viernes, 4 de diciembre de 2015

30-9-02

     La segunda taza del día no es muy diferente de la primera. Alguna leve novedad, como que Arafat deje de estar secuestrado, una vez que Sharon ha captado el verdadero alcance del cabreo usamericano, aunque el corresponsal anota en el haber de la desobediencia palestina al toque de queda israelí y la voluntad de apoyar físicamente a su líder máximo, Abu Amar. En España todo sigue girando, ¡y lo que seguirá, morena!, en torno a la política ficción, mientras la guardia civil sigue atenta y detiene aquí y allá a quienes puede, que no son pocos. Habrá que escuchar en su día, día que probablemente no verá Clonista, las retractaciones y los perdones que pedirá la cúpula del PNV por su ceguera política, como buena organización cristiana, siguiendo el ejemplo de los mil y un perdones pedidos por la Iglesia por sus más de mil y un atropellos sanguinarios desde que se convirtieron, en mala hora, en un poder terrenal. Al estilo de John Major, quien después de haber hecho cesar a varios ministros suyos por líos de faldas, se descuelga con la confirmación de que, en sus tiempos de gobierno tuvo una relación adúltera –por la que ha pedido perdón a quien debía y quien debía se lo ha concedido- con una compañera de gabinete que, preceptivamente, ya está preparando el libro por el que va a sacar su buen esterlinaje –y recordando a Major, ¿quién podría decir que no se lo merece...?-. La amistad ruso-usamericana es fuerte, a fuer de novedosa, pero incluso entre amigos recientes cabe la reticencia. Moscú también olfatea el negocio petrolífero y no está dispuesto a ser el comparsa de la obra. Poco a poco se va aclarando la posición internacional frente a Mugabe, pero desde que comenzaron los desmanes de su gobernación ha llovido lo suyo. Clonista lee realidades de best-seller, con tráficos de diamantes, exhibiciones de nuevos ricos, asesinatos en masa y otras circunstancias que dibujan una realidad africana que difícilmente irá ascendiendo los escalones de la homologación con las democracias occidentales. Clonista, lego en el asunto, deja de lado el debate sobre si la adaptación de la democracia a los usos tradicionales ha de comportar la desnaturalización de ésta, o si el modelo es transplantable tal cual. Lo que sí sabe es que nadie a quien se le concedan los derechos y las obligaciones que tiene Clonista, sea de donde sea, los rechaza, y menos aún las mujeres. Quizás a ello se deba que tantas embarazadas lleguen en las pateras. Arzalluz no tiene remedio ni cuando quiere ser generoso y solidario. El toque fascistón del cura trabuquero le sale por el colmillo cuando habla. Ahora toca, tras el anuncio de ETA, ir de primo de zumosol a las sedes enemigas a decir aquí están mis dos cojones para ahuyentar al lobo y vengan esos vinos, rediós. Amistades tiene Clonista que han decidido apartarse de la realidad prensada para refugiarse en la realidad íntima, lo que no significa evadirse de la éxtima, y aprovechar el rico tiempo que la prensa suele robar en vidas tan ajustadas de tiempo. Gil Calvo considera que Ibarretxe, desmoderándose, ha traicionado a sus votantes, a buena parte de ellos, al menos, los vasquistas no independentistas, y que ello se ha debido a una lucha interna: imponerse al sector soberanista precisamente ocupando su lugar. Pudiera ser. ¿No es más propio decir que no sabe ya qué hacer ni qué decir para eludir una responsabilidad que lleva años quitándose de encima: asegurar cuanto esté en sus manos la paz y la tranquilidad en el territorio que administra?  Casi mejor dejarlo. Las vueltas y revueltas sobre la cuestión vascongada no acaban sino mareando, que no confundiendo, una vez que se ha visto con claridad que la defensa de la vida y las libertades es el primer problema de las vascongadas. Lo demás ya pertenece al orden natural de los procesos políticos. Pero estando en juego la vida ningún discurso ideológico puede tener preeminencia. El PSOE exige que se haga la luz sobre las privatizaciones: ¡bendita ilusión! ¡Como no levanten la manta cuando gobiernen! Aún resuena el eco de aquella famosa denuncia del caudillito, con el que inició la continuación de su método suciopolítico, sobre el trato fiscal de favor a “los amigos” de Felipe González. Tras haber visto el peligro de a lo que se exponía convirtiéndose en la primera autoridad laboral del país, el celiano Zaplana da marcha atrás y comienza a dar la cara por el goppierno para aliviar el decretazo que provocó la huelga general. Llega tarde, parece. Coincide su desdicho con la crítica demoledora de su plan de ayuda a la vejez, en franco retroceso en su ex comunidad. Rábago, de nuevo, colega de reflexión, le quita la palabra al sentimiento de Clonista: “¡No hay forma de comprender nuestra propia vida, y vamos a comprender la Historia!” Le viene que ni pintada para ilustrar la ilusión ingenua del sobrino de Clonista, historiador en cierne, cuya ilimitada fe en la capacidad explicativa de la Historia no tiene parangón. Hasta que las enseñanzas de la edad le rectifiquen el punto de mira. A menudo, además, la lectura asidua de la realidad prensada es un modo de evadirse de ese ejercicio de autocomprensión. Ingenuamente creemos que comprender la Historia –ese cuento lleno de...- nos llevará a comprendernos a nosotros mismos. Ha muerto Raúl Freire, actor argentino afincado en España desde 1976. Un rostro granítico, éste sí, y una voz rota y recia. Un secundario de lujo. El verdadero fundamento de muchas películas que sólo sobreviven por el buen quehacer de quienes no sólo dan la réplica, sino que ocultan las vergüenzas de los figurones. Ahí va, más chulo que un ocho, el retrato desnudo del déficit cero, contra la lógica de las previsiones solventes y contra las muchas necesidades sociales del país, dispuesto a sacar pecho y a reclamar medallas.

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