viernes, 20 de marzo de 2015

27-1-02

            Una buena media maratón sí que te indica que la realidad de los ritmos cardíaco y respiratorio, además del de la zancada, son de una consistencia que abruma. Los vecinos que disfrutaban de un parque creado con mimo por la municipalidad de izquierdas y los otros, los vociferantes bocineros de los coches subordinados a la prioridad de paso de la carrera pedestre, conformaban una estampa de tan reducidas dimensiones, de tan mínima trascendencia que parecíamos, todos, aislados de la realidad, como sometidos a una prueba para ver si, en el diseño general de la vida humana planetaria, se nos habría de añadir como ejemplo de la vida corriente de un pequeño pueblo en cualquier lugar del mundo. Creo que hemos sacado nota. Desde ese esfuerzo dominical, se le ha ido al Clonista la imaginación a tantísimos lugares del mundo en los que lo semejante y lo radicalmente opuesto tuvieran lugar, que  ha intuido una obviedad: donde uno está se halla el centro del mundo, de todo el mundo, del universo. Lo cual no supone que haya uno de situarse frente a la realidad al estilo del inefable califa Anguita, de cuya voz parecía depender la buena y concertada marcha del planeta. Antes bien diría todo lo contrario: cuanto más se reconoce la pequeñez propia, antes se aprende esa extraña y compleja realidad en la que, supuestamente, ocupa un lugar inintercambiable. Fijémonos, por ejemplo, en la fatuidad exhibida en la compilación real del día: los pprotagonistas del congreso a la búlgara; los cachorros prematuramente envejecidos de la derecha, y los cachorrillos provincianos del hortera del textil. Ese despliegue de tenebrosos espejos del alma, ¿qué realidad son o conforman? ¿No la deformarán, en realidad? Sin fotos, claro, ocupan su quintacolumna las escabrosas noticias de los inmigrantes muertos o desconsiderados, guetados, también en realidad. Eso sí, todas las miserias quedan atrás cuando una herencia, como la del Nobel, tan aficionado al capital, se presenta sometida a disputa. Y suma y sigue. Aunque ha de restarse, por significativo, el hecho de que la última morada en el mundo de los vivos de Walter Benjamin amenaza ruina y de que, tras el 60 aniversario de su muerte, aún no se haya constituido la fundación para la que se ofrecieron Eco, Mayor Zaragoza o el expresidente alemán Weizsaecker. Murió paria y paria permanece el judío errante que quiso vivir al margen de las fronteras y murió en una de ellas. ¿No agota la realidad? ¿Cómo puede sufrirse, si no, que Cruise y Cruz acaparen tan magnífico espacio de la misma en el diario? Otro tanto sucede con los señores en calzones cortos que golpean la esférica, o los que con el bastón hacen gua a mucha o poca distancia, o los que, en el argot de los lejanos 4 años del hijo del Clonista, encanastan, y sería larga la suma. Sí, sin duda: la realidad agota, muele, lamina. Hay que ser una persona muy fuerte, de una entereza mítica, para que le quepa a uno en la consciencia y en el inconsciente la viscosa red de araña por la que buscamos senderos que sólo llevan a un vientre agradecido. Definitivamente, el Clonista no sabe qué sentido tiene plantearse qué pueda ser, o cómo, e incluso para qué, una realidad-cebolla que sólo esconde, como las buenas máscaras, el vacío sin nombre, tal vez el bacín...

