sábado, 7 de marzo de 2015

     14-1-02

            Después de un tedioso día de trabajo, el cansancio infinito de la atonía vital permite cumplir con la rutina alienante sin percatarse de que la realidad sea algo distinto del ritmo deletéreo de las horas cansinas frente a los discentes ignaros, fodolíes y lenguaraces. Se sale del tiempo de la palidez y la vista recorre unas páginas amojamadas que no despiertan ni los sentidos ni la perspicacia ni la curiosidad. Se sufre, eso sí, la lenta espera de la mujer nigeriana acusada de adulterio, cuya condena, morir lapidada, hace estremecer, al tiempo que se considera la fragilidad del bello discurso de la diferencia enriquecedora y el respeto a la impagable diversidad cultural, ablación de clítoris de por medio. De habas a habas, por bien cocidas que estén, hay trechos que salvaguardan la ilusión de la libertad. Un lunes no predispone a consideraciones de ningún tipo acerca de la realidad, ni siquiera tras repasar un mundo impreso cuyas penalidades se repiten con un peligroso efecto narcotizador. El propio Ducecosni, aun a pesar de la huelga de togas, pierde las aristas de su estampa mussoliniana y no pasa de parecer lo que es, un bufón mafioso. Y parte del circo es el susto de Bush al atragantarse con una galleta y casi morir asfixiado: ¡graciosa muerte hubiera sido, para el maniqueo –pero no manco en armas, a fe!- Vengador de las Gemelas! Al final del día, la llamada de Luis para agradecer al Clonista un envío bibliográfico le depara un buen chiste: dos patricios romanos hablan sobre los modos como castran a sus esclavos. “En mi caso es bien fácil - dice uno de ellos-: con un buen par de piedras y ¡zas!, listo”. “Uf, pero debe ser muy doloroso, ¿no?”, pregunta el otro. “Hombre, si te pillas los dedos, sí...” Pues a veces la realidad no da más de sí, con o sin piedras...

jueves, 5 de marzo de 2015

     12-1-02
            Desaparecido. Día de intendencia. Día de cine nocturno. El diario, como si nada hubiera existido. Día de descanso del Señor. Manguel dice que las campañas para favorecer la lectura son hipócritas, que a ningún gobierno le interesa un pueblo de lectores. ¡Qué sensatas sus palabras! El Clonista les tiene prohibidas las lecturas a sus alumnos y, desde que lo hace, ha notado un mayor interés por los libros que les comenta. Todo se andará, aunque se ande al revés. Nada. Imposible recordar nada del diario que le convenza de que el día de hoy ha tenido alguna noticia digna de ser recordada. No se trata de que cada día haya de encontrar un “titular” o un “suceso” que trascienda la función de rellenar unas páginas para ser leídas durante cierto tiempo en algún lugar del orbe. Las noticias cada vez, como decía Millás, tienen menor condición de tales, y cada vez más, como bufonea el Clonista, no tician nada, no pintan nada. Solo añaden enfermedad y calentura. El Clonista da fe de ello.

            13-1-02

            Después de una carrera de ½ maratón, un cansancio infinito acompaña al Clonista por la devastada y estremecedora geografía del diario tras haber corrido junto al sereno mediterráneo en una población, Sitges, que ha sabido preservarse, dentro de lo que cabe, de la destrucción masiva que supone el turismo. Berlusconi sigue duceando, ahora frente a la justicia; González y Valdano, más un empresario, añaden palabras al sufrimiento argentino y no aportan ni un vatio más de luz; el agua de Bangla Desh está contaminada por arsénico; y en Alemania eligen a un bávaro derechista como oponente de Shröeder. Así va la realidad, y más chata aún por los barrios nacionales, con una bomba de ETA que sigue fiel a su absurdo; con Redondo Terreros -que no supo retirarse ante el futuro que encarnaba Díez- dejándose querer para volver a convertirse en escudero de Mayor Oreja; y con vertidos de mercurio en el Ebro, etc. Ignora el Clonista si su captador de realidad particular, por deformación vocacional, es más propenso a detectar ésta en las noticias culturales. El estreno de un teatro en Sabadell con Cinco horas con Mario le pasa por delante de los ojos el psicodrama rodado por Josefina Molina, Función de noche, a propósito de aquella obra, y en el que la actriz y su esposo se desnudaban con una vergüenza infinita y una sinceridad solo un pelín afectada. Aquellas lágrimas y la angustia contenida en una garganta por la que a muy duras y secas penas pasaban las palabras tienen más realidad que toda la danza del mundo y de España. Lo del nada humano me es ajeno, ¡qué mentira tramposa! Real, hoy por hoy, ¿qué puede serlo? Las imágenes retenidas son ahora un batiburrillo en que se confunden con la publicidad o con lo anodino. Por pura coincidencia temporal -ayer el Clonista y su conjunta vieron En construcción-  rescata su memoria el rostro jovial y dulce del paleta y poeta-filosófico marroquí que la interpreta, y al que de poco o de nada le ha servido tal interpretación hasta el presente. Su suerte, con todo, es bastante mejor que la de tantos inmigrantes como llegan a Fuerteventura o a playas andaluzas con las esperanzas intactas y con el servilismo esclavista dispuesto a ofrecerse a cualquier explotador a cambio de la comida, un mísero alojamiento y poca cosa más. ¡Qué realidad contundente -¡y tan escasamente contendiente!- la de la carencia absoluta!

