jueves, 31 de diciembre de 2015

27-10-02

     Se impuso la solución final: gaseados primero; rematados, después. No solo los terroristas chechenos sino hasta cien rehenes. Más de quinientos, además, están hospitalizados por asfixia debida al gas paralizante que emplearon los GEO rusos para asegurarse de que no hallarían resistencia al entrar en el teatro. Putin recibe parabienes de todo el mundo por su firmeza, y lamentos de boca estrecha por la pérdida de vidas humanas, el tributo que se ha pagado a la vetusta y siempre rejuvenecida  razón de Estado. Lo que empezó como un musical de evasión, acabó como una tragedia, tal y como se preveía desde el principio. Incluso el tibio editorial de El País parece sumarse a la resignación, a la aceptación de la inevitabilidad de las muertes habidas: “Vertida la sangre, demasiada sangre, es la hora de las soluciones.” Felicitaciones como la de Sharon, quien afirma que “Putin ha demostrado una vez más su coraje y su firmeza en la lucha contra el monstruo terrorista”, al tiempo que alaba “la operación militar perfecta”, resultan un sarcasmo de una crueldad que no se merecen los rehenes sacrificados. Hay elogios que denigran, ciertamente. Del lado del comando secuestrador llama la atención que su jefe fuera el sobrino de un oscuro líder checheno muerto en extrañas circunstancias.  La continuidad familiar es y ha sido, parece, una constante en los grupos terroristas. Las noticias, como la de hoy, sobre el asesinato de una palestina a la que se acusaba de colaboracionista, se suman al desconcierto y a la impotencia que produce siempre el abuso de la fuerza, y más aún cuando ésta está en manos de quienes tan arbitrariamente se conducen : su capricho es ley. ¡Cómo no van a sentirse tantos jóvenes atraídos por la violencia y por la ficción de poder que las armas conceden! Un domingo es extraño que lo noticiable se imponga frente a lo reportajeable, pero el desafío terrorista era un órdago que forzosamente habría de acaparar la atención del mundo, como así ha sido. Por eso, un debate como el papel actual de los sindicatos, planteado, además, desde los titulares con dos tópicos obsoletos: “¿Son necesarios?” Y “Sindicalismo útil”, resulta una pieza de museo, como si en la España que viaja hacia atrás del caudillito tocara plantearse cómo se releva el sindicalismo vertical. Después de las últimas noticias sobre las estafas en la educación de parados y tras el fracaso de aquellas iniciativas de convertir a los sindicatos en sociedades inmobiliarias, o poco menos, un debate así “mea fuera de tiesto”. Entre los retos del sindicalismo actual, a Clonista por fuerza ha de llamarla la atención la voluntad sindical de “reconocer la realidad sin instalarse acríticamente en ella.” He ahí, pues, cree Clonista, la suprema aspiración de todo el mundo: “reconocer la realidad”, y se diría que nadie lo logra. De hecho, no hay conversación común en la que no se acabe achacando a alguien con quien se discuta que “no vive en la realidad”. Parece tener el hombre la tendencia a negar al oponente la posesión de la realidad, como si fuera un tótem valioso. Se preguntaba Clonista si la jueza Ruth Alonso compraba su seguridad con las excarcelaciones, lo cual no dejaba de ser una manera tan cruda como miserable de acercarse al asunto; pero el envés de aquélla ha resultado ser la fiscal coaccionada por haber recurrido las excarcelaciones de la jueza. Y ya se sabe qué significa coacción contra alguien en las vascongadas por parte de los “alrededores” terroristas. Los “mossos” catalanes abortaron a tiros el intento de hacer una fiesta “rave” en una cantera abandonada. ¡Qué realidad tan distinta de la de Clonista la de esos convocados a través de internet para montárselo en plan carpa sin pagar impuestos! Carne de carpa, le parecen. Y por razones estrictamente literarias, a Clonista le ha atraído la noticia del hombre encontrado “ a la deriva” por una carretera, próxima a Blanes, tras haber perdido la memoria. Esto es, tras haber perdido la realidad. ¿Somos solo memoria?  ¿No se lee muchas veces la realidad prensada con esa sensación de haber perdido la memoria, de no saber adónde se dirige uno ni por qué camino se avanza? Tras la elucubración Infantina sobre el Quijote que no llegó a ser, se anuncia la presentación del Quijote de Aragón. Se verá, se verá. El debate sobre los Presupuestos ha dejado a Montlatón descalificado, devaluado; pero ahora, además se le acusa de obstruccionista y ferviente seguidor de la ficción contable usamericana, que debe haber tomado como el “último grito” en economía creativa. Sustituido el dato por la propaganda, ¿qué les queda a los analistas económicos con aspiraciones de solvencia e imposible imparcialidad? La dedicación política, sin duda.

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