3-10-02
Con la
inequívoca capacidad para construir lo real que tiene la prensa, lee Clonista
que el FBI ha detenido al cerebro estafador de Enron. Más adelante, en la
sección propia, la de Economía, lee, sin embargo, que el delincuente se ha
entregado voluntariamente al FBI, que no es lo mismo, ciertamente. Sea como
fuere, bien está que el joven y amoral tiburón de las finanzas acabe entre
rejas, además de sufrir la congelación de su fortuna, de donde habrá de salir
parte de la reparación a los damnificados. Clonista ignora si las dotaciones
presupuestarias pueden proteger de los terroristas, pero no es muy optimista al
respecto. El gopnvierno vascongado se ha apresurado a facilitar protección
policial, algo más eficaz, pero tampoco nada definitivo, desde luego. Bush no
desiste de acorralar a Irak, haciendo imposible un acuerdo a través de la ONU,
pero sigue sufriendo reveses serios, como lo demuestra la oposición cada vez
más decidida de Francia y Alemania, quienes dejan en evidencia a la trilateral
bélica europea: Blaznusconi, el felpudo bushiano por excelencia, o la propia
presión de Al Gore, atacando a Bush por su flanco más débil: el desastre
económico que está propiciando su ¿gestión?, más acusado que el de 1929,
incluso, según los expertos. La representación escénica del solo contra todos
de Milosevic en el Tribunal de la Haya continúa. El croata Mesic, quien protege
a un asesino de serbios, trata de salvar el tipo, pero sale tan tocado como
saldrá quien ha decido entregarse al Tribunal, la antigua presidenta
serbobosnia Biljana Plavsic, colaboradora del gran demente criminal que sigue
huido, Radovan Karadzic, ¿para evitar que se lleve por delante a quién? ¿Y cómo
es posible que aún no haya sido capturado? Sorpresa mayúscula. La trilogía
descriptiva de Brasil no ha tenido continuación. A Crimen, Economía y Narcotráfico
se reducen los ejes vertebradores de la descripción de un país como Brasil.
Desolador. A tenor de lo leído, más valdría ponerle el típico letrero: “Se
traspasa”, y sentarse a esperar que pique algún ingenuo. La ibarretxada
continúa provocando desahogos más o menos razonados, y análisis ajustados y
valiosos. Joseba Arregui, nada sospechoso del españolismo de que se acusa a
Juaristi, por ejemplo, dicta una lección magistral sobre lo que significa el
entrañamiento vascoespañol y la imposibilidad de definirse como antagónicos,
siendo complementarios, como lo han sido siempre. Las tres amenazas de la
revelación ibarretxina son evidentes: la limpieza del pasado, la división del
presente y la escisión del futuro. Acaba diciendo que se remite a la historia
que no juzga las intenciones de los gobernantes, sino los efectos que causan en
la sociedad que gobiernan. ¿Acaso ignora Arregui que también esa historia se
rescribe, como se limpia estalinianamente el pasado que se les enseña a las
criaturas en las escuelas, o habría que decir secuelas, de la empanada
míticoideológica? Hay coincidencias que van más allá del azar. Patxo Unzueta,
con legítima mala leche, recordó que “el futuro es nuestro”, que rezó Ibarretxe
en el programa radiofónico de Gabilondo, es el estribillo de la canción que
entona el adolescente nazi de Cabaret. Igual es que, si vio la película, le
llegó al alma la emotividad nacionalista de la escena, sin duda. Al alma del
franquismo se llega por la vía directa de promover homenajes al trapo simbólico
del Estado los primeros viernes de mes... Lo sorprendente es que los otros
nacionalistas, tan apegados a sus enseñas nacionales, pongan el grito en el
cielo. Igual es que no se les ha ocurrido colgar de ningún mástil una que tenga
los casi 300 metros cuadrados del corazón nacional de las huestes del PP. Una
aún lo es; Grande, al menos la bandera; Libre, ellos para disponer a su antojo.
Van de cara al sol, sin duda. Aunque con repentino cambio de estrategia estén
dispuestos a traspasar a las autonomías la gestión del contingente de
innmigrantes, que tanto les está nublando el balance de su gestión. Mejores
noticias, como ayer la de la patente anulada a las todopoderosas
multinacionales del negocio de la salud, es la del descubrimiento de los
genomas del parásito y del mosquito de la malaria, una enfermedad que mata en
el mundo a más seres que el SIDA. ¿Hubo ayer un debate trascendental en el
Parlament de Catalunya? La realidad prensada le dedica páginas y páginas con
críticas, elogios y descripciones ajustadas a la “película de los hechos”. Las
valoraciones implícitas se bastan para satisfacer la necesidad de los lectores
de saber “quién ha ganado”, como le acostumbran con las encuestas post factum.
Francesc de Carreras, no obstante, aunque no renuncia a los tópicos propios de
los análisis del debate, valoración escolar de los líderes incluida, sitúa el
debate en sus justos términos: un ritual protocolario previsible. Lo que la
realidad prensada de referencia de Clonista no dice, ni por asomo, es el casi
nulo seguimiento popular del acontecimiento. En el 2000, 19.000 personas por
término medio, por la mañana. 42.000 por
la tarde. ¿Un partido de fútbol? 1.000.000 de personas. Uno de sus alumnos lo
ha recitado hoy en clase, al hacer el resumen de la noticia a que les obliga su
severísimo profesor. La gente de posibles
sigue elogiando la calidad de vida de Barcelona, para satisfacción de los
munícipes. Debe ser que ni por asomo han pisado jamás determinados barrios. La
vida de excepción de ciertas élites es una realidad paralela a la del común de
los mortales sujetos a las mil y una adversidades de la vida asendereada. Se
reúnen 150 pensadoras en congreso y se proponen hacer oír sus discursos,
distintos de los “ya gastados y repetidos”, porque tienen el convencimiento de
que tienen “cosas nuevas que decir”. La primera novedad, a cargo de Victòria
Camps, consistió en reclamar el distanciamiento de las identidades colectivas
para, desde esa libertad y gracias a la autoestima, poder autogobernarse,
“elegir la forma de vida que uno quiere y llevarla a cabo.” No hubo necesidad
de llegar a una ponencia alternativa para escuchar la refutación. En los
propios pasillos ya se alzaron voces contrarias al pensamiento campsiano y en
defensa de la indiferenciación entre la autoestima individual y la colectiva.
Sin novedad en el frente, pues. Novedosa es la biografía que ha escrito Joan F.
Mira de su compatriota Sant Vicent Ferrer, y será digna de lectura, sin duda.
Por el camino de la crítica elogiosa aparece una ambigüedad sintáctica
simpática: “El llibre (...) acompanya el text tant amb fotografies com amb
gravats de l’època.” El suplemento cibernético ha sido siempre un territorio
vedado para Clonista, una de esas realidades ciertamente excluyentes, casi
religiosas. No obstante, al pasar las hojas para saltarlo, lee Clonista una
noticia estremecedora: “El aumento de la potencia de los radares militares
acaba con ballenas y delfines.” Y Bush aparece como responsable de haber
autorizado un sonar cuya potencia es 100.000 veces superior a cualquier motor
acuático. No sólo de iraquíes se alimenta la voracidad bushiana, parece. Poco a
poco se va sabiendo toda la verdad: la dirección de SEAT se las pira para
Eslovaquia porque le ofrecen unas ayudas fiscales de hasta el 30% de la
inversión. El que no corre, vuela.
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