miércoles, 4 de marzo de 2015

     11-1-02

            Es insoportable ver avanzar los días sin que nada hiera el corazón hasta dejar una señal indeleble. Por el contrario, aterra oír al argentino Duhalde que su ideal sea ser Adolfo Suárez y, casi al mismo tiempo, amenace con que si se da un paso más habrá un baño de sangre. Se oye algo así, sabiendo que los argentinos no pueden disponer de lo que es suyo y está guardado en los bancos, y ¡cómo no reaccionaría uno en su lugar! Como si las necesidades de los niños o de los ancianos admitieran estrategias gubernamentales. ¡Al carajo con los ladrones de todo pelaje y bien repeinaditos! Como los que roban aquí, en la Cataluña medieval infestada de peajes. De toda la anodina colección de supuestas realidades que habrían de condicionar la del Clonista o la de la que se supone que forma parte a título pro indiviso, nada se le queda hoy, a excepción de la agresión sufrida por Molina Foix –siempre el buen recuerdo de La comunión de los atletas- a manos de un crítico aguerrido y agresivo, ¡a saber si no pagado por el propio Dragó! De malicias también se vive, y mucho. Por suerte, al final del mapa mudo del diario ha encontrado el Clonista el espíritu de esta clónica en la afilada invención y la desolada constatación de Millás, a quien el prodigarse sienta bien: “la información no publicitaria tiene los días contados. Si la gente dejó de usar el monóculo (...), ¿por qué no va a dejar de usar las noticias, que no  sirven para nada?” Así es. El menosprecio de la realidad va en aumento. En el supuesto de que sea algo tan claro y evidente como lo acabado de enunciar. Cada día parece más complicado afirmar incluso que la tal realidad exista, más allá del extravagante mundo de la creación artística, por supuesto.
     9-1-02
            Liberado de la fiebre, aunque plagadito de convulsas expectoraciones, la realidad sigue teñida de corporeidad castigada. Más cuando la noticia de la avidez sexual de Iris Murdoch, incluido Elías Canetti en plan sádico, resulta una noticia destacable. Los jugos corporales, al cabo, siguen convocando la atención de la especie como si no hubiéramos salido de la Edad Media y aún nos guiáramos por los famosos humores teóricos. A su lado, la palidez de noticias como el triste tango argentino, la ducemanía de Berlusconi, a quien defiende el no menos carismático Aznar, la malversación de fondos en el Ayuntamiento de Madrid y en uno de los partidos que gobierna Cataluña y otras noticitas así es tan evidente como la incapacidad de retener ninguna de ellas tras haberle puesto punto final a la lectura de la ventana abierta al mundo congelado.

