domingo, 27 de diciembre de 2015

23-10-02

     Que el goppierno haya enfriado el otoño caluroso con su desdecretazo debe contribuir lo suyo a que las aguas de la realidad prensada discurran con esta atonía que evita los sobresaltos. Hoy, sin embargo, la escaramuza electoral, el golpe de Zapatefecto que ha supuesto su defensa personal de la alternativa al Presupuesto del goppierno,  ha descolocado a éste y lo ha dejado con las vergüenzas al aire de un Cristóbal que no supo echarse a los hombros unas cuentas más amigas de la ficción contable que de las previsiones realistas. El otro empeño irrealizador, el de Ibarretxe, ha recibido la bofetada política europea: no caben en ella inventos como el estado asociado. Israel pondrá sobre la mesa del terror su plato frío cuando quiera y pueda, siempre con permiso usamericano o, por lo menos, sin entorpecer estrategias superiores, de los superiores. Que esa realidad empecinada tiene visos y trazas de enquistarse, de convertirse en lo que es, una rutina sangrienta, no hay quien lo modifique. La política, local, regional, nacional o internacional, es una lección nada amable de antropología. Por ahí anda Bush enfrascado en sus invenciones, esto es, en sus mentiras de agitprop que le permitan desatar otra tormenta del desierto sin pies ni cabeza. Félix Ovejero plantea un par de preguntas retóricas que tienen la virtud de ponerles a los nacionalistas ante sus narices el espejo donde puedan éstos contemplar el rostro inmisericorde de su sectarismo, y, llegados al poder, su más que probable fascismo identitario: llueve sobre muy mojado. En Inglaterra se abre el debate sobre si los padres tienen derecho a elegir el sexo de sus hijos o, como se dice en el artículo, a lograr el “equilibrio de sexos en la familia.” Como la política de cuotas lo ha acabado impregnando todo, no era mucho que preñase también la cuestión de la descendencia. Los estertores últimos de un gobierno débil siempre son provechosos para los poderosos. El axioma lo prueba por enésima vez la política de despilfarro de los dineros públicos seguida por el gociuerno de la Generalidad: nada menos que 18 millones de euros –aunque la cifra real se silencia, mientras se maquilla convenientemente en la justificación del Presupuesto-  se deben haber embolsado los propietarios de Casinos de Catalunya, próximos a Convergència i Unió, y perdónese la redundancia. Menos mal que en la realidad también hay un espacio destacado para artistas como Woody Allen, en España para recibir el Premio Príncipe de Asturias, y autor de obras, como Deconstructing Harry, imprescindibles para los cinéfilos. El provocador Houellebecq -¡cuántos colegas no habrán envidiado el encausamiento del deslenguado para tener esa presencia pública y aureolada de malditismo!- ha sido absuelto de ofender al Islam. Según el tribunal, las suyas fueron “palabras que pueden ser desaprobadas, discutidas y refutadas”, pero los mezquitadores lo que pretendían era refutarlo por la vía penal represiva, además de consagrar en el ordenamiento jurídico francés el delito de blasfemia, ¡de blasfemia! Cambio de religión, pero no de integrismo. El hallazgo de una urna con una inscripción en arameo relativa a que en ella se contuvieron los restos de Santiago, hijo de José y hermano de Jesús, puede convertirse en el primer rastro arqueológico de la existencia de Jesucristo. ¡Ah, la realidad de las piedras, los restos, las ruinas, las reliquias, los vestigios! Excesiva, para este Clonista tan apegado a la improbable existencia de la que se desarrolla ante sus ojos, ¡tan inaprehensible!, ¡tan escurridiza!, ¡tan inverosímil!

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