sábado, 11 de abril de 2015



12-2-02

     La realidad prensada también la construye la audiencia televisiva, como es obvio y notorio, en una suerte de interacción diabólica que deja al lector exclusivo un poco confuso y un mucho en ayunas. De otro modo no se explica que un adocenado, cutre y hortera programa de alienación juvenil ocupe espacio de gran noticia de la realidad. En ella han participado, construyéndola, muchos millones de televidentes sin otra cosa mejor que hacer, pero en otro estante del infinito aparador de la realidad ¿muchos? otros ignoraban de forma absoluta qué sucedía en aquel de al lado, tan concurrido y -algo muy grato al gobierno popular- tan silencioso y telefoneante. Así pues, desde la humildad a que obliga la subsidiariedad -palabro que estuvo de moda algún tiempo tras una cumbre europea, tan poética como la mayoría de ellas-, se sumerje el Clonista  en la colmena de la realidad sin ignorar que no es precisamente miel, sino muchas veces hiel, lo que en ella se fabrica. No sabe si este esfuerzo ciclópeo degenerará en condena sisifal o si, por el contrario, será capaz de “atacar” la poliédrica -y puede que quimérica realidad- con bríos siempre renovados y alguna chispa ocurrente que justifique el nulla dies sine linea, pues al fin y al cabo este disparate tiene más de tarea pictórica que de investigación retórica. Dejemos las distracciones verbales y ocupémonos de la taracea diaria. De repente taracea le ha sonado al Clonista a sala de despiece y a matadero. Pues vamos bien. Hoy como ayer Argentina queda expuesta a la conmiseración pública, lo que no ocurre con el acusado de crímenes de guerra  Milosevic; la polémica sobre las faltas de ortografía de los opositores a la reválida se anima: no sólo los diputados andan también poco duchos en gramática, sino que un ministro, Matas, envía una carta en catalán, de escasas líneas, con 13 faltas de ortografía; ¿y quién no se acuerda del Fernando VII del siglo XVIII en boca del mismediocrísimo Aznar en ocasión pública?; el PNV acusa a sus cachorros ideológicos extraviados de ser talibanes, cuando toda la leche, la mala leche, la han bebido de sus ubres: ¿no resultaría de sainete, si no hubiera muertos de por medio y de miedo? Pero lo más real que aparece hoy en la prensa, porque es una realidad sentida por todos aquellos que se han visto en una situación semejante, es la huida del depósito de vehículos municipal de un “cliente” que se negó a pagar el “servicio” de grúa empleado para secuestrarle legalmente el coche. Fue una huida temeraria y en la que hubo hasta tiros a las ruedas del coche por parte del municipal custodio de los vehículos secuestrados. El pobre desquiciado fue arrestado en su domicilio y ya ha comparecido ante el juez. El Clonista espera y desea que el estado de indignación en que uno entra cuando se siente afectado por la arbitrariedad recaudadora de la grúa constituya un eximente de primera magnitud a la hora de dictar sentencia. ¿Se atreverán a someter el delito de ese desquiciado a un tribunal popular? No creo. Cada vez se convence más el Clonista de que la realidad prensada se contagia en demasía de la tinta negra que la fundamenta. Sólo los anuncios polícromos, a veces, parecen lo único real del día. Leída con las lentes bicolor -negro sobre blanco-, la realidad se contagia enseguida de un tono grisáceo que equipara la actualidad al pasado, peligrosamente. 

