embargo, lo que sucede con las Bolsas, ese vaivén permanente que parece un idilio adolescente: subidones, bajadones, subidones, bajadones, etc. Divertidísimo.

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