viernes, 13 de marzo de 2015

20-1-02

      ¿Cómo puede pasarse por alto, en ese batiburrillo de caras de la realidad, la erupción del volcán Niragongo y la ocupación de la ciudad más próxima, Goma, en África, por los ríos de lava? Las fotos hoy de las lenguas de lava ocupando las calles sí que es un argumento contundente para la memoria arbitraria, o caprichosa. Otros ríos, los de agua, en Cataluña, andan tan muertos y contaminados por la industria que bien podría acusarse a la Generalitat de complicidad en el asesinato ecológico, dada la complacencia con que contempla esa catástrofe. Pero en cualquier gobierno, como en los partidos, la lucha por mantenerse en el poder, a veces contra viento y marea, o bien por reconquistarlo, absorbe todas las energías. Ahí está la sutil defenestración del escudero de Mayor Oreja: apeado con puñalada trapera o daga florentina, va en gustos, pero con indudable eficacia y contundencia, y quizás merecida. Cuando se enfrentó a Rosa Díez, el partido perdió la oportunidad de elegir a su madre coraje particular para salir del marasmo a que obliga una situación de falta de libertades y de dura supervivencia política, con la inhibición del nacionalismo gobergonzante. El Clonista se siente cansado. La realidad tiene a veces desplantes que se clavan en lo más profundo del corazón, y en buena medida tienen orígenes triviales, pero te hacen trizas. Un domingo de trabajo rutinario para quienes después en nada valorarán lo realizado con tanta dedicación. ¡Peste de docencia!

jueves, 12 de marzo de 2015

19–1-02

            Cada día que pasa le desconcierta más al Clonista la imposibilidad de tener una clara conciencia de la realidad en la que supuestamente está metido hasta el corvejón. Todo se le descompone y se le escapa, todo es inseguro y en nada ni nadie puede uno fiarse; la vida, como agua en cesta, se dilapida en instantes fugaces que no componen ninguna imagen reconocible. Sabe que Enron acabará enredándose en el gobierno de Washington y sacándole los colores verdes a muchos patriotas patrioteros, los mejores estafadores del mundo entero. Sabe que dos de los tres jueces que excarcelaron al narco arremeten contra el presidente de la Sala, al que responsabilizan de haber inclinado la balanza hacia el favor del acusado más de lo que la justicia y el sentido común exigían. Sabe que aún, y no sabe si será el último día, aparecen artículos glosando la figura de Cela. Con todos ellos se puede construir una hermosa panorámica de vanidades, porque, quien más quien menos, todos quieren estar a la altura estilística del difunto, y ahí hay más de un desastroso naufragio. Sabe que un anuncio de mujeres con tallas de la 42 a la 46, hermosas y mujeronas como ellas solas, reconfortará a muchas acongojadas. Sabe que Bayer y Axa andan con problemas: la primera asociada a 100 muertes por un medicamento, Lipobay, que suena a píldora para adelgazar, la píldora que esperan más de 1000 millones de personas del primer mundo; la segunda, porque la justicia la obliga a pagar de inmediato más de 1'85 millones de euros a un asegurado, tras batallar en los juzgados hasta la extenuación, porque una aseguradora ha de luchar por captar clientes y, sobre todo, para impedir desembolsar ni un euro a nadie. Y con cuanto sabe sólo sabe que todo se desvanece como por ensalmo y desaparece, y se siento solo y descolgado de la realidad frente a la pantalla del ordenador donde la vida se reduce drásticamente a un juego de contraste tradicional: negro sobre blanco. Y el Clonista quiere creer que en esas cadenas de monótona morfología está la realidad como un hecho, no como la desfiguración bícroma de un desvanecido y adormilado proletario y paterfamilias.

