sábado, 4 de julio de 2015

4-5-02

     Después de un duro y placentero sábado de intendencia -¡qué plácido y satisfactorio el contacto con los alimentos!-, se le presenta a Clonista el primer fin de semana, después de muchos meses, en que puede atender a su clónica cuando toca, sin sentir el aliento fétido que suele exhalar el rimero de folios de sus examinandos, sin la urgencia de la preparación de algún tema o sin las mil y dos mil complicaciones de la vida social familiar. El mutis teatral del diario deja en la memoria de Clonista un concepto que le pone nombre a la columna millástica -¿o acaso millásica?- de ayer: agnosia. No se ve la realidad, o más concretamente, se ve pero no se puede interpretar, lo que equivale a ir ciego por el mundo con los ojos bien abiertos. Clonista se merecía que la propia realidad prensada le proporcionara un descubrimiento de tal naturaleza. A su condición agnóstica, se le sumaría la agnósica, como esta clónica demuestra con la fehaciencia que no existe. Afortunadamente para la joven que padece tan rara enfermedad, la meningitis que se la provocó le dejó intacta la facultad cerebral de leer y de escribir, lo que hace sin dificultad y con aplicación, práctica y emocional. El suplemento de los lectores, Babelia, contiene hoy una forcépsica entrevista con el malgeniudo Sánchez Ferlosio, compulsivo lector de diarios y en especial del ABC, de cuya famosa abeceína fue el insigne descubridor. Corolario: no hay nada más cabreante -y en consecuencia estimulante- que la lectura del diario. Lo que le precede tiene tanto valor como si hubieran entrevistado a cualquier militante antiglobalización que nos hubiera leído su catón. Clonista, menos despejado y con muchos menos alcances que el nada seráfico y muy hipotáxico don Rafael de marras, es decir, de mazas, no simpatiza con la actitud caprina y jardinera propia de éste, pues la mucha distancia desde la que Clonista observa acontecimientos tan cercanos, tanta cuanta hay en la jibarización de la realidad que ofrece el diario, no induce sino, como mucho, al fastidio, o al hastío, que, siendo su hermano gemelo monocigótico, tan distinto es. Sorprende, por otro lado, el parecido entre Harold Bloom y Zero Mostel, inolvidable en The Front, con un primerizo Woody Allen. Al final, algo se mueve, y no precisamente la noche, en la política vasca: un acuerdo, uno, entre todas las fuerzas políticas menos la que tiene el monopolio del terror y las ventajas de un sistema contra el que bombea tanto odio armado y sanguinario como el, de momento, pacífico de Le Pen. La virtud de ese acuerdo es practicar algo tan elemental como la solidaridad humana y política con las víctimas marcadas por los SA, Sanguinarios Abertzales, que campan a sus anchas, noche tras noche de cristales rotos, sin que el poder allí legalmente constituido haga otra cosa que silbar y mirar hacia otro lado, hasta ahora. Ya se verá l'endemà. Sharon, primo hermano ideológico de los SA, ofrece un hermoso Estado Palestino Enjaulado donde las  gehénicas fieras terroristas suicidas -si queda alguna después de su guerra de exterminazión- puedan ser controladas para impedir que se revienten en suelo israelí. Por cierto, lo llama “plan de paz”. Todas las sepulturas lo son, por definición, pacíficas. Fernando Álvarez-Uría, en artículo pedagógico, lo dice bien claro: La privatización es un robo. Podría haberlo titulado El estado expoliado, que tanto monta..., para los amigos de los goppernantes. Clonista sabe, desde hace mucho, que el estado es la única esperanza de los desfavorecidos, y sabe también que la sumisión de la socialdemocracia a los amos del dinero, a los factores de la realidad, junto con otros errores pragmáticos de bulto llevan a las vacas flacas de una derecha que goppierna contra ese estado. A su modo, no hay  movimiento antisistema más eficaz que el propio goppierno Ppopular. Y que cada cual saque de aquí las consecuencias que estime oportunas. La realidad de hoy, en gran parte ausente en esta tarde de sábado, preludio del desierto dominical -por cierto, no deja de ser curiosa, a tantos años vista, la reflexión del protagonista de Mirando hacia atrás con ira: "¿por qué dedicamos casi todo el domingo a leer el periódico?"-, cuando esa realidad, fatalmente ya distinta, se queda como suspendida, levitando, como Castroforte de Baralla, de inolvidable recuerdo; la de hoy, en conclusión, se cierra con la granhermanada de CiU y su Ley de Universidades, donde el gociuerno de la Generalidad se reserva la capacidad de vetar a profesores. Suma y sigue, que no para el tiovivo.

