jueves, 7 de mayo de 2015

10-3-02

     La primerísima hora de un domingo por la mañana es el único momento en que Clonista  puede llamar a la ciudad suya. Camino de una media maratón, el espacio se abre como la flor del ocio y una tranquilidad existencial, diríase que soñada, se apodera del uno que no soportaría demasiado tiempo esa soledad futurista. Todo se irrealiza con las primeras luces y el buen tiempo. No tarda mucho el día en cabalgar al galope hasta recobrar el ritmo exacto del desquiciamiento, aun a pesar de la festividad y de los efectos informativos ya señalados al respecto. De vuelta de las nieblas del cor de la Cataluña eterna, el tráfico ya se resiente por la manifestación contra el PHN que mañana será portada de los periódicos catalanes, al menos. Hoy, ni siquiera tras el ajetreo del ágape familiar por el aniversario del hijo, ha habido tiempo "material" para dejar aquí consignada la visión del día. Será este hoy, así pues, un tempranísimo mañana, lunes. ¡Qué difícil se hace sobrellevar una esclavitud aun deseada, ser un siervo libre de amor... a la realidad prensada? Supone Clonista que si, por una súbita decisión retadora, se le acumularan los diarios sobre la mesa, día tras día, durante un mes, por ejemplo, ¿sería capaz de empezar a leer por el primero? No lo cree. Con la Historia, sin embargo, con la síntesis, con la fábula, no obraríamos igual: leeríamos desde el principio, como una novela a la que no le podemos quitar los capítulos iniciales, pues desconoceríamos datos imprescindibles para poder seguir el desarrollo de la trama. De ahí el afán por que no pasen de dos los días no clonicados: Clonista tiene la secreta convicción de que llegar a tres sería un reto imposible de cumplir y que le induciría al abandono. Ignora si sería "imperdonable" en estos tiempos de tan bélico signo con los que se ha iniciado el ¿de verdad "nuevo"? milenio, porque es evidente que la anunciada guerra contra Irak, por ejemplo, no debe provocar ninguna reacción en la mayor parte de la población mundial, salvo algún trillado comentario de café, de sobremesa o de receso laboral. Ya incluso se habla del uso de armas nucleares "de bolsillo", lo cual recuerda mucho a los libros. Algo de ilustración ha de haber para la destrucción, y cuanto más haya, más refinada, por cruel, ésta se vuelve. Aunque para crueldad la de la imagen de los dos jóvenes sentados a la barra del bar israelí en cadavérico escorzo donde una bomba humana se llevó por delante esas y muchas otras vidas. En la página de al lado, siempre especular, se da a entender que puedan volver los campos de concentración. ¡Ay, la Historia...! Los pacifistas árabes e israelíes, sin embargo, se granjean el odio acerbo de ambas partes. En fin. En Barcelona siguen construyendo la fortaleza policial que acogerá, a punta de metralleta, a los representantes de los pueblos de casi toda Europa. Y poco más hay que decir. Es un motivo idóneo para la infografía, que tan modernos vuelve a los diarios, eso sí: ¡vengan gráficos y mapas y tartitas y diagramas y esquemas y lo que se tercie! Lo que no es casual es llegar a la información de España y abrirla con el hermoso paquete de alba pureza del modelo de Calvin Klein: algo así como la subliminal ¡nos han pillado en pelotas! o nos están robando hasta los calzoncillos. Entre ese aluvión de noticias encadenadas por la nadería y la trivialidad, bien apartadita, aparece, como un espacio súbitamente iluminado por la luz especial de la imaginación lingüística, un anuncio de las obras completas de Valle Inclán: nos dejaremos llevar por la estrella... Aún queda pendiente, por otro lado, el repaso no clonicado de Babelia, el excelente escaparate de la vanitas y la revelación. Y lo dicho: escopeteado hacia la realidad que no emerge  de esos mundos lejanos de los que nos hablan los diarios y que tanto nos condicionan, por vericuetos, trochas y falsos atajos, la realidad inmediata que nos engulle con una voracidad harto desagradable. Y fin, sí. Y principio de aquí a unas horas. El ouroboros que gira.