viernes, 10 de abril de 2015

11-2-02

     ¡Cómo se deben de reír de nosotros! Esa es la sensación de hoy. Siempre resulta tentadora -y si no que se lo digan a Vázquez Montalbán, experto en conjuras protocolarias- la idea de que hay un meollo de la realidad desde donde se nos la administra al antojo de quienes están en él. Pongamos por caso Botín, el principal banquero del país: ¡Botín! ¿Se ríen o no se ríen de nosotros? Y eso que cae del lado del azar nominal no es nada comparado con lo que debe ser la planificación de nuestra ilusión y nuestra ingenuidad. ¿A qué realidad extraplanetaria debe pertenecer, para el cogollo del sancta sanctórum, el catarro asesino que le ha dicho al Clonista que ha cogido el emigrante portugués al que le compra La Farola en Glòries, un hombre menudo, de rostro velazanettiano, y de indefinida edad, quién sabe si al final de su cuarentena o bien mediada la cincuentena? Pujol, sin ir más lejos, y su complacencia con la multinacional Lear. ¿Alguien puede imaginarse el diálogo elegante, jovial y civilizado entre gobierno y explotadores, al amor de un fino y unos pinchos de diseño, pactando la gran patada en el culo a las esperanzas laborales y vitales de casi toda una comarca? No es que tenga mil caras la realidad, sino que nos la han partido mil veces y creemos que cada jirón de ella es el todo. Vivimos, pues, desfigurados, y vivimos, en consecuencia, una realidad harapienta de la que, sin embargo, no nos avergonzamos. Estamos demasiado ciegos como para imponer nuestra propia visión o idea de la realidad. Y muy cansados, de tanto hastío y alienación como sufrimos. Cada noticia contribuye lo suyo a desmoronar nuestra confianza en la inexistente solidez de lo real. De hecho, esta clónica no tiene más realidad que la sarta de palabras con que se refleja el absurdo del vano empeño de la prensa diaria: ser espejo de la realidad. Quédese una ingenuidad así para los sufridos lectores de la Historia hecha manipulada carne de prensa, ¡pero para los amañadores y trampantojistas plutócratas de la información...! Forges lo clava, como suele hacerlo El Roto, cuando un  padre pijopoderoso recuenta blancanieves como una propietaria que cierra la mina de los enanos, los despide y vende el bosque a una inmobiliaria para que construyan adosados, mientras al hijoheredero se le queda una cara de haber oído música celestial. Vuelve la arremetida contra Chávez, esta vez con seguidora fanática en ademán militarizado, dispuesta incluso para inmolarse en nombre del caudillo. Y el ojo por el ojo y el diente por el diente, únicos versículos compartidos por árabes y judíos. Hay peleítas por aquí y por allí: la de Oreja y Arzalluz la más sobresaliente, aunque en mitad de cuarto de columna, todo sea dicho en honor a los parceladores de la realidad. Y bien poca cosa más. Realidad por realidad, aún tiene el Clonista ante los ojos la de Intimidad de Patrice Chereau, que tampoco está muy lejos de la obra de zapa que efectúan las fuerzas poderosas que tiene a su disposición el meollito mencionado ut supra, porque las vidas derrotadas tienen una realidad de cojones, y quienes hayan visto la película entenderán la franqueza expresiva. 