jueves, 2 de julio de 2015

3-5-02

     Acaba uno de cerrar las contraventanas para sumergirse en la quieta penumbra de un descanso merecido, y se retira  a él con la grata coincidencia con Millás. Efectivamente, no se ve la realidad. Él parece tener una suerte de ingenua confianza en que ella exista, Clonista tiene la ilusión de que pueda existir, y quizás de ambas ficciones van tirando ambos, con desigual fortuna. La vida de cada día, el día de cada vida -¡cada vida cada día!- no es una venda en los ojos, sino la indiferencia casi absoluta del agotamiento. Clonista suele demorarse en la contemplación impertinente de la derrota de los seres que llegan al supermercado poquísimo antes de que lo cierren y que realizan una compra de urgencia para afrontar la noche presabatina en el plato (o plató) de ducha catódica: platos precocinados de rápida preparación comodísima, aperitivos saladísimos e hipercolesterólicos, yogures cremosísimos y azucarados, vinillo preprohibitivo,  la chapata de rigor, exquisiteces sucedáneas y cholate negrísimo prêt-a-porter. De un lado, la gabardina y el portafolios, del otro el cesto, donde sobresale la barra de pan desmochada; el nudo de la corbata aflojada, la barba ensombreciendo el rostro; la mirada vidriosa. ¿La realidad? Clonista sabe que en el diario no se va a encontrar con la estampa cotidiana de la agónica lucha individual por la vida, esa estampa ajada cuya soledad ejecutiva tanta compasión improcedente le inspira. Hay otras soledades, de dimensiones trágicas, nacionales, europeas, mundiales. El escaparate donde se muestran, sin embargo, es un Rastro de excesivos contrastes, a veces difíciles de digerir, e incluso de creer. La realidad es muy pocas veces verosímil, y casi nunca verdadera. A menudo también es risible, porque hay, en la prensada al menos, un derroche de humanidad, de lo más propio, es decir, patético, de ella. Aznar, el estadillo, rezuma vanidad ufana y turiferaria junto al arbushto borde cuyo poder es directamente proporcional a su ignorancia: la suma de dos obviedades biológicas de tal calibre bien se merecerían una ovnibiabducción benefactora por parte de la otra realidad que, estando ahí, nunca acaba de bajar a echar una mano, o una antena. A Clonista no se le pasa por alto una página interdisciplinar: Simulacrónica, con entrevista incluida, de la Feria de Abril barcelonesa. Polacos. El nuevo arte de Polonia. Exposición colectiva. Dos pescadores tarraconenses aficionados capturan un atún de 300 kilos, tras luchar hemingwayanamente cuatro horas con el bicho, al que redujeron y finalmente ataron a la embarcación, según el famoso original cubano. Se archiva el caso de asesinato de un niño marroquí de ocho años, hallado muerto en el interior de un pozo en agosto de 2000, por falta de indicios que conduzcan al descubrimiento del criminal. Por ahí, pues, se pasea un criminal impune. Clonista no puede evitar la indignación impotente, y el horror, a manos llenas, ante el conato de representación de la terrible tortura, agonía y muerte de la criatura. Alerta de fuertes lluvias en Barcelona. El pronóstico se ha cumplido a medias. Chaparrón veraniego moderado y poco más. Como cada viernes, la cultura se ofrece al ocio desplegando su cauda vanidosa, su abanico refitolero, y Clonista, de presupuesto tan limitado y de sensibilidad tan devastada, dispone el vídeo para grabar arqueologías del cine gratuitas y revisitar su propio pasado Mirando hacia atrás con ira, por ejemplo.

miércoles, 1 de julio de 2015

2-5-02

     Un día gris, lluvioso -casi cabría el anticuado plúmbeo-, le pone marco a una representación un si es no es anodina. El espíritu desfallece y, al descorrer el velo que pudorosamente oculta la realidad, apenas reacciona frente a lo consabido. Cierto que un coche bomba independentista recoge hoy su fruto publicitario y le disputa las negritas de los titulares a ¿qué, si no?, ¿a un partido de fútbol lleno de magia, ritos y simbolos, cumplidos unos y agitados los otros con cansina y dócil sumisión?, ¿a las prácticas extorsionadoras del fiscal, en el caso del derechopernadiano alcalde de Ponferrada, contra la concejala Nevenka, acosada sexualmente por aquél, y sometida por el fiscal a un acoso psicológico merecedor, a su vez, de una denuncia?, ¿al sí pero no de la perdiz de la huelga general medio agitada como el coco por unos sindicatos con menos militancia que el Partido Comunista usamericano?, ¿a la rutinaria noticia sobre los abusos paidófilos de los sacerdotes católicos, que tan al pie equívoco de la letra se toman el “dejad que los niños se acerquen a mí” de su divinizado profeta? El conocido tono menor no solo afecta a las vidas individuales. A menudo la realidad, a pesar de su despliegue hechizante e imponente -de barroco pavo real-, también se presenta con “tono menor”, como hoy. Ni los miles de manifestantes idólatras del trabajo, ni los lances de un partido de fútbol frontonero, de escasa calidad y de voluntariosa emoción, ni la retirada israelí de Ramala o las colas madrileñas de su puente independenciero son capaces de quitarle a la realidad prensada de hoy el tono gris del día, del frente lluvioso ¡tan distinto del frente de odio lepenista! Las declaraciones de Zidane, patriota multicultural francés, y accionista único de la multinacional de sus piernas, le alegran a un lector y le reconcilian con el mundo del fútbol. Pues muy bien. Pues eso. Mañana seguiremos viendo.