miércoles, 6 de mayo de 2015

9-3-02

     De nuevo con retraso, como viene siendo habitual los fines de semana, ese espacio abierto a la vida sin reglamento ni rutina. Las obligaciones familiares se imponen y las horas se escapan sin que, como en el día de hoy, haya podido Clonista llegar a leer el diario. Hacerlo un día más tarde y comentarlo como si estuviera en este sábado ya pasado, añade un bucle curioso, pero conocido. La tarde noche del domingo es, además, absoluta jornada laboral. Y más aún si andan por medio evaluaciones trimestrales. El vistazo rápido a la realidad del día confirma las líneas básicas del dibujo reconocible: palestinos e israelíes se siguen matando sin que lleve trazas de acabar la función. ¡Y eso que el fascista Sharon prometió seguridad a su pueblo! Los votantes debemos estar vacunados contra la estupidez de los dirigentes, porque resulta sorprendente la facilidad con que pueden acabar siendo escogidos personajillos como el propio Sharon, Berlusconi, Chávez, Aznar y tantos otros cuya mediocridad personal excede con mucho las posibles virtudes que los votantes, tan magnánimos siempre, estén dispuestos a concederles. Debería Clonista, en consecuencia con lo anterior, abrir el capítulo vascongado y reseñar ese juego permanente de descalificaciones, miedos, complicidades y vergüenzas que se traen todos los sectores políticos y sociales allí. ¿La variación? El pactista Zapatero ya no le pedirá a Aznar que se reúnan, ea, ya está bien de desplantes. Aún colea Gescartera y el eco de las andanzas chapucerofinancieras del jeta fina armanioso del pícaro Camacho, ¿futuro yerno? del que dio la nota grotesca y cantarina. A veces uno se pierde en las noticias a las que presta tanta atención como si fueran medulares para la buena comprensión del destartalado edificio de lo real. Y ese exceso, comentado con anterioridad, implica un vértigo difícil de sobrellevar. Clonista, aturdido y semidormido, se compromete a darle un repasito, como la realidad manda, a la de próximos días. Por hoy ha de suspender su jornada y retirarse a los fugaces brazos de Morfeo. Lo dicho.

martes, 5 de mayo de 2015

8-3-02

     La novedad no es un concepto fácil de definir en relación con la realidad prensada, fundamentalmente porque, en teoría, ésta se ofrece, cada día, desde el acuerdo tácito sobre la índole novedosa de todas y cada una de las informaciones que nos van a ayudar tanto a sumergirnos en la realidad como a distanciarnos de ella. La experiencia enseña, por el contrario, que abundan en exceso las noticias de "segunda mano", de relleno, la noticia redundante que no colabora de ningún modo para que nuestra imagen personal de la realidad tenga los mínimos alicientes que nos inciten a seguir dándole forma al día siguiente y al otro y al otro.  Nuestra rutina, así pues, en raras ocasiones se altera lo suficiente como para llevarnos con urgencia hacia la parcela de realidad expuesta en tal o cual zona del zoco mediático. Hoy, sin embargo, y a pesar de la hora tardía del paseo, los ediles-conejo del PSE en las vascongadas le plantan cara al mediocre y tramposo Aznar para que deje de intentar sacar réditos electorales del terrorismo. Y al lado, otra revolución: los curas de Gerona -Girona en castellano políticobabosamente correcto- piden que el celibato deje de ser obligatorio y que se permita a la mujer acceder al sacerdocio. Clonista se imagina el pasmo de opereta y la risotada de carnestolendas de las jerarquías eclesiásticas misóginas al comentar entre ellas la noticia mientras se alivian ovalmente. Más abajo -de la página, naturalmente-, siguiendo la moda retro impuesta por la mayoría absoluta del PP, irrumpe la "ley seca" en escena y promete futuras secuencias cinematográficas propias de la Keystone. Si añadimos el ascenso electoral del líder xenófobo Holandes, Fortuyn, el panorama de lo real se parece más a una borrasca amenazadora que al tranquilo edén predicado por las autoridades del orbe. A pocos días de la cumbre de la UE, las vallas, trincheras, alambradas y vigilancia policial intensiva ya han convertido una zona de Barcelona en un gueto lastimoso. Clonista ya no entiende nada de nada, máxime cuando en un artículo aquí y en otro allá se dicen tantas verdades palmarias que parecen caer en  un terreno solo apto para que germine en él la descalificación y el insulto. Eso ocurre con el artículo de Savater en el que denuncia la situación profesional de los docentes. Claro que al PP le fue estupendamente cuando sustituyó las ideas por los ladridos y después éstos por la propaganda llovida, el calabobos del España va bien, desde los medios incondicionales, si no cautivos. Clonista, que es medio cinéfilo, entre otras cosas, pasa como sobre ascuas por noticias "menores" del terruño, y aun por las mayores del "mundiño", porque los viernes es día de críticas cinematográficas. Por partida doble, el eximio, metafísico y onírico crítico A F-S se luce toreando a lo divino en la plaza de los estrenos -porque sus críticas tienen aquella "música callada del toreo" que tan bien describió Bergamín- las últimas películas de Altman y de Lynch; en el primero se detiene con morosidad complacida; al segundo lo despacha con estoconazo en todo lo alto. Ambas deben ser vistas, no obstante, porque incluso la caquita del Kafkita del título ha caído con arte y ha compuesto una armoniosa figura sobre el campo, parece. En fin, lo propio de esta realidad de hoy, perezosa y retardada es cerrar la barraca con Salvad al soldado Ryan, quizás así se salve el día, de paso.
7-3-02

