domingo, 6 de diciembre de 2015

2-10-02

     Clonista ha tenido que pasar por la reivindicación pujoliana del modelo de integración de Cataluña en el Estado, nunca para él del todo satisfactorio y menos para su Mas; por el freno y marcha atrás del goppierno en su decretazo a través de un Zaplana al que le toca perder la cara, que para eso se le ha contratado, qué coño; por la cicatería usamericana a la hora de aceptar tratos desde la ONU con Irak, y por la detención de unos jóvenes hijos del bienestar supuestamente enfangados en la violencia sádica y fascista, si ambas no son una y la misma, antes de dar con una noticia quizás minúscula: Arcadi Espada ha obtenido el Premio Espasa de Ensayo, pero que para Clonista supone parte importante de su realidad. Que haya ganado un premio cultural no le sorprende a Clonista, conociendo su trayectoria, pero sí que lo haya hecho con una obra, Diarios, en la que repasa la actualidad de 2001. ¡Ahí es nada la coincidencia! Clonista, que tiene el defecto, en este país, de alegrarse de las dichas ajenas, padece ya las ansias propias de quien desea echarse a los ojos el fruto de una invención que le es tan próxima como propia. Lo que podía constituir un  “desánimo” para Clonista –en cuyos planes había llegado a entrar, por cierto, la remota posibilidad de presentar su Clónica del año 2 al Anagrama de ensayo-, supone, sin embargo, un acicate. En su fuero interno –más antiguo que los fueros vascongados, porque es fuero de especie- agradece Clonista que la revelación de la aventura dietaria de Espada se haya producido tal día como hoy, cerca ya del final de su clónica. No se deduce de la información facilitada que Espada se haya autocomprometido con la exhaustividad relativa que supone el esforzado y titánico seguimiento día a día de la vida asendereada de un concepto tan lábil como lo es el de realidad. Probablemente, él, que domina el arte de la síntesis, además del de la sindéresis, haya sido capaz de preservar lo esencial y rechazar lo anecdótico. Que nunca se sepa con exactitud qué puede determinar la realidad, y menos aún lo que tendrá trascendencia, es una suerte inmensa. Como se decía no hace mucho, la realidad admite múltiples lecturas. Siga, pues, Clonista con la suya y, contra sus generosos deseos iniciales, aguarde a culminar su travesía para iniciar la propuesta por Arcadi Espada. Amén. ¡Bonita trilogía le dedican, entre ayer y hoy, a Brasil: el crimen, la economía y el narcotráfico! No describen la realidad de un país, sino un campo minado que acabará haciendo saltar por los aires, en sangrientos pedazos, el proyecto lulista. Como acabarán volándole la cabeza a Arafat los tiradores de élite israelíes que lo controlan en Ramala, un gesto Sharonicida para demostrar a sus seguidores sanguinarios quién tiene en sus manos la decisión sobre la vida y la muerte ajenas. Sorprende, y no poco, que la chulesca inflexibilidad guppernamental que forzó una huelga general se haya derrumbado ante los atisbos estadísticos de los nubarrones electorales que se recortan, amenazadores, en el horizonte. ¿Se deberá a ellos la acometividad antinacionalista del caudillito nacional en la precampaña electoral? ¡Qué repugnancia provocan las exhibiciones pectodemocráticas de quien se oponía a la Constitución! Leer que dijo “nos ha costado demasiado esfuerzo, lucha, sacrificio y víctimas” conseguir la democracia lo recibe Clonista casi como el escupitajo fascistoide de esos jóvenes sádicos que apaleaban a mendigos y grababan en vídeo sus hazañas perejilienses. Más eficaz, socialmente, será la distancia que comienzan a marcar los empresarios respecto a la ibarretxada. Hoy es día de muy distintos conocidos. Ayer se concedió la extradición de Juan Ramón Rodríguez Fernández, alias Marc, rockero de armas tomar, y hermano de crítica literaria Ana Rodríguez. Ahí tendrá, la crítica y escritora, materia literaria, sin duda, si puede llegar a poner la necesaria distancia por miedo. ¡Cómo no va a dejar Clonista la típica teclerrata! De medio a miedo nada cambia, desde luego. Entre tanto desquiciamiento –Clonista considera que la raíz del terrorismo es siempre la impotencia ante la realidad, la desesperación que genera la constatación de la imposibilidad de modificarla-,la excelente noticia de que los jueces de un tribunal tailandés le hayan quitado a una multinacional la patente de un fármaco antisida, con lo que el estado tailandés podrá fabricarlo y venderlo por la mitad de lo que lo vendía la multinacional Bristol-Myers, es lo más satisfactorio que ha leído Clonista en meses. ¿No es indignante que no se repartan gratuitamente los fármacos que puedan combatir o aliviar la pandemia? En aquella cumbre sobre el desarrollo sostenible no parecieron muy interesados en la sostenibilidad de la vida de tantos y tantos contagiados, ciertamente. Cuando un ciclo político ha acabado, saberse retirar a tiempo, hacer un mutis elegante, dice mucho de los actores políticos. Pujol, en su último debate del estado de la autonomía, ha preferido dejar la imagen de quien se va renegando de que todos vean la necesidad de echarlo cuando a él le encantaría seguir gociuernando el cortijo, como se deduce de los titulares: Pujol defiende (...) pide (...) riñe (...) y culpa(…). ¿Quién, no sin hastío, no se ve capaz de completar los huecos sin fallar ni uno? Pues eso. Continúan las batallas contra la trata de blancas, esto es, el esclavismo y la explotación inmisericordes. El final de la noticia que recoge la detención de 30 personas en Tarragona por esos delitos deja a Clonista de piedra: “la Guardia Civil tuvo conocimiento de los hechos la semana pasada, cuando una de las jóvenes pudo escapar de uno de los locales.” ¡Qué desfachatez! Si hasta en los documentales televisivos se describe con pelos y señales ese tráfico inhumano. A su modo, las grandes empresas automovilísticas también buscan el mayor beneficio al menor costo, como Volkswagen, y si en algún país impidieron con ayudas públicas que las empresas luego adquiridas por las multinacionales quebrasen, ¿quién puede exigirles que ahora no hagan y deshagan con lo suyo a su antojo? De todos modos, ¿qué sindicatos son aquellos a los que les roban la niña bonita de su producción sin haberlo advertido? ¡Ay, los pesebres, cómo emgordobotan!

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