24-10-02
La
realidad pasma. Y la realidad prensada vive de ese pasmo y, a menudo, lo
aumenta o lo descoyunta. Un comando checheno, variante palestino-bomba suicida,
ha secuestrado a 700 rehenes en un teatro de Moscú. La exigencia va implícita
en el gentilicio, obviamente. Lo que en la realidad prensada aparece como “toma
de rehenes” debería traducirse por “toma la primera plana de todos los
periódicos del mundo”, que es el verdadero objetivo de la operación de
agitprop, variante desesperada, muy distinta de las empleadas por Bush, por
ejemplo. Espectacular es el adjetivo apropiado para lo sucedido, porque la
condición de lo real es la de ser espectáculo para televidentes, radioyentes y,
en mucha menor medida, para leyentes, a pesar de los diarios digitales (la web
es un nudo de juegos, publicidad y pornografía, según las últimas estadísticas,
que se suele decir). Los pilares del teatro y otros espacios han sido minados
para volar el edificio ante cualquier intento de rescate tipo harrelson, geo o
kagebé. Se acaba de superar la atonía del otoño caluroso. Hay carnaza. También
la hay en la realidad que ha sido arrastrada a acompañar a la anterior: el
asesino del tarot explica en una extensa carta que la policía le ha colgado el
teléfono seis veces y que, obviamente, ha tenido que liquidar a cinco personas
para que sepan con quién están hablando. El índice de perturbados mentales en
Usamérica debe de ser tan alto que seis errores así los debe de poder tener
cualquiera, supone Clonista. El hermoso juego de la verdad y la mentira, el
cazador y la presa, la realidad y la ficción –aquí difícil de encajar, teniendo
presente el número de víctimas- indican que posiblemente el asesino sea un
aficionado a los videojuegos o a los juegos de rol, aunque también a algunas películas
que deben haber acabado formando parte del olimpo mitológico de algunos
perturbados, digamos Seven, por
ejemplo. Otra iracundia muy distinta es la que se ha extendido entre los
miembros del goppierno, quienes anuncian “represalias parlamentarias” contra la
opsoesición. Ésta, a su vez, da el paso de llevar ante los tribunales a la
teleppisión, acompañado de una promesa solemne para cuando llegue al poder:
acabar con la televisión de partido. Que Clonista lo vea, para creerlo. El
pasmo inicial que le ha dado fuerzas a Clonista para arremangarse y entrar en
el lodazal de la realidad prensada se multiplica lo suyo al saber que 10
militares israelíes trabajaban como espías al servicio de Hezbolá, la guerrilla
integrista libanesa, ¿por su origen beduino?, ¿por amor a la causa?, ¿por
solidaridad religiosa? ¡Por droga y dinero!
No, si cuando la realidad se empeña en ser chabacana difícilmente se la
disuade. O aviesa y carcunda. Sarkozy, el ministro lepeniano de Interior, eleva
a rango de ley algo tan objetivo como la detención de mujeres por su
“vestimenta o su actitud” si la autoridad entiende que insinúa la prestación de
servicios sexuales, dentro de lo que califican como prostitución por
“incitación pasiva.” No lejos de Sarkozy anda Mafiosconi, cuyas leyes
antiprostitución aparecen en Sociedad,
mientras que las de Sarkozy aparecen en Internacional.
Acabarán formando una castísima Sociedad Internacional contra las Prostitutas
Callejeras, porque contra la trata de blancas que no cesa –una expresión que Clonista
ha descubierto que debe de ser políticamente incorrecta, cuando su diario de
referencia ha dejado de usarla de un día para otro-, contra la explotación
esclavista de tantas y tantas embaucadas, del este y del oeste, del norte y del
sur, pero siempre puntos de pobreza cardinal,
ninguno de los dos gobiernos está
dispuesto a mover ni un dedo, y ni una uña contra las mafias que luego
blanquean sus dineros en bancos respetables. Mientras haya en la sociedad
vasallos, o lacallos, como Marià
Nicolàs, en el caso de Cataluña, dispuestos a silenciar lo que el gociuerno no
quiere oír, ¿qué se puede esperar? Y si esos informes desvelan algunos
impresentables trapicheos contables, pues el buen Nicolàs cumple con su
conciencia de votado exclusivamente por CiU. Menuda pieza el Marià ¿no? De otra
condición, algo más honorable, es el empresario que, habiéndose enamorado de
una esclava sexual albanesa, dejó a su familia por ella, intentó comprarla a
los proxenetas que la explotaban y acabó, finalmente, enfrentado a tiros con
ellos. Hoy está en la cárcel y su actual mujer albanesa esperando un hijo suyo. El fiscal,
emborrachado de compasión social, pidió inicialmente nueve años de cárcel. En
la resaca acabó pidiendo cinco. Es posible que cuando se revise el caso, si se
recurre la sentencia, acabe pidiendo la libre absolución. El título de la
noticia, Por el amor de una mujer,
desmerece danidanielmente una realidad cuyos flecos tienen unos tintes sombríos
difíciles de encajar: la hermana de la albanesa redimida está en manos de su
antiguo proxeneta. ¿Se seguirá la historia? La realidad prensada tiene mucho,
también, de promesa incumplida. Abre ventanas por doquier pero, después del
vistazo del lector, las cierra abruptamente, cuando uno ha creído entrever un
movimiento sospechoso, amenazador, o la sombra actuante de un asesino. El
Folclòrum va a hacer la esquina, pero no como reacción a la Sociedad
Internacional francoitaliana –algo impensable en Clos, el closer del megameublé del
Paralelo-, sino como homenaje a las ciudades del mundo, de las que se van a
rescatar sus esquinas emblemáticas. Muy propio del Consistorio más
arquitectural de todo el continente. Mientras, los intrépidos programadores del
evento prosiguen sus arduas negociaciones para que se vean en la magna cita
intercultural algunos guerreros de terracota de la tumba de Xian. Dicen que
treinta y siete. Sí, sí, algunos de a caballo. En su modesto origen la realidad
prensada se limitaban a ser un Diario de avisos. A veces esa es su mejor
función o la que los lectores más agradecen. El anuncio de una retrospectiva de
Lucien Freud en Caixaforum llena de tamizado alborozo a Clonista, admirador
incondicional del estilo neobarroco -calificativo que vale tanto como confesar la propia ignorancia de
este Clonista- del autor, nieto de Sigmund Freud. El final del día lo llena la
expresión desconcertada y desorientada de Boris Becker, juzgado por evasión de
impuestos y bajo la amenaza de ingresar en prisión. La realidad prensada los
creó y ella los fagocita. Y así vamos. A ninguna parte.
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