jueves, 9 de abril de 2015

10-2-02

            Como dice Santos Julià, el éxito de los partidos políticos está en función de su capacidad para interpretar la realidad y su habilidad para saber explicársela y vendérsela -esto último él no lo dice así, obviamente- al electorado. Así pues, la realidad sobre la que una y otra vez vuelve el Clonista no sería más que una vulgar mercancía y, como tal, expuesta a las leyes de la oferta y la demanda: exceso de realidad, abaratamiento de la misma; carencia de ella, encarecimiento inasequible para el común de los mortales. Sí, ciertamente la realidad suele a veces adelgazarse hasta casi la extinción; del mismo modo que, en otras ocasiones, abruma como gigantescos ríos de lava que amenazan con engullir cuanto encuentran a su paso. En ese movimiento pendular se encuentra atrapado el Clonista. Frente a un día, el de ayer, pródigo en incitaciones al comentario; el de hoy parece haberse remansado en una atonía contagiosa. El domingo, tradicionalmente, es un día suplementario, propio para los resúmenes, las recapitulaciones, los sermones, las entrevistas en “profundidad” -es decir, la encarada acumulación de tópicos y necedades-, los ajustes de cuentas, los temas marginales, los reportajes exóticos, las crónicas rellenitas de floritura literaria y hasta para los sesudos informes que agotan los temas, o casi. La realidad, como es obvio, parece acompañar el afán recapitulador de las empresas comunicadoras y se diluye en la vulgaridad del día de descanso: ninguna noticia de envergadura rompe la paz de los teletipos, y los lectores acogen la realidad prensada con esa ciega confianza en la ausencia de sobresaltos que les amarguen el día y lo nublen con las aciagas premoniciones de lo peor, cuya coincidencia con un lunes lo volvería aún más insoportable. Curiosa realidad elástica ésta que se tensa y destensa casi a voluntad de los ritmos calendarios. Sea como sea, sí que, aquí y allá, la pesada estructura narrativa de la realidad se mantiene. A Chávez se le va acabando el crédito revolucionario y el día  menos pensado se llevará los intereses acumulados a un exilio dorado; Duhalde promete nada menos que la creación de la 2ª República Argentina, tan afrancesado él; y un eco del pasado que emerge de forma discreta: las autoridades de Camboya quieren juzgar a los cabecillas de los jemeres rojos por los asesinatos de hasta 1,7 millones de personas  durante sus años de terror, una emulación del nazismo cuyo horror aún no ha saltado, en forma de relato cinematográfico -¡de qué otra manera si no!- a la conciencia de la humanidad. ¡Bonita Historia, la de la humanidad! Las exterminaciones masivas son su desgarrador motivo recurrente. Otros motivos de atención los han constituido el dicterio  raholiano contra el pesebre socialista; el recuadrito “anodino” dedicado al carnaval barcelonés, parodia de parodias, municipalista y políticamente correcto; la historia del falso Miró de los Cela, en manos de marchantes que esperan sacarle su buena tela a la polémica de la herencia; y el desolador relato del teatro de las élites en el mercado de las flores con representaciones para 70 personas que, por delicadeza, supongo se habrán sentado próximas, porque, de lo contrario, además de escenógrafos, iluministas y demás compañía, iban a tener que contratar psicoanalistas de plantilla. En fin, pues eso, fin real.

