lunes, 7 de diciembre de 2015

3-10-02

     Con la inequívoca capacidad para construir lo real que tiene la prensa, lee Clonista que el FBI ha detenido al cerebro estafador de Enron. Más adelante, en la sección propia, la de Economía, lee, sin embargo, que el delincuente se ha entregado voluntariamente al FBI, que no es lo mismo, ciertamente. Sea como fuere, bien está que el joven y amoral tiburón de las finanzas acabe entre rejas, además de sufrir la congelación de su fortuna, de donde habrá de salir parte de la reparación a los damnificados. Clonista ignora si las dotaciones presupuestarias pueden proteger de los terroristas, pero no es muy optimista al respecto. El gopnvierno vascongado se ha apresurado a facilitar protección policial, algo más eficaz, pero tampoco nada definitivo, desde luego. Bush no desiste de acorralar a Irak, haciendo imposible un acuerdo a través de la ONU, pero sigue sufriendo reveses serios, como lo demuestra la oposición cada vez más decidida de Francia y Alemania, quienes dejan en evidencia a la trilateral bélica europea: Blaznusconi, el felpudo bushiano por excelencia, o la propia presión de Al Gore, atacando a Bush por su flanco más débil: el desastre económico que está propiciando su ¿gestión?, más acusado que el de 1929, incluso, según los expertos. La representación escénica del solo contra todos de Milosevic en el Tribunal de la Haya continúa. El croata Mesic, quien protege a un asesino de serbios, trata de salvar el tipo, pero sale tan tocado como saldrá quien ha decido entregarse al Tribunal, la antigua presidenta serbobosnia Biljana Plavsic, colaboradora del gran demente criminal que sigue huido, Radovan Karadzic, ¿para evitar que se lleve por delante a quién? ¿Y cómo es posible que aún no haya sido capturado? Sorpresa mayúscula. La trilogía descriptiva de Brasil no ha tenido continuación. A Crimen, Economía y Narcotráfico se reducen los ejes vertebradores de la descripción de un país como Brasil. Desolador. A tenor de lo leído, más valdría ponerle el típico letrero: “Se traspasa”, y sentarse a esperar que pique algún ingenuo. La ibarretxada continúa provocando desahogos más o menos razonados, y análisis ajustados y valiosos. Joseba Arregui, nada sospechoso del españolismo de que se acusa a Juaristi, por ejemplo, dicta una lección magistral sobre lo que significa el entrañamiento vascoespañol y la imposibilidad de definirse como antagónicos, siendo complementarios, como lo han sido siempre. Las tres amenazas de la revelación ibarretxina son evidentes: la limpieza del pasado, la división del presente y la escisión del futuro. Acaba diciendo que se remite a la historia que no juzga las intenciones de los gobernantes, sino los efectos que causan en la sociedad que gobiernan. ¿Acaso ignora Arregui que también esa historia se rescribe, como se limpia estalinianamente el pasado que se les enseña a las criaturas en las escuelas, o habría que decir secuelas, de la empanada míticoideológica? Hay coincidencias que van más allá del azar. Patxo Unzueta, con legítima mala leche, recordó que “el futuro es nuestro”, que rezó Ibarretxe en el programa radiofónico de Gabilondo, es el estribillo de la canción que entona el adolescente nazi de Cabaret. Igual es que, si vio la película, le llegó al alma la emotividad nacionalista de la escena, sin duda. Al alma del franquismo se llega por la vía directa de promover homenajes al trapo simbólico del Estado los primeros viernes de mes... Lo sorprendente es que los otros nacionalistas, tan apegados a sus enseñas nacionales, pongan el grito en el cielo. Igual es que no se les ha ocurrido colgar de ningún mástil una que tenga los casi 300 metros cuadrados del corazón nacional de las huestes del PP. Una aún lo es; Grande, al menos la bandera; Libre, ellos para disponer a su antojo. Van de cara al sol, sin duda. Aunque con repentino cambio de estrategia estén dispuestos a traspasar a las autonomías la gestión del contingente de innmigrantes, que tanto les está nublando el balance de su gestión. Mejores noticias, como ayer la de la patente anulada a las todopoderosas multinacionales del negocio de la salud, es la del descubrimiento de los genomas del parásito y del mosquito de la malaria, una enfermedad que mata en el mundo a más seres que el SIDA. ¿Hubo ayer un debate trascendental en el Parlament de Catalunya? La realidad prensada le dedica páginas y páginas con críticas, elogios y descripciones ajustadas a la “película de los hechos”. Las valoraciones implícitas se bastan para satisfacer la necesidad de los lectores de saber “quién ha ganado”, como le acostumbran con las encuestas post factum. Francesc de Carreras, no obstante, aunque no renuncia a los tópicos propios de los análisis del debate, valoración escolar de los líderes incluida, sitúa el debate en sus justos términos: un ritual protocolario previsible. Lo que la realidad prensada de referencia de Clonista no dice, ni por asomo, es el casi nulo seguimiento popular del acontecimiento. En el 2000, 19.000 personas por término medio, por la mañana. 42.000  por la tarde. ¿Un partido de fútbol? 1.000.000 de personas. Uno de sus alumnos lo ha recitado hoy en clase, al hacer el resumen de la noticia a que les obliga su severísimo profesor. La gente de posibles sigue elogiando la calidad de vida de Barcelona, para satisfacción de los munícipes. Debe ser que ni por asomo han pisado jamás determinados barrios. La vida de excepción de ciertas élites es una realidad paralela a la del común de los mortales sujetos a las mil y una adversidades de la vida asendereada. Se reúnen 150 pensadoras en congreso y se proponen hacer oír sus discursos, distintos de los “ya gastados y repetidos”, porque tienen el convencimiento de que tienen “cosas nuevas que decir”. La primera novedad, a cargo de Victòria Camps, consistió en reclamar el distanciamiento de las identidades colectivas para, desde esa libertad y gracias a la autoestima, poder autogobernarse, “elegir la forma de vida que uno quiere y llevarla a cabo.” No hubo necesidad de llegar a una ponencia alternativa para escuchar la refutación. En los propios pasillos ya se alzaron voces contrarias al pensamiento campsiano y en defensa de la indiferenciación entre la autoestima individual y la colectiva. Sin novedad en el frente, pues. Novedosa es la biografía que ha escrito Joan F. Mira de su compatriota Sant Vicent Ferrer, y será digna de lectura, sin duda. Por el camino de la crítica elogiosa aparece una ambigüedad sintáctica simpática: “El llibre (...) acompanya el text tant amb fotografies com amb gravats de l’època.” El suplemento cibernético ha sido siempre un territorio vedado para Clonista, una de esas realidades ciertamente excluyentes, casi religiosas. No obstante, al pasar las hojas para saltarlo, lee Clonista una noticia estremecedora: “El aumento de la potencia de los radares militares acaba con ballenas y delfines.” Y Bush aparece como responsable de haber autorizado un sonar cuya potencia es 100.000 veces superior a cualquier motor acuático. No sólo de iraquíes se alimenta la voracidad bushiana, parece. Poco a poco se va sabiendo toda la verdad: la dirección de SEAT se las pira para Eslovaquia porque le ofrecen unas ayudas fiscales de hasta el 30% de la inversión. El que no corre, vuela.

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