martes, 8 de diciembre de 2015

5-10-02

     Cumplir con el débito clónico es inexcusable, pero también aplazable. Lo que sucede es lo tantas veces consignado: lo que parecen recios mimbres de lo real –esa ilusión escénica que propone lo real prensado- se reblandece hasta que lo real se pierde, como suele decirse, como agua en cesta apenas pasado un día. Que las comunidades socialistas se rebelen contra el déficit cero, tan lleno de mentiras contables y de política antisocial; que la policía allane el parlamento de Irlanda del Norte para registrar la sede del Sinn Fein, o que una fumadora aquejada de cáncer haya logrado que un tribunal condene a Philip Morris a pagarle 28.000 millones de dólares por haberla envenenado y engañado, pues la empresa no dejó de insistir en la nula vinculación entre el tabaco y el cáncer, parecen realidades de hace mucho, o de nunca: capítulos de una novela ya leída una y otra vez. Los asesinatos en serie no son exclusivamente usamericanos, aunque allí tienen una irrefrenable tendencia a ser más comunes que en otras partes del mundo, Hollywood por medio, por supuesto. Bushbélic parece dar un pasito adelante y un pasito atrás –le falta flexibilidad política para acabar bailando la yenka- en su campaña: Los Kurdos se unen; los turcos –que acaban de conmutar la pena de muerte a Okalan, el terrorista kurdo- se ponen firmes y sólo admitirán un ataque a Irak con el respaldo de la ONU. En medio de los ensordecedores arrebatos de los clarines belicistas, se descuelga Javier Solana con una petición de que los Quince aumenten sus gastos militares. Se debe haber percatado de que la política exterior es cuestión de saber qué armamento respalda cada una de las afirmaciones, planes, propuestas o negociaciones que se hagan; que las razones no por ser buenas son tan convincentes como un buen par de amenazas. La cascada de reflexiones sobre la situación vascongada amenaza con convertir la realidad en un marmitako insípido e indigesto, a fuer de mal cocinado. Un título como Ante el desafío del nacionalismo vasco es tan explícito que vuelve prelegible cuanto en él se diga, aunque siempre caben variantes como la “firmeza” en la defensa de la legalidad, esgrimida con un ardor patriótico que Clonista espera que sea, por lo menos, habermasiano, tratándose de un catedrático de Teoría del Estado.  El aznazalluz sería la moneda política que circula con un descaro que ofende a la razón. En este choque de siameses, serio peligro corren quienes se sitúen en medio, si no lo hacen con una determinación a prueba de irracionalismos fascistoides. Patxi López la tiene, y así se las tuvo con Mayor Oreja en la reunión del Pacto Antiterrorista, donde quedó claro que el entreguismo de Redondo ha sido superado. De todo lo planteado, a Clonista le ha llamado la atención desde un primer momento la cuestión del referéndum. Ibarretxe sabe que la iniciativa de la consulta es la victoria en la consulta, porque ya se sabe que quien pregunta responde, como suele ocurrir en la mayoría de los casos. ¿Quién puede haber tan ingenuo que crea que hay preguntas inocentes, neutras o no sesgadas? Lo mismo ocurre con la gestión de los dineros públicos, la piedra de toque de la democracia. Pecan ya de reiterados los escándalos en la administración de los fondos del pedigüeño, a los que tan afectos son los gobernantes populares, es decir, contra populares. Porque eso tienen las máscaras de la realidad en la política: nada es lo que se declara. Política de inversiones supone, casi siempre, en el caso del PP, regalar contratos generosos a amigos y familiares, como en Orense y en Málaga. Cuatro años más de mandato popular y la revuelta alcohófila de los jóvenes cacereños, huérfanos de baretos nocturnos, será la única manifestación de rebeldía juvenil que se dará en este país, al margen de las agresiones filmadas a los mendigos, claro. La necrológica política de Pujol, hecha por Tusell, tiene el tufo de los pesebristas y el desconocimiento de quien no ha sufrido su cortijera acción de gociuerno. No hay como hablar bien de lo que se desconoce, o se conoce solo al nivel de la superestructura, esa antigualla dialéctica que aún debe servir de apoyo a más de uno. El clonista, sesgadamente, recoge una realidad que padece en sus carnes, descrita por la Unesco y la OIT: “el deterioro de las condiciones laborales de los docentes así como los bajos salarios, dos razones que no invitan a optar por esta profesión.” ¡Y bastante más que podría añadirse! La tontería trapense de Trillo y el caudillito va a tener su réplica en Montserrat, ¡faltaba más!, donde van a desplegar una bandera catalana de 720 metros cuadrados. ¡Tan lejos, tan cerca! ¡Tan distintos, tan iguales! ¡Tan patriotas todos ellos! ¡Qué asco!

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