     Extraño producto la realidad, y lo consumimos, sin embargo, con fruición. Y claro, sospecha uno, tras revelarse como consumidor especializado, que no debe ser infrecuente que nos acaben dando gato por liebre, que haya rebajas, saldos, género averiado y hasta en franca descomposición. El campechano ¿y esto cómo se come? sería el equivalente del ¿y esto cómo hay que entenderlo? Porque igual que se necesita cierta urbanidad para desempeñarse con corrección en una mesa, la realidad precisa a menudo una suerte de manual de instrucciones para manejarla correctamente, para usarla sin que el juguetito se nos estropee a las primeras de cambio. Es ingenuo preguntarse si toda la realidad es de consumo, como lo es hacerlo sobre tantísimas otras cosas que, en apariencia, deberían no tener nada que ver con esa actividad alienante y fundacional. Por ello mismo,  el bosque ilustrado a través del cual nos llega el producto, con su exceso de tinta y su escasa vergüenza, se nos ofrece con la obscenidad de quien ha estudiado previamente a sus lectores y ha hecho los cálculos precisos para darles lo que supuestamente demandan o necesitan, y por lo que éstos han de estar agradecidos. Hay una cierta relación de vasallaje entre el lector y el diario, aunque disfrazada de autonomía recíproca. La soberbia, no obstante, basta para desfigurar las máscaras de la cortesía hipócrita y hacer aflorar el vértigo del poder en quien es consciente del mucho que ostenta y ejerce. En las estanterías de la realidad hay hoy mucho género del día anterior, y, como suele pasar, el olor a rancio comienza a extenderse. Es novedad pasada la victoria deportiva de un Deportivo de La Coruña -por más que cierto malentendido espíritu federal o gazmoña corrección política quieran hacer correr la especie de A Coruña o Lleida por el tradicional Lérida- que le amarga la noche a quien cumplía cien años. Esa alegría también se vivió en muchos otros lugares donde la impotencia del Real Madrid, el otro contendiente de la final, se saludó hasta con cohetes. ¡Une tanto el odio! Bioy Casares tiene dicho que sólo nos ponemos de acuerdo contra alguien. Buena culpa del descrédito de la realidad como producto de consumo la tienen los hacedores de la misma, los fabricantes. Sólo hay que observar al rey de Marruecos y su monarquía absoluta para darse cuenta de los servilismos innobles a que obliga el juego de la política. Quienes observan desde lejos el floreo de declaraciones sobre vecindades y amistades y capítulos de inversiones y desplantes electorales y xenófobos, amén de espionajes chapuceros, ¿cómo pueden comulgar con la rueda granítica de que eso sea no tan solo una realidad, sino, además, acuciante? El capítulo de las varas de medir es el que nunca aparece en los libros de estilo de los diarios; ni tampoco el de llamar a las cosas por su nombre. O sea, que sin nombre apropiado y sin la vara, ¿cómo se pastorea ese rebaño de trampantojos que nos embuten en los ojos como colirios de credulidad?