jueves, 19 de marzo de 2015

26-1-02

            El espperpento que gobierna televisión ha rectificado y ha anulado un homenaje a Marsillach ¡nada menos que en Cine de barrio, con el inefable Parada al timón lacrimógeno, topiqueril, empalagoso y hortera! La cosa iba, pues, de recochineo, esa chulería típica de la derecha, a lo Millán-Franco en la famosa foto del abucheo, del ¡os vais a enterar, hombre! Ese tufo y aires legionarios son los que se respiran en las fotos congresuales del PP. Excepto en la de la portada, una toma cenital en la que el ínclito y simpatiquísimo Aznar parece imitar a José Luis Gómez en Informe para una Academia, lo cual ampliaría hasta el teatro el limitado repertorio de sus inclinaciones artísticas.  Hoy, un sábado soleado de enero, que invita a refugiarse en una de las mejores partes de la realidad, la naturaleza, parece que esa suma de unanimidades, tan poco unamuniana, sea toda la realidad. Una de sus esquinas la rompe el suicidio de un responsable de Enron. Otra, la de la huida de un primo de Mohamed VI, que ha salido por piernas del coto de caza de su encumbrado familiar para no acabar en la sala de trofeos del dictador. Y a Goytisolo, Juan, lo poco que se le escucha clamar contra el feudalismo marroquí... Y Zapatero, ¡hay que ver!, lo pronto que aprende a taparse las narices y a mirar hacia otro lado, y no precisamente hacia aquel por donde caen los saharauis, ciertamente. El resto de la realidad se ha quedado escondida, desaparecida en combate, la crisis presupuestaria vasca y, hasta cierto punto, el recochineo de los jueces conservadores que han renovado el tribunal supremo con todos los de su bando. ¡Qué propio, en este país, lo de las banderías, los bandos y las banderas! Y el Clonista no dice más. Le espera la ficción, que no está en ninguna parte, y menos aún en la realidad tan chatorra, tan de balance y de debe y de haber y de activos y pasivos y de cash flow y de liquidez y de optimizaciones y de..., y lo deja.
24-1-02
            Fini, Chávez, el primo de Mohamed VI, la derecha judicial, Ibarretxe contento con la ayuda de los amigos de los pistoleros fascistas, 1600 kilos de cocaína metida en tablones de madera, más Cela, más Marsillach, i dues empàtiques declaracions d’en Narcís Comadira: “La vida s’ha complicat moltíssim” i “Els patriotismes sempre m’han rebentat”. La entrevista al poeta y gastrónomo es la única luz del día en un abecedario, ut supra, de miserables. Y seguro que el Clonista suscribiría lo que ayer dejó dicho. Eso vale casi como dejar en un nicho. Y los diarios, o las clónicas, tienen algo de nicho. Veamos cómo puede quedar apañadito el de hoy, o adecentado: unas flores por aquí, un buen limpiacristales y un poco de Sidol ¿aún existe el Sidol? para la cruz. Cuando de nuevo acecha la galipandria de un constipado cuyo devenir aún es incierto, y cuando se ha luchado contra él con un buen entrenamiento coronado por una buena sauna de vapor y un hidromasaje, ¿qué otra realidad más tentadora que la cama, donde aquélla acaba de desbaratar definitivamente sus fronteras y sus rostros para hacernos agradecer reencontrarnos con nuestra cuarto y nuestra rutina así que ha sonado el despertador? A ella voy, a sumergirme en la tibieza del imposible olvido.
    
25-1-02

            Van sumándose los días y ni por asomo aparece un esquema aprehensible de la estructura de esa quimera a la que llamamos realidad. La rutina, la anestesia, la desgana, ¡el sueño!, el atropello de labores que se tejen sin aparente fin, todo conspira para provocar este aturdimiento desde el que, sumidos, la realidad toda se desfigura y desaparece. ¿Qué puede tener corazón de realidad cuando el atentado contra el genocida libanés ¡cristiano! parece salido de la película Spy Game? No, no, ni por asomo va el Clonista a entrar aquí, ni ahora -la plácida y fugacísima tarde sabatina de un descanso semanal más que merecido- en ese laberinto de sombras adhesivas que es el binomio realidad/ficción. Del día de hoy- en realidad el de ayer, pues escribe esta clónica tan a salto de mata como le fuerzan las obligaciones familiares- queda la sensación de una realidad chicle estirada a gusto de los diarios. Para ellos la realidad es un inmenso y amenazador cuadernillo de hojas blancas que han de ser cubiertas hasta el último rinconcillo, por miserable que sea. En uno de ellos ha aparecido la intención de los responsables de las escuelas municipales de ofrecer una clase de “hogar” donde, sobre todo los niños, aprendan a realizar trabajos que hasta el presente había venido desempeñando la mujer sin haberse podido permitir  rechazarlos, salvo casos excepcionales, es decir, mujeres de excepción. Al Clonista, que lleva desde los nueve años familiarizado con las escobas, los fogones y la intendencia, una iniciativa así le confirma siempre lo lentísimamente que avanzan las sociedades. El euro mismo es una prueba inequívoca.  La heroína dispensada a los drogadictos bajo control médico es otra. Y lo hace el “moderno”  Zaplana, supuesta cara liberal del PP. A un reciente multado, aunque justamente, le suena a miel la obligación del Ayuntamiento de devolver el importe pagado a la grúa municipal al haberse anulado la multa que provocó el “secuestro” del vehículo. ¿Qué realidad es ésta en la que sales del portal y lo primero que ves es el suelo parcelado por el ayuntamiento para cobrarte un peaje por estacionar el vehículo? Todo está sujeto a tasa, impuesto y peaje. Se diría una exageración que respirar cuesta dinero, pero mucho me temo que ya hay comisiones trabajando al respecto, ¡qué nos hemos creído! Si beber o morir ya se llevan un pico, ¿por qué respirar va a salir gratis? Lo no dicho