miércoles, 11 de marzo de 2015

18-1-02

            La muerte de Cela cubre hoy, prácticamente, toda la realidad de este país. Y se le recuerda omnipresente, egocéntrico, genial, generoso, deslenguado, payaso, amigo de sus amigos y enemigo de tantos más. Toda una vida dedicada a construir una biografía singular y barroca es lo que la muerte se ha llevado por delante. El hombre-archivo permanece, no obstante. Su sed de postumidad se ha saciado. Se lo ha tragado la tierra y él cree habérsela llevado con él a las raíces vivas de la naturaleza. Entre los demás, los que seguimos batallando con la mascarada de lo que él ha perdido para siempre, los hay de toda clase y condición: desde quienes han oído o leído su muerte con la indiferencia de la altivez y la mediocridad, y quienes la han oído o leído con curiosidad, afecto, sorpresa e incluso desgarro, que de todo ha de haber en la viña del Señor. Pero la realidad está hecha de cosas tan pequeñas como los cambios de agenda y la criba terrible de los que van cayendo. ¡Qué tentación, siempre, ha tenido el Clonista de acercarse al pasado intentando ponerse en contacto con todas y cada una de las personas que figuran en sus muchas agendas, y a las que el olvido ha cubierto como la lava y las cenizas a Pompeya! De ahí sí que saldrían retazos de realidad insospechados, visiones de sí mismo inauditas y sorprendentes. Demasiado ego, le parece al Clonista, para tan poca sustancia. Se le debe haber pegado del ínclito deceso. Realidad emergente es la aparición, en recuadro inferior -columna arrinconada- de la silenciosa guerra ruso-chechena, de la que hacía casi un año que no se sabía nada, por lo que había dejado de formar parte del equipo titular de la realidad. La más intensa -realidad- es, sin embargo, la falta de tiempo, es decir, su volatilidad. El Clonista se reconoce incapaz de seguir el ritmo vertiginoso de la vida cotidiana, tan llena de minucias importantísimas, y, al mismo tiempo, certificar que en él es donde se cumple la realidad. Hay una oquedad tremenda en el 90% de un día cualquiera como hoy mismo. De hecho, el Clonista está aquí, de regreso del día 20, por lo que, a la relectura de la realidad, se le superpone una distancia que anula cualquier consideración mínimamente atinada, ya que no inteligente, sobre límites, sustancia, pertinencia, o lo que se quiera, acerca de la realidad. Corta y cierra.

martes, 10 de marzo de 2015

17-1-02

            No está en la realidad impresa -que condiciona tanto esta Clónica- pero desde la radiofónica se ha instalado con rotundidad -la misma de su propia vida exuberante y provocadora- la muerte de Camilo José Cela. Mañana cubrirá páginas y más páginas de todos los diarios como si fueran un sudario redactado pobremente y sin los tics barrocos del gallego ya universal. La furia y el patriotismo argentino unidos siguen marcando el territorio con su reguero de desesperaciones, abusos y amenazas de males mayores e imprevisibles. Por la parte de acá, los tribunales obligan a que el Ayuntamiento de Sevilla combata el botellón, esa edificante costumbre juvenil de cogerse un buen peo y convertir las calles en urinarios y discotecas durante toda la noche. Y junto a esa creatividad espirituosa juvenil, la constatación de la escasísima dedicación del varón español a las labores del hogar, salvo honrosísimas excepciones entre las que el Clonista tiene a bien,  de su sociedad familiar limitada, contarse. Y al final, el recurso a la publicidad de la firma Artur Andersen para lavar su “pecadillo Enron” y persuadir a sus actuales y futuros clientes, a golpe de talonario y de creatividad publicitaria -la gran máquina de la alienación contemporánea-, de la bondad intrínseca del 99'99 de sus actividades. Por cierto, en la realidad trazada con la escala del diario, ¿qué parte ocupa el suplemento Quadern, dedicado a la cultura catalana? El Clonista se pasea por el suplemento y tiene todita la sensación de hacerlo por una necrópolis, o por una abadía benedictina en el siglo XVIII. Supone que es realidad “palpitante” de este país, pero no le abandona la percepción de la criatura como un museo de taxidermista. Hasta el negro de la tinta de sus páginas parece distinto del del resto del diario. Le resulta incomprensible, su sensación. En fin, después de un entrenamiento satisfactorio, la realidad ha de contemplarse desde una calma infinita, la del descanso reparador e inminente. Ya.