lunes, 4 de mayo de 2015

6-3-02       

     Belene es no sólo el nombre de la vergüenza, sino el sino de la realidad prensada: aparecer en un hueco para el que encajaban las dimensiones de su fotografía, porque la noticia más parece un pie de foto que otra cosa, y desaparecer de la memoria de los lectores al día siguiente, cuando ya ni resuene el eco del ¡qué barbaridad! que subraya, preceptiva y sonoramente, la visión del desvalimiento de turno. El niño sudafricano atado como un perro a una valla a la entrada de la casa familiar, solo, junto a otro perro y unas gallinas. Los montajes periodísticos hacen desconfiar de cualquier realidad transmitida; pero si fuera verdad, ¿tendrá el mismo éxito mediático que la adúltera amenazada con la lapidación en Nigeria? Lastima observar que el ejemplo confirme la complacencia del primer mundo en sí mismo, pero la visión hace escasas fechas de El asesino de Pedralbes, de Gonzalo Herralde, equilibra la balanza. Parte de nuestra mejor tradición es Lázaro de Tormes, faltaba más. Lo que retiene Clonista, con todo, es la fugacidad de lo real, su identidad temporal, cuando lo suyo más pareciera que fuese una cuestión de índole espacial. Imágenes, dadas o formadas, que se desvanecen como si fueran auténticos fantasmas de nieblas matutinas que no soportan el poder disolvente de la luz del sol. Existe, pues, un desamparo, una pérdida, un vacío que provoca la información y que, llevado al extremo, puede generar una angustia considerable. Porque la adicción a la información es otra forma de drogadicción, aunque supongo que poco estudiada. Igual esta clónica puede acabar convirtiéndose en algo parecido al diario del doctor Jeckyll, quién sabe. Hasta el presente, Clonista no ha puesto el acento en él, salvo algunos ligeros detalles biográficos que justifican este o aquel retraso, este o aquel abatimiento, esta o aquella desidia, etc., pero quizás convendría que, poco a poco, acabara levantando acta del modo como la realidad prensada modifica o no su propia realidad vital, en el supuesto de que ambas sean distintas, que es la percepción común del asunto. Nadie que abra un diario y recorra el paisaje noticiado tiene la sensación de que toda esa realidad ordenada es su propia realidad. ¡Hay que ver cómo está el mundo! ¡Qué cosas pasan por ahí! ¡Qué cosas se leen! ¡Hay gente para todo! ¡A quién se le ocurre! ¡Pero cómo se atreven! ¡Estos americanos! ¿En dónde has dicho? ¿De verdad? ¡No puede ser! ¿Y eso por dónde cae?  ¿Pero todavía gobierna...? y expresiones semejantes son la prueba inequívoca de la distancia sideral que hay entre la realidad colectiva y la individual. El pequeño mundo de la vida propia, la circunstancia de corto vuelo de cada individuo, aun afectada por el amplísimo marco de la realidad toda, sin menoscabo, se impone con la inmediatez y la potencia formidable de los sentidos. Habrá, sin duda, seres como aquel prosolemne, protoobvio y archipedante Julio Anguita -tan íntimo de Aznar-, que vivan epicentrados en la Historia y desde ella levanten una voz marmórea pretendiendo que sea una marea de diagnósticos infalibles y recetas milagrosas; pero, por lo general, los ciudadanos de a pie, como este Clonista, que luchan por llegar a fin de mes y sufren el trabajo como una condenación bíblica, suelen, solemos, acabar siendo engullidos por esa inmediatez del radio corto. En ese radio está, por ejemplo, la vergüenza de la reunión de los jefes de gobierno europeos en Barcelona como si fuesen unos apestados a los que hay que separar del resto de los ciudadanos por una zona de seguridad que los aísla. Como seres de excepción, quienes ordenan la realidad no pueden estar dentro de ella, sino en un Olimpo artificial protegido por vallas y policías.

