20-10-02
De nuevo
un domingo abocado a la realidad suspendida, a los rincones extensos donde
anidan explicaciones que precisan de un cierto reposo para ser expuestas y no
menos para ser digeridas. Entre las muchas realidades estrictamente
incorregibles –y ese no sería mal subtítulo para esta clónica, La realidad incorregible, pues Clonista
se ve en la imposibilidad de, más allá de cuestiones estilísticas de menor
entidad, corregir nada de cuanto ha escrito, violentando, así, lo que es su
inclinación artística-, se halla la manifestación en defensa de la libertad
promovida en San Sebastián por ¡Basta Ya! Una verdadera demostración de la
estricta división social vascongada; una verdadera muestra de la voluntad
constitucional de no dejarse arrebatar la libertad. De menor importancia
informativa es, con mucho, la revelación de la advertencia española a Indonesia
sobre la existencia de bases de Al Qaeda en aquel país asiático. La
reconstitución del grupo terrorista islámico y su regreso a la sangrienta
actividad que tanta atención prensada le depara en todo el mundo, se contempla
como una vieja película: El regreso de Al Qaeda, es decir, casi El regreso de
Fu-Man-Chu. Y de ahí no nos movemos. Si algo enseña la realidad asociada al
terrorismo y al bandidaje es que las sociedades democráticas tienen mucho que
sufrir y mucho que aprender para dejar de padecerlo, si es que lo consiguen. El
nuevo coche bomba que ha estallado en Moscú es algo así como el signo de los
tiempos, el rostro agrio y bronco del siglo veintiuno. La batalla de Medellín
–más películas, pues va implícito el recuerdo de La batalla de Argel- es prueba inequívoca de lo difícil que será,
en economías subdesarrolladas, erradicar ese bandidaje teñido de tinte mafioso,
guerrillero o de corrupción institucional. Como confiesa una habitante de los
barrios que están siendo “reconquistados” por el ejército: “Es una maravilla
vivir en paz.” Alicante y Valencia son dos ejemplos cercanos de consolidación
de clanes mafiosos, ¡hasta 30! En Perú, Toledo sufrió un acoso de la oposición
por su negativa a reconocer a una hija extramatrimonial. Diez años después ha
llegado a un acuerdo por el cual reconoce como hija suya a quien durante todos
esos años se ha negado a hacerlo: Zaraí. Ahora quiere sacar pecho y dice a los
cuatro vientos que eso no ha sido una derrota, sino que ha ganado “una hija
inteligente y hermosa”. Pero se ha defendido de la ganancia panza arriba, con
uñas y dientes jurídicos, durante diez miserables años. ¿Por qué la realidad ominosa de los
campos de concentración franquista y sus más de 400.000 mortadores, muchos de
ellos esclavos, ha de comparecer en la realidad prensada en forma de columna
arrinconada? IU “exige honrar la memoria de los ‘esclavos del franquismo’”, lee
Clonista. Lo desolador es que aún se haya de exigir algo así, sobre todo
después de haber tenido un gobierno socialista durante doce años. “Los
principios morales están por encima de la ley”, dice el obispo Ricard Maria
Carles. Su moral de excepción es, en realidad, una moral de exención, sobre
todo económica, como debe saber su ecónomo particular. El sociólogo Ulrich Beck
proclama que pensar en los problemas desde una óptica nacional no sólo no es
realista, sino que es de una irrealidad total, y no le falta razón. Lo
desolador es la conclusión reaccionaria a la que llega: para que a Europa se la
escuche y se la tenga en cuenta lo que necesita es un buen ejército armado
hasta los dientes y con capacidad disuasoria. Clonista leyó con interés la
entrevista de Espada a Castilla del Pino en la que éste afirmaba haberse
sentido más golpeado por la pérdida de la cátedra de psiquiatría en Madrid que
por la pérdida de su hija. Frente al primer golpe estaba indefenso; frente al
segundo halló una coraza que lo protegió. Vicente Verdú, siempre atento y al
quite de lo que se cuece en la sociedad encuestable, y con buen olfato para detectar
los muchos porvenires agobiantes e insoslayables que se nos echan encima,
enseguida ha tomado la pluma para analizar el “cambio de paradigma”, ¿o no se
dice así? Es publicidad, ciertamente, pero en la realidad prensada la
publicidad tiene un rango equivalente al de las noticias o los reportajes. Al
pobre Mas, Artur, el espacio prensado le ha hecho una jugarreta que Clonista no
quiere malpensar que sea intencionada. Su publicidad a doble -¡y carísima!-
hoja dominical, deja una parte, la de las preguntas, junto a La última frontera del Islam; pero deja
la segunda, donde aparece la foto del candidato, justo al lado de una página de
ofertas de empleo cuyas líneas de color azul parecen enlazar con la página del
candidato en una clara alusión a su futuro político y personal. En fin, cosas
del diseño, el espacio y el azar, sin duda. La publicidad, al fin y al cabo, es
bastante más que una realidad del montón. Tentado está Clonista de decir de
ella que es, en realidad, lo real. A secas.
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