miércoles, 8 de abril de 2015

9-2-02

     Hoy sábado, tras una noche medioinsomne y una madrugadora sesión de entrenamiento, la realidad ociosa del fin de semana promueve una relajación que altera la perspectiva habitual con la que se enfrenta el Clonista a esta clónica -más aún si estos días de asueto se presentan sin correcciones que le sujeten a la esclavitud de los disparates y la ortografía del infierno. Para su sorpresa, hoy ha sido un día lleno de relevancias de todo tipo, desde las metaclónicas, como la conferencia de Sanguinetti, hasta las carnavalescas, como la imagen de portada de un Berlusconi poniéndole los cuernos con la mano a Piqué en una fotografía de grupo de ministros de Asuntos Exteriores. Hay reiteraciones inevitables, cual el órdago militar lanzado al caudillo Chávez, por ejemplo; pero justo al lado hay iluminaciones como el artículo de Juan José Tamayo-Acosta sobre la asignatura pendiente del cristianismo: la sexualidad, y ello a pesar del título tópico y desacertado, porque si hay algo que se escape a la “asignación” del conocimiento eso es la sexualidad. Otro titular desacertado altera la realidad de tal modo que el lector la reconstruye a través de esas palabras de forma muy distinta de como lo haría si lee el cuerpo de la noticia: “Un juez ordena que una alumna repita 1º de ESO en contra de los docentes”. Los docentes están a favor, claro; quienes se oponen son las autoridades educativas, que se ajustan a la LOGSE como los chotistas al perímetro del ladrillo. Eso sí, como suelen decir quienes salen perjudicados por la construcción prensada de la realidad: el mal ya está hecho, y casi de forma irreversible. Los lectores de titulares -y quien no lo sea que lance la primera página…- han formado su juicio, y el descrédito de la profesión docente sigue aumentando, más aún entre quienes han abandonado sus responsabilidades educadoras.  Y aparece, al fin, Sanguinetti, excatedreando sobre el pretexto de esta clónica, diciéndonos que “los lectores están obligados a leer bien los periódicos, no sólo los titulares” y definiendo la función del periódico: “anclaje para establecer los parámetros y los puntos de referencia dentro de la catarata informativa”. Es decir, si es que el Clonista ha entendido bien ese lenguaje pseudotecnócrata, el diario contextualiza, enmarca y ordena el aluvión caótico de la realidad, o como él dice, el “torrente informativo”-y renuncia el Clonista a juegos de palabras titulares, para no hacer comparaciones odiosas-. Lo de buscar un equilibrio entre la información y el sensacionalismo es de una ambigüedad muy propia de quienes acatan el poder para el que trabajan, porque ese a medio camino, que no justo medio, da por bueno el “amarillismo” que después define como “el opio que intoxica el ejercicio de la libertad”. De todas sus ideas, se queda el Clonista, sin embargo, con una descripción: el núcleo familiar es ahora “el brillo de la televisión”. Ha logrado que se imagine ese cuarto de estar con las luces apagadas y el intermitente resplandor hialino del televisor inundando el espacio como una viscosa nube extraterrestre que se abate sobre los habitantes de una pacífica aldea global para modificar, día a día, la especie hasta conseguir exterminarla y dejar libre el planeta. ¡Aquí sí que hay realidad! La imagen de Verdú de la comunidad global de cientos de millones de espectadores sentados a una misma hora ante los televisores de todo el planeta para seguir la final del campeonato mundial de fútbol está en esa línea, aunque lo mismo podría decirse de los rezos en dirección a la meca, los desfiles militares chinos o el canto del himno nacional en las escuelas de Usamérica. ¡Siempre es impagable la perspectiva galáctica sobre nuestro pequeño y entrañable planeta, plagado de intolerancia! Pasando de puntillas por la esquinita vegueriana, donde Heribert Barrera continúa en plan lepenista y Montilla se abre un hueco cedido por caridad, llega el Clonista a uno de esos suplementos que, a veces, se le caen del diario como una hoja marchita. En este caso es El viajero y una ciclópea imagen de Buda durmiendo lo que se le queda: el elogio de la pasividad, del sueño reparador o tormentoso, del desasimiento absoluto, del desprendimiento feliz de las preocupaciones: ¡qué envidia! Y al final la tragedia: la multinacional Lear no ha sido Leal a Cervera, ni a sus trabajadores; pero la Generalitat -en este caso, y más que nunca, la Particularitat- comprende y acepta la decisión de la empresa de buscar reducción de costes salariales en tierras polacas, porque el negocio es el negocio y el euro es el euro, artículo uno del programa político máximo ciuvergente para ayer, para hoy y para mañana. Pero este anárquico batallón de realidades a duras penas logra una victoria que alivie su ansiedad: sabe que, detrás de él, le pisan los pasos otras unidades aún más caóticas. Y aquí sigue el Clonista, al pie del cañón. Pum.

