22-10-02
Hay épocas
de sequía informativa, sin duda. No siempre el género que se ofrece es tan
fresco como se anuncia. Hoy es uno de esos días. De ahí que el cambio de cromos
–nuevo Estatuto por gobierno de coalición tras las próximas legislativas-
propuesto por el irrelevante Artur Mas haya llegado a alcanzar el honor de
figurar en la primera plana, aunque de forma discreta. El espacio estelar se lo
lleva de nuevo una realidad ourobórica: un nuevo atentado suicida palestino,
preludio de la inmediata represión salvaje que le seguirá, por parte israelí.
El cansancio de Clonista, aquejado del síndrome octobreño, colabora lo suyo
para que la contemplación de la realidad no tenga el carácter genesíaco que
suele tener habitualmente, que ha de tener, para ser capaces de renovar el
compromiso con ella, día a día. Ni siquiera, en tiempos de desidia física e
intelectual, se ve como una provocación ese deseo mafiosconiano de meter en la
Constitución europea un reconocimiento al cristianismo. Y menos interés aún, a
pesar de su importancia, tiene la pugna sobre la comparecencia de los
agraciados por la privatización nepótica de las empresas públicas hecha por el
goppierno. La inexorabilidad del enriquecimiento de los amigos de los poderosos
tiene rasgos de axioma incontrovertible. Ni siquiera la pieza de arqueología
histórica que supone la conmemoración de los 20 años que no son nada de la
pseudoconquista del poder por los socialistas, a juzgar por el timoratismo
endémico que acompañó sus años de gobierno y por la sensación que quedó de
haber sido ellos los conquistados por el factopoder de siempre, logra animar la
veta nostálgica de Clonista. La buena fe
del subdirector general de la Unesco, tras el deprimente final de la clónica de
ayer, y su confianza en que se puede vencer la pobreza en el mundo no dejan de
ser una ración de realidad enmoquetada, además de un delirio caritativo.
Afirmar que la pobreza es “una violación de los derechos humanos” tiene más de
los caducos brindis al sol que de otra cosa. Es curiosa la resignación humana
ante la realidad, independientemente de que sepamos que es una creación
interesada. Pues eso.
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