12-2-02
La realidad
prensada también la construye la audiencia televisiva, como es obvio y notorio,
en una suerte de interacción diabólica que deja al lector exclusivo un poco
confuso y un mucho en ayunas. De otro modo no se explica que un adocenado,
cutre y hortera programa de alienación juvenil ocupe espacio de gran noticia de
la realidad. En ella han participado, construyéndola, muchos millones de televidentes
sin otra cosa mejor que hacer, pero en otro estante del infinito aparador de la
realidad ¿muchos? otros ignoraban de forma absoluta qué sucedía en aquel de al
lado, tan concurrido y -algo muy grato al gobierno popular- tan silencioso y
telefoneante. Así pues, desde la humildad a que obliga la subsidiariedad
-palabro que estuvo de moda algún tiempo tras una cumbre europea, tan poética
como la mayoría de ellas-, se sumerje el Clonista en la colmena de la realidad sin ignorar que
no es precisamente miel, sino muchas veces hiel, lo que en ella se fabrica. No
sabe si este esfuerzo ciclópeo degenerará en condena sisifal o si, por el
contrario, será capaz de “atacar” la poliédrica -y puede que quimérica
realidad- con bríos siempre renovados y alguna chispa ocurrente que justifique
el nulla dies sine linea, pues al fin
y al cabo este disparate tiene más de tarea pictórica que de investigación
retórica. Dejemos las distracciones verbales y ocupémonos de la taracea diaria.
De repente taracea le ha sonado al Clonista a sala de despiece y a matadero.
Pues vamos bien. Hoy como ayer Argentina queda expuesta a la conmiseración
pública, lo que no ocurre con el acusado de crímenes de guerra Milosevic; la polémica sobre las faltas de
ortografía de los opositores a la reválida se anima: no sólo los diputados
andan también poco duchos en gramática, sino que un ministro, Matas, envía una
carta en catalán, de escasas líneas, con 13 faltas de ortografía; ¿y quién no
se acuerda del Fernando VII del siglo XVIII en boca del mismediocrísimo Aznar
en ocasión pública?; el PNV acusa a sus cachorros ideológicos extraviados de
ser talibanes, cuando toda la leche, la mala leche, la han bebido de sus ubres:
¿no resultaría de sainete, si no hubiera muertos de por medio y de miedo? Pero
lo más real que aparece hoy en la prensa, porque es una realidad sentida por
todos aquellos que se han visto en una situación semejante, es la huida del
depósito de vehículos municipal de un “cliente” que se negó a pagar el
“servicio” de grúa empleado para secuestrarle legalmente el coche. Fue una
huida temeraria y en la que hubo hasta tiros a las ruedas del coche por parte
del municipal custodio de los vehículos secuestrados. El pobre desquiciado fue
arrestado en su domicilio y ya ha comparecido ante el juez. El Clonista espera
y desea que el estado de indignación en que uno entra cuando se siente afectado
por la arbitrariedad recaudadora de la grúa constituya un eximente de primera
magnitud a la hora de dictar sentencia. ¿Se atreverán a someter el delito de ese
desquiciado a un tribunal popular? No creo. Cada vez se convence más el Clonista
de que la realidad prensada se contagia en demasía de la tinta negra que la
fundamenta. Sólo los anuncios polícromos, a veces, parecen lo único real del
día. Leída con las lentes bicolor -negro sobre blanco-, la realidad se contagia
enseguida de un tono grisáceo que equipara la actualidad al pasado,
peligrosamente.