            10-1-02

            Colgado aún del Kleenex, parece como si un lienzo blanco le velara en parte la realidad al Clonista y, de paso, le deslumbrara. Cuesta fijar en la memoria lo anodino. Y anodino es casi todo lo que pasa. Aun a pesar de los tintes de tragedia cuyas manchas quedan bien lejos, extendidas como maldiciones inoperantes en las páginas del diario. Todo, como la propia vida del Clonista, es minúsculo. Ya miente. Hay grandezas ciertas: la satisfacción de los hijos; el placer de la contemplación de la conjunta; las dos páginas arrancadas a la novela en curso; la seguridad de un entrenamiento decente, etc. Y junto a todo ello, las inacabables discusiones sobre estrategias y miserias en  las vascongadas, cuando la situación de falta real de libertad es tan evidente como la de los judíos y todos los demás opositores en la Alemania de Hitler. Falta real, ha escrito. Cree saber el Clonista , después de haber padecido una dictadura hasta los 24 años, qué realidad es ésa. De modo provocativo, pues la insertan en las páginas de Sociedad, en vez de en las de Internacional, se publica la noticia de que Bush aprobará una ley para que los colegios donde se produce el fracaso escolar puedan echar a sus profesores a la calle. He ahí, de repente, una realidad con la que no contaba: expulsado a las tinieblas del paro, llevado a la quiebra económica, a la miseria, a la imposibilidad de seguir proporcionando a sus hijos lo que necesitan, sobre todo una buena educación. A veces desde la letra impresa el salto a la realidad es un ejercicio de acrobacia o funambulismo que espeluzna. La suerte es encontrarse, por feliz designio de los hados, un artículo como el de Arcadi Espada acerca del siluro albino, ¿escata de neu, tal vegada...?, otro de Jordi Llovet sobre los anacoretas y un detalle estadístico impagable -porque la estadística es la realidad última, la realidad de realidades, la única, quizá, con la que tienen contacto los políticos que obran sobre la polis: Artur Mas, el candidato más quijadesco..., es el preferido por los mayores de 65 años... ¡Menudo golpe a sus vanidad de joven estrella ascendente del nacionalismo! ¿Habrá pasado ya el sarampión nacionalista? ¿Se habrá quedado, el oxidado ideario, para tertulia geriátrica del IEC?

martes, 3 de marzo de 2015

     8-1-02

            Secuelas de flemas y mocos varios le acompañan al Clonista en la gradual reincorporación a la vorágine de la vida cotidiana. Visita al médico y la euforia de cuatro días de baja para recuperarse de la semana de gripe asesina. Sin la fiebre, sin trabajo, y a pesar del día nublado, la realidad tiene un perfil amable de vieja dama educada y bon vivant. YSL abandona su oficio exquisito y se retira a su vida excesiva. Su rostro tímido y atormentado a un tiempo, y su figura a lo Dorian Gray, se imponen con la rotundidad de las leyendas, en su caso la consagración del exceso como norma de vida. ¿Cómo alguien dedicado a tan lujoso menester es capaz de sobrepasar ese círculo de exquisitez, esa burbuja aislante, y revelarse tan humano, hasta hacerse tan real como quien lo ve, frágil y viejo-niño, en las fotografías del diario? El contexto es cruel, no obstante, porque las fotografías de los periódicos establecen un nexo vital con las otras imágenes del diario, en su mayor parte publicitarias, y crean un ámbito de relaciones perversas difícil de ignorar. Los compromisos familiares obligan al Clonista a leer el diario robándoles minutos. Y no deja de sorprenderle la facilidad de la realidad para volverse tan chata como las propias hojas del diario, tan quebradiza, tan volandera. Al poco de haber desplegado ante el Clonista la selva muda de Argentina, la bronca italiana, las pérdidas de los inversores españoles en Argentina, la reflexión sobre la banalidad de las programaciones televisivas, la dura existencia asociativa del Racing de Avellaneda, la dificultad de adaptación a la esclavitud saudí de una piloto norteamericana y otras espectaculares informaciones como éstas, ¿en qué molde vacío habita el Clonista? Sigue leyendo Entre visillos y ni siquiera aquella vida provinciana y deprimente parece poder alcanzar plenamente su propia naturaleza de realidad. Mal pinta este asunto, si la realidad no puede venir más que de la reflexión, si uno no puede sentirse en ella, palparla con ansia mientras vive, o la vive.

lunes, 2 de marzo de 2015

     5-1-02
            Hundido, aún, en la devastación febril, el cuerpo impone su destemplanza y toda la realidad está como sobrecalentada. Reyes Magos e ilusionismo para adoctrinar a los esclavos, desde infantes, en la esperanza redentora. Reducida, a última hora, la realidad a la máquina mágica del salón: un hombrecillo de blanco, calvo y alto, electriza con suela de imán a cuatro defensas para empalmar un disparo de zurda que borda la otra ilusión, la adulta.

            6-1-02
            Medio desaparecido en el febril combate. Un estallido de consumo lo salpica todo de forzada alegría y disimulada indignación. 37'7 parece el precio en euros de una película borrosa en la que los descamisados argentinos y la tensión indo-paquistaní se mezclan con los envoltorios desgarrados y los ajustes de cuentas hechos en las juguetecas domiciliarias con la excusa de la festividad.