miércoles, 18 de marzo de 2015

23-1-02

            ¡Qué ingrata memoria a cortísimo plazo! Doblar la última página del diario supone haber perdido en el pozo oscuro del olvido casi el 90% de lo leído. La realidad nos hiere con una fugacidad insultante. Y no hay más remedio que aceptar. Día a día se arrastra una cola de acontecimientos cuyo devenir acaba por anestesiarnos, por inmunizarnos frente a los muchos frentes del horror, que si no es jinete del apocalipsis, debería serlo; un horror pluriforme que vemos domesticado en las columnas, incapaz de salpicarnos la sangre exaltada de sus entrañas. Los titulares de un diario pretenden marcar los hitos de la realidad, y en esa disputa feroz se aprecia la inevitable naturaleza fragmentaria de una realidad que difícilmente se sujeta a la voluntad de los poderosos grupos mediáticos. Barrionuevo y Corcuera han sido absueltos de lucrarse con los fondos de reptiles. Vera, sin embargo, ha sido condenado. Demasiada oscuridad, demasiados navajazos traperopolíticos andan de por medio para que nadie pueda poner la mano en el fuego. El Gran Hermano, no obstante, fue preservado del acto de fe propiciado por la derechona. Como bien diría José Luis: ¿y qué me va ni me viene a mí en toda esa alienación política?, ¿en qué medida el seguimiento estrechísimo de tantos lances supuestamente decisivos para la vida política del Estado me proporciona o me quita a mí la felicidad? El viejo dicho, un hombre sin información es un hombre sin opinión, es un lema publicitario de dudosísima verdad. De hecho, la experiencia de esta Clónica casi le lleva al Clonista a pensar justo lo contrario: el exceso de información -y cualquier diario aporta más de a la que cualquier persona puede atender con cierto interés y competencia- ahoga el surgimiento de la opinión, excepto que se genere la mimética de la línea editorial del diario, que es lo que usualmente suele ocurrir. Día alicaidillo éste, parece. Como muchos otros. El gran problema de la vida moderna es ciertamente el cansancio. No sé si el estrés. Pero sí el cansancio. Cansa casi todo. Y el sueño cada vez repara menos. Y la realidad se ajusta peligrosamente a los ritmos de las alarmas que nos gobiernan con su argot carcelario. Marsillach, sin representación gubernamental en su entierro, pues son auténticos facciosos quienes gobiernan, se ha descolgado ya del carrusel de la feria de vanidades, él que tuvo tanta. Por lo demás, entre las noticias de quienes roban o asesinan, o de los bancos y cajas que siguen aumentando su cuenta de beneficios, o de los no olvidados argentinos a quienes les están robando impunemente, encima de decirles que tendrán que hacer sacrificios, ¿qué puede mover a un ser cansado para meterse, a estas horas de la noche, a indagar cuál pueda ser la exacta, la científica fisonomía de la realidad? La pregunta es: ¿existe la realidad?