lunes, 9 de marzo de 2015

16-1-02

            El “corralito” -esto es, el secuestro de los fondos propios de millones de argentinos- acabará provocando una revolución “a sangre y fuego”; Enron provocó su ruina mediante el maquillaje contable practicado por los directivos sin escrúpulos y amantes del enriquecimiento rápido “hasta que les pillen”, algo que, contando con el beneplácito de auditores externos como los de Artur Andersen, ni tiene riesgo ni fallo; un ministro noruego conservador se casa con su compañero, o sea, como si Rajoy, un buen día, nos revela que hace lo propio con zutanito o menganito, ¿cuál sería la realidad, la noruega o la española?, ¿cabría en la realidad el matrimonio español?; Redondo compadrea con Aznar a espaldas del PSOE y saca pecho de su escuderismo al por mayor; el arzobispado de Valladolid se refugia en el Concordato para escapar a la acción de la justicia, porque, como es de rigor en este estado en absoluto laico, la Iglesia Católica tiene bula, además de una jeta gloriosa; tras 27 años de cárcel es excarcelado un británico a quien no se ha podido  probar que fuera el autor del asesinato por el que se le condenó; con cara de pícaro justino, Terenci Moix se asoma a la ventana papélica y explota su comunión egipcia en una novela con ribetes de astracanada; Félix de Azúa nos dice que el nazismo es una manifestación cotidiana del poder económico al que estamos sometidos y que aceptamos casi sin rechistar, y ahí está Berlusconi para no dejarle por mentiroso... Y en ese tapiz han de reconocerse las cuatro esquinitas que tiene el mapa de la realidad del Clonista, con sus cuatro angelitos mafiosos que se la guardan. Mientras tanto, el acarreo de la prole de aquí para allá, la necesidad de cerrar los ojos y purificarse de sueño, más la urgencia de alguna lectura profesional, ¿en qué convierten la realidad?, pues en una alfombra pesada que ha caído de quince pisos y  tiene al Clonista planchado contra el patio del entresuelo, abatido por la deleznable figuración del abrumador estampado. A veces la realidad se impone hasta hacerle pedir auxilio, y aun sabiendo que es ella misma la que te atiende, amordazándote con sus hábiles manos de perfecta prestidigitadora. Recorrer una larga jornada sin tener clara conciencia de que los espacios por los que se atraviesa son el decorado de una aventura simplicísima es el pan duro nuestro de cada día, y de ahí la sorpresa que suele deparar el mero hecho de plantarse en una esquina y detener la atención en una fachada, un comercio, un portal, el diseño de un bar recién abierto, la decadencia de una tienda abocada a la ruina y tantas otras pequeñas realidades que uno nunca llega a saber si efectivamente son hijas de la gran realidad absoluta, hegeliana. Y aquí lo deja el Clonista, hasta mañana.

domingo, 8 de marzo de 2015

15-1-02

            Contado en los diarios, parece una historia de historieta: ¡la galleta asesina acaba con el presidente de Usamérica! El rostro tumefacto por los golpes sufridos en el acto de desvanecerse es un claro ejemplo del poder del azar. La escena, con todo, dispuesto el presi a ver su partidito de fútbol usamericano en la tele con su aperitivo de galletitas saladas, resulta tan vulgar como lo hubiera sido la muerte que le rondó. Su mujer -una santa y sabia mujer- leía en otra estancia. Igual sucedió que lo que se le atragantó fue su amistad íntima con el estafador de Enron, quien recibió la inestimable ayuda de los auditores de Artur Andersen. Esa sí que es una realidad al margen de la de todo el mundo, una realidad de excepción: la de los grandes ladrones que dejan tras de sí un dramático reguero de damnificados, o la de los pícaros que se aprovechan del poder, de su poder sobre los políticos, o en connivencia con ellos, para saquear los dineros públicos o privados. Alerta con los Alierta, Rato y compañía de Alí Babá, más el archifamoso ecónomo de Valladolid. Pícaros de altos vuelos, sí, pero habitantes de una realidad en la que la sola mención del divino dinero –siempre estafado o robado- es de malísima educación, como si estuviera manchado de mierda, la del dicho popular: oro del que cagó el moro y plata de la que cagó la gata. Esos mismos ladrones son los que, políticamente, se asustan de la invención de colocar máquinas expendedoras de preservativos en los institutos de enseñanza media. La idea es deslumbrante. ¡Lástima que los lavabos ya no puedan convertirse en refugio de amantes adolescentes para polvos gimnásticos!, pues andan todos cerrados para evitar que los destrocen. Al fondo, como una promesa de mejor realidad, una película del hijo de John Cassavettes. El cansancio del cuerpo tras el entrenamiento en montaña sí que impone una realidad durísima: la del agotamiento y la búsqueda del descanso.