domingo, 3 de mayo de 2015

5-3-02

     Aquel romántico y tremendo golpe en las costillas del lado izquierdo le tiene a Clonista con la respiración forzada y limitado de movimientos tan básicos como el de doblarse para atarse los zapatos. La merma física condiciona nuestra visión del mundo, lo que es evidente en dramáticos ejemplos como el de Leopardi, pongamos por caso. Y aunque eso es picar muy alto, lo cierto es que cualquier achaque te obliga a ver la realidad de un modo muy distinto. Clonista se accidentó besando a su conjunta. No ha sido una broma, a pesar del titular, ni un divertimento sin gracia, sino la revelación de lo verdadero, cuya epifanía ha provocado un evidente nerviosismo incluso en el periodista que, mediante un titular descriptivo y aséptico, intenta buscar la complicidad de los lectores sobre el posible disparate de la alegación divorcista: "Anulado un matrimonio porque el novio dejó de ser cariñoso tras la boda". ¿Acaso hay algún otro motivo de mayor consideración que la ausencia del cariño? La supuesta realidad es que un divorcio ha de ir precedido, a lo que se ve, por un calvario, y todo lo que no sea así o es una broma o no tiene sentido. Menos sentido aún parece que tengan las dos muertes de dos jóvenes malagueños por consumir "éxtasis", ese beltenebroso nombre del veneno, en una fiesta multitudinaria. Sorprende, tras tantas campañas de información, que se acepte como si nada un producto sobre cuya imposible pureza hasta los fallecidos hubieran podido apostar con toda la seguridad ganadora del mundo. Clonista se duerme. El hecho de estar aquí, por somnoliento que esté, es ya esclarecedor. Lo terrorífico es que ello implique, sin embargo, reducir la realidad de Zimbaue a las prácticas caciquiles de Mugabe o que la mediocridad de Aznar quiera devolverle, torpe y neciamente, la pelota a El País, tras el escándalo de El Mundo, con el desmentido que se convierte en otra mentira, y suma y sigue. Que la obra de goppierno de Aznar sea la desfiguración del país y haberlo convertido en rehén de las prácticas abusivas de las grandes empresas es algo quizás inmerecido. Tras su arrollador paso mediocrático, ¿quién será el guapo que se atreva a satisfacer todas las demandas de gasto social que el déficit cero ha arrumbado, o estrangulado? Purito yermo va a dejar tras de sí el caudillito, a pesar de los pantanos del PHN... De momento es la inmigración la que se convierte en chivo expiatorio del crecimiento de la violencia, aunque constituyan ya el 4% de las nuevas altas en la Seguridad Social. De los empleados que explotan a la mano de obra barata y que se desentienden de ella cuando han cubierto sus objetivos de temporada, ¿quién dice ni palabra? Es cierto que de tanto en tanto se caza a algún miserable explotador para dar ejemplo de lo que, en realidad, no existe: un plan para acabar con la esclavitud laboral en un país supuestamente avanzado. Al final, el padre de los cuatrillizos cuya familia sobrevive con su sueldo de camarero ha conseguido que la Generalitat le "regale" graciosamente 420 euros al mes para poder alimentar y vestir a sus criaturas. Eso sí, la gracia está en que el buen hombre ha tenido que salir en manifestación individual y reclamar las firmas solidarias de los ciudadanos para conseguir que las autoridades lo recibieran, las mismas que se quejan de que no crezca la natalidad, claro. El caso de Cataluña, por lo que hace al despilfarro de los dineros públicos, es perversamente ejemplar. Durante veinte años, los nacionalistas ciunidos -que hasta las últimas elecciones no fueron vencidos, y que aun así se salieron con la suya, es decir, lo suyo, esto es, el poder ejecutivo, el control sobre les faves- han hecho lo siguiente: colocar una papelera para mejorar el paisaje urbano con un coste de, pongamos, tres euros; y poner a su lado una valla publicitaria donde se leía: Esta papelera ha sido colocada por la Generalidad de Cataluña, una inversión -o aberración- informativa cuyo coste se elevaba fácilmente a los mil euros -a precio tirado de concesión-chanchullo, por supuesto-. Y así siguen, haciendo país arruinando la hacienda.