martes, 7 de abril de 2015

8-2-02

     El exceso nos pierde. También el exceso de realidad prefabricada, dictada. No tanto medios de comunicación de masas, cuanto medios de comunicación a las masas. Suerte de que las masas, en términos absolutos, viven de espaldas al cuarto poder y ni aun siquiera la televisión es capaz de crear un estado de opinión en este país. ¿O no perdieron los socialistas el poder y “tenían” la televisión? ¿Vivimos con déficit de realidad? A este paso diario -que devora las semanas como los partidos políticos las estadísticas- es probable que acabe preguntándose el Clonista lo obvio, si existe la realidad. Después se embarcará en la nave del deseo, tal vez la nave de los locos y, finalmente, arribará al puerto levitante del sueño. Desde él es posible que la realidad gane muchos enteros, e incluso que toda ella aparezca en su totalidad, no como ahora la percibe: fragmentos de apocalipsis, por ponerle título torrentino. Los viernes son días solitarios. A última hora de la tarde hay una realidad de empleados solos que llenan los cestos del supermercado con comida preparada, caprichos de gourmet de pueblo -calorías basura a espuertas-, y a quienes se les adivina el derrumbamiento de su dinamismo, una suerte de cansancio mecánico que les vela la mirada, les endurece el rictus y hasta les aja el terno que tan flamante comenzó el día. No llevan periódico bajo el brazo. Y se intuye en su mirada el consuelo de un televisor ante el que se quedarán dormidos, vencidos por el esfuerzo del éxito. También el Clonista  ha dedicado el viernes a la intendencia, que, a su modo, es relación con realidades humanas y comerciales. Y en ningún momento, entre merluzas, berenjenas, cigalitas, cabezas de rape y mandarinas se ha acordado de quienes ahora sí se acuerda, como el coronel venezolano que ha desafiado a Chávez, o el repugnante Sharon acordando con Bush la continuación de sus asesinatos de estado, que no guerra, pues es imposible por la desigualdad de los contendientes; también se le  ha quedado la copla razonable del ministro de Blair pidiendo que los inmigrantes, antes de serles concedida la nacionalidad acaten, por así decirlo, y cumplan la constitución, es decir, que dominen el idioma del país y acepten su ordenamiento jurídico, aunque choque con las creencias que  llevan consigo al país de acogida; ¡y cómo no se le iba a quedar grabada a fuego la salvaje acometida de dos pit-bulls a una empleada de Correos que hacía su reparto tan tranquila, ajena a lo que se le vino encima! No sólo al dueño debería denunciar la sufrida cartera ante la justicia -los perros le han desfigurado la cara con sus mordiscos-, sino también a las autoridades que permiten la tenencia de esas mortíferas armas blancas imprevisibles en manos de vecinos negligentes, y lo toleran con una indiferencia rayana en el desprecio. Y el Clonista sabe de lo que habla, porque fue perseguido por un rottweiler mientras corría por el parque de L’escorxador y nunca antes se había sentido tan humilde e indefenso conejillo, y no de indias, en su vida, pues supo que, si le cazaba, aquel perrazo conocía exactamente la ubicación de la yugular. Tanto fue su pavor que, a cada entregada repetición del suceso el rottweiler fue creciendo hasta acabar como los caballos tras el paso por una comisión de la CEE, es decir, convertido en un camello, según chistecillo de burócratas que le oyó el Clonista  a Manuel Marín. O sea, que la experiencia personal activa la representación de la realidad, pero la distancia inserta en la recepción del hecho una frialdad que frustra la solidaridad, en este caso.  Tal vez la lectura solitaria del periódico sea el error. Quizás deberíamos leerlo en grupo, socializar la lectura del mundo. Hay que pensar en ello, y nada mejor que retirarse a los brazos de Morfeo para hacerlo en el dilatado umbral por el que se accede a su seducción abductora.