            7-1-02

            Vencido y derrotado el ejército febril, las secuelas debilitadoras de la acción de los antibióticos aún disfrazan la realidad de aventura soñada. Ha corrido el clonista como si fuera flotando, pérdida de quilos incluida. Ha comprado como en estado de gracia o con la gracia de un estado de opereta con dinero de ludoteca infantil. La memoria inmediata se resiente y del mundo impreso salta a la realidad del último día de vacaciones apenas la promesa de una película olvidada, Detour, de Edgar G. Ulmer; la rabieta representativa de Berlusconi, cada vez más Ducesconi; la imagen del primer ministro de Afganistán, a quien, tal como aparece en la fotografía, le impedirían la entrada en cualquier establecimiento comercial occidental, o bien lo someterían a estrecha vigilancia de la seguridad privada del local en cuestión; y, finalmente, la quiebra de Enron y la ruina de miles de sus empleados cuyos planes de jubilación estaban participados por la compañía. ¡Qué vértigo, el del paso inmóvil del tiempo! ¿Dónde está y cómo se describe la realidad, si es que existe, de las horas dedicadas a preparar los macarrones, recoger la ropa tendida, organizar la mesa de trabajo, preparar el lavavajillas, instalar el nuevo vídeo, etc.? ¿Cada uno de esos minutos los ha habitado anestesiado, ciego, mudo y sordo? ¿Y no habrá antídoto contra las preguntas mediocres? Lo que hay son, sin duda, proyectos imposibles, y éste de la Clónica tal vez lo sea. Insista, pues, al menos durante lo que su desfachatez -que es la auténtica obra del tiempo sobre su persona-  se lo permita, el Clonista.

domingo, 1 de marzo de 2015

4-1-02

            Desde la caverna de la fiebre, todas las sombras se confunden, laminadas, como un río inaudito y perezoso. Ninguna realidad se recorta sustantiva salvo el accidente dentro del túnel en el que se esparció la carga de un remolque: enjambres de abejas. Ni la policía ni los bomberos ni la ambulancia, ante tal amenaza, pudieron entrar a auxiliar a los heridos. ¿Solución? De cuento. Se mandó recado a un apicultor que, por artes de Hamelin no descritas en la realidad impresa, se las llevó a un prado cercano, tras lo cual pudo accederse al lugar del bordoneante y dulce suceso. Mencionar la firmeza de reprimido histérico y meapilas de Ibarretxe o la gallita foral de Montoro frente a la poesía del apicultor de Hamelín, sólo nos llevaría a dudar de que una misma realidad pueda cobijar a ambas sin merma absoluta de su credibilidad.           
3-1-02

            Siguen la fiebre y las convulsiones expectorantes, además del ardor insoportable de la faringe. La realidad de la enfermedad, los sudores, los temblores súbitos, los escalofríos, el entumecimiento y la torpeza general sí que tienen una entidad que aún no logra encontrar el Clonista en el reto chulesco de Ibarretxe, el desangelado figurante de Star Trek. Mala película la suya, a fe. Como espectacular lo ha sido, por el contrario, la de esos jóvenes australianos que han creado sus efectos especiales mediante la extensión del incendio que encapota Sidney de ceniza y pavor. De todos los fragmentos impresos que han acompañado al Clonista en la realidad de su pereza turbia de hoy, ninguno tan vivo como el juego dramático del perrito mestizo que, entre bromas y veras, o váyase a saber cómo, desgarra a su vieja dueña las varices de una pierna y consigue que muera desangrada. La agonía romana de esa mujer, mientras su mejor amigo no entendía nada de nada y quizás ladraba como solo los humanos sabemos hacerlo frente a lo que nos desconcierta, debió ser un momento de insólita suspensión temporal. El Clonista lo ve todo en silencio: la mujer, incapaz de moverse; el perro, saltando y ladrando, sin que se oiga ni la sombra de un decibelio, alrededor del pesado corpachón de su ama. Ahí sí que la realidad, aun narrada, sacaba arrestos para imponerse. En el lamentable estado del Clonista, una película de exultante morbosidad, Crash, de Cronenberg, ha sido capaz, como lo hiciera la primera vez que la vio, de mantenerle en una erección desafiante, cuando la fiebre le tiene de un morcillón desesperante. ¡Qué sensación tan extraña, ésta de sentirse castrado mientras la fiebre te impone su realidad escalofriante!