martes, 30 de junio de 2015

1-5-02

     En este día de “a lo que salga”, como reza -que ya es ironía- el cartel de los manifestantes del primero de mayo dibujados, con su habitual trazo grueso y sombrío, por El Roto, también Clonista entra en su clónica con idéntico espíritu fatalista y resignado. Un violento cambio de tiempo, propio de la primavera del recalentamiento global, le tiene el cuerpo descolocado, los párpados caedizos y la tensión tan baja como la estimación pública del gobierno Aznar, aun cuando sigue pujalnte en las encuestas. La tentación suprema de Clonista es resignarse a confirmar, tras la visión de la realidad prensada, que “todo sigue igual”, que no hay ni rastro de la diferencia creadora que altere la monotonía depresiva del paisaje. Sí hay notas de buen humor, como la de Azúa, a la salida del día, un mutis que permite encarar con la complicidad de la sonrisa una futura realidad de esas de “si Dios quiere”, que querrá..., para qué vamos a soñar con mandangas y virtuosismos escénicos. Esa ausencia del padre, cuyo papel determinante ponen en tela de juicio las nuevas estructuras familiares, es paralela a la ausencia de responsable de la realidad; porque existe la conciencia difusa de que la sociedad no es obra colectiva, sino de autor o autores que la tiran, con el tiralíneas del poder, y luego esconden la mano, el plano y hasta la mesa de dibujo. Y así vamos nosotros, lectores contumaces, topógrafos en paro y sin subsidio, perdidos por entre tanta sombra de mina o tinta china, dispuestos a dejarnos sorprender por la fabulosa creación; pero, al mismo tiempo, con el poso del descreimiento metido en el cuerpo. Es inevitable que lo real se desdibuje, se desfigure. ¿Qué hubo hoy? Recortes de plantilla en la casa Botín para enjugar las pérdidas, lo que se hace, pues, con la carne seca de los prejubilados, tan denostados hasta que la propia casa necesita hacer economías, esto es, asegurarse sus márgenes de beneficios. Hubo también, y hasta la fecha de la segunda vuelta de las presidenciales francesas, capítulo obligado de la fácil defensa contra el espantapájaros lepenista: ¡qué ridículo suena el estribillo marsellés que toca a rebato frente al peligro ocasionado precisamente por quienes mueven, pavorosos, el gran badajo! ¡Qué oportunidad parece haber perdido la izquierda de no tener que auxiliarse las narices con los dedos! La reina de Inglaterra ve las barbas del vecino y escarmienta: ¡viva la multiculturalidad!, a gritar se apresta. Poco a poco, la virulencia del conflicto israelí-palestino va cediendo parcelas, no tanto frente a otras emergencias, sino frente al hastío, que tan sabiamente han de saber eludir los grandes creadores de realidad. Si algo cabe reprocharles es que lo hagan con un castellano tan pobre e insulso como el criticado por Grijelmo en su artículo-recensión sobre la nueva edición del diccionario de la RALE. Si con lo del transistor para el fútbol casi volvíamos a los años 50 -ahora se sabe ya que a Antena 3 la obliga la doctrina Cascos a aumentar sus pérdidas-, con lo de Gibraltar, ¿no estamos aún más cerca? Ni con verja ni sin verja parece que tengan los males remedio. Ni con plazo ni sin plazo. Se ha piqueteado en la uva dorada de la esperanza que cuelga, a modo de pórtico, ante los portones de la HISTORIA y de momento se ha pinchado por todo lo alto en grano seco. Seguirán informando, claro. El cacique nacionalista instalado en el cortijo “Generalidad” -lo que demuestra su excelente humor de brocha gorda- se queja de haber sido perseguido ¡nada menos que durante 22 años! ¡Jesús, María y José! No, no, que quede claro que estos deben ser los únicos, dadas sus amistades meapilíticas, que no le han perseguido, al pobre.  Con todo, y esto último le dispara a Clonista en su imaginario cinematográfico la imagen de nuestro patriótico rey Ubú fundida con la de un Henry Fonda acosado en la película de Lang, la verdadera realidad, con tintes fabulísticos, a la par que fabulosos, la que se come cualquier rival de cualquiera de las cien mil nacionalidades que envenenan los pozos de la cordialidad en el mundo es la narración que explica por qué el alimoche, o buitre moñiguero, se ve obligado, para seducir a su futura pareja, a alimentarse de la mierda de vacas, cabras y ovejas, de donde parece ser que extrae el pigmento que le tiñe el rostro de un amarillo brillante. El riesgo de hocicar y desayunarse o postrear en las heces es no sobrevivir, pero, de hacerlo y conseguir, además, el gualda que sea capaz de seducir a la buitresa correspondiente, obtiene el premio genético de la descendencia. Cada cual puede extraer las enseñanzas morales que considere oportunas. Clonista no quiere ocultar que la segunda vuelta de la semifinal de las semifinales, Madrid-Barça, es hoy el ochenta por ciento de la realidad. Y lo peor es que, mañana, será el cien por cien, se ve venir, que dijo el profeta. Clonista debería haber saludado al nuevo mes, haberle hecho algunos honores, y más aún siendo festivo; pero las correcciones académicas, que le roban el tiempo la vida y la paz de espíritu, se lo impiden: desde ellas todo se contempla viejo, cansado, anodino, frustrante, miserable, y demás sones alegres del rabel...