lunes, 6 de abril de 2015


7-2-02

     A las tres renuncias que se han sucedido en la propia evolución personal del Clonista: a la fe, al fútbol y a la política, quizás debería sumar, como su buen amigo José Luis, una cuarta: el abandono de la lectura de la prensa. Aquí, en esta clónica de tan difícil factura, tan imprevisible destino y tan evidente fracaso, se ve reflejando -¿o creando?- días con un afán y una disciplina dignas de mejor causa. Pero sigue. La humanidad nació con los hábitos. Sin ellos no la hubiéramos alcanzado, ni probablemente el progreso necesario para iniciar un camino por el que aún marchamos y cuyo destino ignoramos, aunque el Clonista se malicie que el orgullo de la especie no se contenta con menos que la deseada inmortalidad, o lo que más se le aproxime: hasta los más acérrimos agnósticos son tentados a menudo con el sueño ebrio de la divinidad, de su indescifrable poder genesíaco. Mientras, por la colcha llena de remiendos del mundo, vista desde la eminencia de una cabeza cuyos ojos son constantemente asediados por el sueño vulgar y moliente que doblega la humana  naturaleza, el repertorio de enunciados de lo real es tan heterogéneo como siempre e igualmente repetitivo. Ya hemos dicho que va en la naturaleza de la especie, la repetición, de ahí la tendencia a estirar las noticias hasta que, un buen día, se desvanecen como si nunca hubieran existido. ¡Qué terreno tan fecundo, el más allá de los diarios, el espeso anillo de silencio que los rodea! Es frecuente oír el dictamen: “no responde a la realidad” cuando se juzgan determinadas posiciones “políticas, económicas y sociales”, según la tríada-muletilla de catequesis a la que recurren los políticos obligados a producir mensajes verbales. De ello se deriva que la realidad es siempre ya una interpelación ya una falsación inapelable. Y esa tensión entre el dogmatismo y la dialéctica es lo que se advierte a poco de desplegar el mapa prensado de la realidad e iniciar el acostumbrado viaje diario. ¡Ah, la impropiedad, siempre tan ofídica! ¿Quién puede, en realidad -no en la realidad- acostumbrarse a esa travesía? Leído more occidentalis, hasta la última página nada acaba por prender la atención del clonista: ni las amenazas de Usamérica a Chávez; ni el procesamiento de la Corte Suprema argentina, a cuyos miembros, elegidos políticamente, acusan de chorizos y mafiosos; ni el aniversario tronado de la impávida Isabel II de Inglaterra; ni el cruce de asesinatos palestino-israelíes, hoy aquí, mañana allí; ni la suspensión de los jueces que liberaron al narco a quien le “sentaba mal” la prisión; ni un relevo en la casa del rey, incomprensible rumor incluido de que la separación del príncipe y su novia modélica ha causado su defenestración, pues son detalles de “alta política de estado” que se le escapan; ni la dosis sanguínea: en este caso la sanguinaria venganza de un joven chino a quien la familia de su pretendida le quería impedir que se relacionara con ésta; ni la lucha continua del cura gayo contra las hipócritas autoridades eclesiásticas tras haber sido suspendido “a divinis”,  -y éste sería el momento en que el grequiano pepero gay habría de hacer efectiva su amenaza de que, en caso de represalias contra el cura, revelaría los nombres de algunos obispos con idéntica orientación sexual: he ahí un misterio a cuya resolución convendrá estar bien atento, pues, al fin y al cabo, ser persona “de palabra” es una virtud en peligro de extinción; ni el ánimo vengativo y rácano del extinto Nobel hacia su único hijo, a quien deshereda; ni las obras del Fórum 2004, un pretexto como cualquier otro para, en este caso, reconvertir un barrio, Poble Nou, y hacerlo nuevo de verdad, pues la piqueta municipal no se para en barras a la hora de arrasar identidades vecinales y promocionar la Barcelona guapa que tanto les gusta a los munícipes, pasarela de moda Gaudí -y siguen las churras y las merinas- incluida; ni, por descontado, una liga de fútbol sobre la que parece pivotar algo más que el interés nacional: la nación del interés; nada, ha dicho el Clonista, ha acabado por captar su atención, excepto la última noticia, titulada, con mala leche  anticlerical , ignorancia religiosa o tropiezo  verbal, “El calvario de Usama”. Leído el texto, su autora, Isabel Piquer, investida con la fatua representatividad del Poder del que es lacaya escribana, nos da la puntilla: “En sus tiempos de casados -habla de Usama y de su ex-mujer-, en Barcelona, llevaban una vida anodina. Él reparaba muebles, ella trabajaba en una inmobiliaria”. A esa anodinería se vuelve el Clonista, o le empujan, antes bien, los asendereados plumíferos pseudotaumaturgos.

