30-9-02
La segunda
taza del día no es muy diferente de la primera. Alguna leve novedad, como que
Arafat deje de estar secuestrado, una vez que Sharon ha captado el verdadero
alcance del cabreo usamericano, aunque el corresponsal anota en el haber de la
desobediencia palestina al toque de queda israelí y la voluntad de apoyar
físicamente a su líder máximo, Abu Amar. En España todo sigue girando, ¡y lo
que seguirá, morena!, en torno a la política ficción, mientras la guardia civil
sigue atenta y detiene aquí y allá a quienes puede, que no son pocos. Habrá que
escuchar en su día, día que probablemente no verá Clonista, las retractaciones
y los perdones que pedirá la cúpula del PNV por su ceguera política, como buena
organización cristiana, siguiendo el ejemplo de los mil y un perdones pedidos
por la Iglesia por sus más de mil y un atropellos sanguinarios desde que se
convirtieron, en mala hora, en un poder terrenal. Al estilo de John Major,
quien después de haber hecho cesar a varios ministros suyos por líos de faldas,
se descuelga con la confirmación de que, en sus tiempos de gobierno tuvo una
relación adúltera –por la que ha pedido perdón a quien debía y quien debía se
lo ha concedido- con una compañera de gabinete que, preceptivamente, ya está
preparando el libro por el que va a sacar su buen esterlinaje –y recordando a
Major, ¿quién podría decir que no se lo merece...?-. La amistad
ruso-usamericana es fuerte, a fuer de novedosa, pero incluso entre amigos
recientes cabe la reticencia. Moscú también olfatea el negocio petrolífero y no
está dispuesto a ser el comparsa de la obra. Poco a poco se va aclarando la
posición internacional frente a Mugabe, pero desde que comenzaron los desmanes
de su gobernación ha llovido lo suyo. Clonista lee realidades de best-seller,
con tráficos de diamantes, exhibiciones de nuevos ricos, asesinatos en masa y
otras circunstancias que dibujan una realidad africana que difícilmente irá
ascendiendo los escalones de la homologación con las democracias occidentales. Clonista,
lego en el asunto, deja de lado el debate sobre si la adaptación de la
democracia a los usos tradicionales ha de comportar la desnaturalización de
ésta, o si el modelo es transplantable tal cual. Lo que sí sabe es que nadie a
quien se le concedan los derechos y las obligaciones que tiene Clonista, sea de
donde sea, los rechaza, y menos aún las mujeres. Quizás a ello se deba que
tantas embarazadas lleguen en las pateras. Arzalluz no tiene remedio ni cuando
quiere ser generoso y solidario. El toque fascistón del cura trabuquero le sale
por el colmillo cuando habla. Ahora toca, tras el anuncio de ETA, ir de primo
de zumosol a las sedes enemigas a decir aquí están mis dos cojones para
ahuyentar al lobo y vengan esos vinos, rediós. Amistades tiene Clonista que han
decidido apartarse de la realidad prensada para refugiarse en la realidad
íntima, lo que no significa evadirse de la éxtima, y aprovechar el rico tiempo
que la prensa suele robar en vidas tan ajustadas de tiempo. Gil Calvo considera
que Ibarretxe, desmoderándose, ha traicionado a sus votantes, a buena parte de
ellos, al menos, los vasquistas no independentistas, y que ello se ha debido a
una lucha interna: imponerse al sector soberanista precisamente ocupando su
lugar. Pudiera ser. ¿No es más propio decir que no sabe ya qué hacer ni qué
decir para eludir una responsabilidad que lleva años quitándose de encima:
asegurar cuanto esté en sus manos la paz y la tranquilidad en el territorio que
administra? Casi mejor dejarlo. Las
vueltas y revueltas sobre la cuestión vascongada no acaban sino mareando, que
no confundiendo, una vez que se ha visto con claridad que la defensa de la vida
y las libertades es el primer problema de las vascongadas. Lo demás ya
pertenece al orden natural de los procesos políticos. Pero estando en juego la
vida ningún discurso ideológico puede tener preeminencia. El PSOE exige que se
haga la luz sobre las privatizaciones: ¡bendita ilusión! ¡Como no levanten la
manta cuando gobiernen! Aún resuena el eco de aquella famosa denuncia del
caudillito, con el que inició la continuación de su método suciopolítico, sobre
el trato fiscal de favor a “los amigos” de Felipe González. Tras haber visto el
peligro de a lo que se exponía convirtiéndose en la primera autoridad laboral
del país, el celiano Zaplana da marcha atrás y comienza a dar la cara por el
goppierno para aliviar el decretazo que provocó la huelga general. Llega tarde,
parece. Coincide su desdicho con la crítica demoledora de su plan de ayuda a la
vejez, en franco retroceso en su ex comunidad. Rábago, de nuevo, colega de
reflexión, le quita la palabra al sentimiento de Clonista: “¡No hay forma de
comprender nuestra propia vida, y vamos a comprender la Historia!” Le viene que
ni pintada para ilustrar la ilusión ingenua del sobrino de Clonista,
historiador en cierne, cuya ilimitada fe en la capacidad explicativa de la
Historia no tiene parangón. Hasta que las enseñanzas de la edad le rectifiquen
el punto de mira. A menudo, además, la lectura asidua de la realidad prensada
es un modo de evadirse de ese ejercicio de autocomprensión. Ingenuamente
creemos que comprender la Historia –ese cuento lleno de...- nos llevará a
comprendernos a nosotros mismos. Ha muerto Raúl Freire, actor argentino
afincado en España desde 1976. Un rostro granítico, éste sí, y una voz rota y
recia. Un secundario de lujo. El verdadero fundamento de muchas películas que
sólo sobreviven por el buen quehacer de quienes no sólo dan la réplica, sino
que ocultan las vergüenzas de los figurones. Ahí va, más chulo que un ocho, el retrato
desnudo del déficit cero, contra la lógica de las previsiones solventes y
contra las muchas necesidades sociales del país, dispuesto a sacar pecho y a
reclamar medallas.
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