martes, 17 de marzo de 2015

22-1-02

            Es curioso el funcionamiento de la memoria y la selección de realidad que efectúa. Lleva el Clonista todo el día de hoy acordándose de dos noticias pasadas: la muerte accidental de la hija de un alpinista renombradísimo tras haberla levantado de su cuna y haberla agitado violentamente porque no le dejaba conciliar el sueño ni la desventurada criatura dejaba de llorar: síndrome del bebé agitado, se llama esa realidad cuyo dramatismo hiela la sangre a quienes como el Clonista han la tensión de soportar esas terribles noches insomnes acompañadas de llantos y llamadas desesperadas causadas por miedos atávicos. La otra noticia es la desaparición de Gregorio Fuentes, el pescador cubano en quien se inspiró Hemingway para escribir El viejo y el mar. Y no sé qué me sorprendió más, la muerte de un protagonista absolutamente ajeno a la creación verbal del autor americano, mero pretexto, o la edad a la que falleció: 104 años. Ese tiempo va a necesitar el Clonista para poder desquitarse de los mordiscos que le da el tiempo en estos de la crianza de la prole. Y no dice más, aun pudiendo. La sensación constante de ver alejarse a la vida con su séquito de acciones y conocimientos evanescentes. La imposibilidad de tener una visión ordenada y nítida de la realidad se debe, en parte, al síndrome Stendhal aplicado a las noticias: el exceso de información consigue un efecto no deseado: que el sujeto nivele a la baja de la indiferencia la compleja vida que le ofrecen las historias de toda suerte que le llegan a través de la prensa. Pongamos, por ejemplo, la muerte de Marsillach, tan próxima a la del Nobel a quien El País se encarga de no dejar dormir tranquilo, o mejor dicho, a su desconsolada viuda. El fantasma del pasado, o mejor dicho otra vez, la “fantasma” del pasado se yergue con absoluta y ejemplar dignidad frente a otros espectáculos como el secuestro político del entierro. En fin. Marsillach es realidad de la propia vida del Clonista, pues lo vio en dos funciones que marcaron bastante el mundo teatral de este país: Tartufo y Sócrates. No resultaba una persona entrañable, ni siquiera accesible, pero tenía su puntito de ironía y mantuvo una posición ideológica que salvaba esa barrera de distancia que flotaba alrededor de su persona como un halo. Va de muertes, este año capicúa, desde luego. Y alguna política, como la de Pujol, que lanzó un zarpazo a su sustituto arturapolíneo para que se entere de cómo las gastan los animales heridos. Minucias de la farsa política. Como las protestas blandengues del melifluo y bienintencionado Zapatero. ¿Hay algo más alejado de la realidad que la vida política, esa sección fantasmagórica y colegial? Y es ella quien determina buena parte de la vida cotidiana de cada uno de nosotros. Vivir de espaldas a ella es vivir sodomizado por ella, ignorándolo, como ignoró la Virgen su preñez redentora. Aún el eco del suceso antiguo, porque suena a crónica de El Caso, estremece en los sórdidos detalles del asesinato. Chivos expiatorios del inaccesible asesinato del marido, fueron las débiles criaturas a quienes en mitad de la noche su madre, armada con el cable del cargador del móvil, estranguló. Uno de ellos forcejeó lo que pudo y dejó la marca de sus uñas en el rostro de la fiera. Si llegaron a verla, y más allá de la necesidad de respirar que los empujaría a resistir entre convulsiones, ¿qué pudieron llegar a entender antes de expirar?, ¿qué confusión no les heló el humor vítreo y les dejó en la garganta un ma… sin la dulce redundancia? Ya está cumplida la venganza. La vida ya está deshecha. La realidad se ha impuesto con sus signos y sus actos incomprensibles. Ni ella, ni el marido, ni el hijo mayor saben hoy que exista ninguna realidad con sentido. Ni ninguno de nosotros, catárticos espectadores de la tragedia primitiva.

lunes, 16 de marzo de 2015

21-1-02

            Los lunes, además de día infernal y maldito, son un agobio de horas encadenadas en la prisión educativa, en el incorreccional. ¿Sobre qué realidad puede uno meditar cuando el peso del vacío lo ha laminado? Abierta la ventana plural de los mundos taraceados, ¿qué se descubre sino la cantinela repetida del día a día sin sorpresas? Extraño modo el que tiene la realidad de manifestarse. Día a día parece como si su existencia dependiera de que las variaciones sean imperceptibles. Y cuando se produce el notición, la bomba informativa, el suceso descomunal, desmedido, usualmente atroz, nadie se cree que sea cierto, y se vive como una alucinación, un sueño o la repetición fantasmal de un recuerdo olvidado. Así, bien se la han jugado a los argentinos, con ese cambio que les va a robar la mitad de sus ahorros, mientras que las grandes y medianas fortunas han evadido sus dólares a confortables y numeradas cuentas suizas como las de Menem. Por otro lado, y aunque será mañana la portada de toda la prensa, ¡qué conmoción tan enorme el conocimiento de que la madre de Santomera ha estrangulado a sus dos hijos con el cable del alimentador del móvil! En el siglo veintiuno, un suceso del menos uno y aun de más allá. Así somos, también. A su modo, pasa lo mismo en el País Vasco: la discrepancia ideológica se resuelve mediante el asesinato ritual y propicio a la mayor salud de los inmisericordes dioses del nacionalismo funesto. ¡Vivir en un territorio con dueño! También Pujol, que ya se va y deja un maniquí-jefe-de-planta-de-El Corte Inglés, a gusto de su señora y de sus hijos, ha gobernado Cataluña al más puro estilo andaluz terrateniente. ¡Para que luego digan que la inmigración no ha dejado su impronta indeleble en el país! A lo lejos, acorralado, Arafat tiembla ante la emboscada del genocida Sharon. ¡Ay, cuántos adeptos tiene la contagiosa religión del terror! ¿Son realidades dentro de la realidad? ¿Realidad comprehensiva, pero una? A estas horas, frente al ordenador, en el caos de tiempos del globo, dormidos y despiertos, moribundos y torturados, escondidos y acechantes, estafadores y altruistas solidarios, ¿con qué sangre colada no escribirá la naturaleza su  terrible venganza ciega? Ni el consuelo de la filosofía, ni la filosofía del consuelo bastan para amortiguar, que es un iluso guarecerse de la muerte, el desconsuelo pronto a transformarse en impúdica ataraxia.