domingo, 5 de abril de 2015

6-2-02

     La realidad periódica tiene mucho de gran espectáculo banal, como el despliegue de medios utilizados para los anuncios publicitarios. Alguien decía que la televisión debería verse como un único programa, la publicidad, que continuamente se ve interrumpido por programas prescindibles, horteras, alienantes, soeces y mentecatos -esto es, mente captus-. Algo así sucede con la realidad vista desde la perspectiva del gran diario, el gran hermano a cuyo ojo cósmico nada se escapa. Ni al Clonista, a través de él. Abrir las amplias páginas efímeras y delebles supone encaramarse a un poder desde el que el relato de lo real acaba viéndose como el espectáculo banal que nos entretiene y que sólo en muy contadísimas ocasiones nos conmueve y en ninguna nos mueve a la acción. Las virtudes anestésicas de la prensa están fuera de toda duda. La vida minúscula, la infinitesimal parte de la realidad que constituye la tal, se desplaza por una geografía de ambiciones, miserias, celos, envidias, orgullos, amores, mezquindades, abnegaciones, lealtades, traiciones y demás accidentado territorio, que, compartiéndolo todo con la realidad selecta y prensada, nos acaba pareciendo cosa de otro mundo. La realidad del diario, que no es la realidad diaria, nos abruma y nos empequeñece hasta tal punto que nuestra indiferencia es, en el fondo, un simple mecanismo de defensa. Todo se somete al juicio del lector y todo escapa a su acción. ¡Qué difícil es sobrevivir a esa contradicción! Un ejemplo: la castillana reforma de la ESO. La realidad: el Clonista lleva aplicando la Reforma más de diez años y nunca -insiste, nunca- ningún responsable educativo se ha dirigido a él personalmente para decirle que había cambiado el modelo educativo, cómo era el nuevo, qué debía enseñar, cómo debía evaluar, y qué se supone que se esperaba de su acción profesional  o qué ventajas y desventajas profesionales le suponía tal cambio. La consecuencia de la realidad: la degradación de la enseñanza media es un hecho; la escolarización obligatoria hasta los dieciséis años, en las condiciones actuales, una aberración; las pérdidas profesionales, incontables: desde la inseguridad en el puesto de trabajo hasta el aumento de horas de trabajo encubiertas, pasando por la pérdida absoluta del reconocimiento social y el lacerante deterioro del nivel de renta, así como la desorientación más absoluta por lo que respecta al sentido de la formación académica. En fin, cuento de nunca acabar y en el que tanto se juega una sociedad moderna. Pues bien, con ese panorama, uno abre el diario y le llegan unos cacareos pseudoprogresistas que ponen los pelos de punta. La duda es si la política profesional supone hablar de lo humano y lo divino sin tener ni repajolera idea de cuál sea la realidad concreta sobre la que se opina o la que se dogmatiza, según y cómo. Casi se atrevería a decir, el Clonista, que escandaliza oír tantos disparates bienintencionados en personas con tanta responsabilidad representativa. Ahora toca la educación, de la que se habla con la alegría tópica de quienes nunca han bajado a la arena del circo en que se han convertido muchas aulas; pero puede inferirse que se obra igual respecto de cualquier otra parcela de la existencia que caiga bajo el dominio político. Quizás las personas que se declaran neciamente apolíticas lo que en realidad van buscando es sustraerse a la devastadora acción política. ¡Cuesta tanto hallar parcelas vitales donde la política no entre como Bush en Afganistán! Hoy ha salido el Clonista del diario con cierto alivio, de tan insustancial como le ha parecido la lectura. Lo real hoy ha sido la crítica a Cuaderno de sombras, de Luis Valdesueiro, poeta y sin embargo amigo fraternal. Y de la realidad prensada, una ingenuidad: “España no es la tierra prometida, es el infierno”, a juicio de un inmigrante sin papeles, como los 250.000 que intentan sobrevivir sin la cédula rácana que parece obrar la virtud de conferirles la dignidad. ¿Y por qué se le queda al Clonista la estampa pagada de sí misma del inefable Garzón, paradigma humano del rencor y del despecho? Más debería quedársele la del trágico enfrentamiento de clanes en Palestina, con una venganza por medio que tiene un aire bíblico inconfundible, muy a su pesar. En fin, así están las cosas, casi quisicosas, casi cosquillas, casi coscorrones, casi cuescos, casi concursos, que son a la televisión como el estado a las estadísticas.