lunes, 29 de junio de 2015

30-4-02

     Boquea el mes de abril y se avecina mayo, mes del prisionero que ni sabe cuándo es de día  ni cuándo las noches son, salvo por la avecilla que le canta al albor. Así Clonista, que ignora, a estas alturas, qué sea lo real y qué lo imaginado, lo fantástico, lo inverosímil, lo soñado o lo deseado. Y en esas está. Muladar de tópicos podría subtitularse esta clónica, por más que la topografía en ella contenida tenga más de desierto fatigoso que de selva ubérrima. Otro más es que la realidad es un lugar común en el que estamos instalados individualmente, sin percibir aquella condición, de ahí la posibilidad constante de la sorpresa y la convicción de ser capaz de dominarla o crearla, de no estar sujeto a lo inexorable. Realidad común y libertad individual forman un hermoso dúo mudo, una binca de desinteresados jueces burlones. A un día de mayo, esta clónica envejece a ojos vista. Un tercio de su vida consumida y ahí sigue la realidad, intacta, distante, ignota, burlona, devastada, trucada, centelleante, absurda, y Clonista tras ella, junto a ella o en ella, aquejado del sueño de la razón. Lo cotidiano cotilleado al propio oído repite su cantinela antilepenista, como exhibe la prepotencia israelí o la burla electoral del espadón paquistaní pronunciado. No existen los individuos intrahistóricos en la realidad prensada, salvo cuando se copia el modo de hacer periodístico usamericano. Es sosa y fea Historia la periodística, de negritas de relumbrón, de todopoderosos y todohumillados, al rebufo de la anciana historiografía que solo maquilla con la infografía, la niña de sus ojos. Desde la modesta situación de Clonista, el desfile vanidoso de lo real así prensado, le recuerda el papo de Isabel II descrito por Valle. Ppappo y preppotencia es la del ppartido del goppierno cuando siente el huelgo lebreliano de la opsoeición lanzada a la captura de algunas presas que la hicieron en buenos créditos más que amistosos. No se puede decir que el tal Francisco González no sea bien nacido, ciertamente. En la realidad empírea de los centros de decisión, cuyas pragmáticas acaban afectando al ciudadano -de lo que éste se da cuenta quizás al cabo de uno o dos años-, todo aparece como un totum revolutum cuya síntesis mejor que nadie plasmó Peridis en su tira de acertado tiro durante aquella otra cacería lepenoide de Aznar y los cuarenta secuaces. En medio de todo el revoltillo -dejémoslo en eso-, GarZón se presenta y pide cuentas. Ya la vieja mesa de HB pasó por sus manos y de ellas salió como la semilla del pimiento de la digestión. Acrecentó, eso sí, el ora pronobel, el bonito pedestal de escalinatas que se sigue construyendo: al cabo, la estatua que venga después muda será. Y una vez el timbre perdido en la veta del mármol, quedará el gesto, pues que de gestos también se vive. Y así sucesivamente.
29-4-02

     Ponerse al día, aunque de noche y arrastrando un sueño al que tampoco acaba de dársele nunca cumplida satisfacción, no deja de ser un cierto alivio. La tensión, no obstante, de la acumulación de diminutas responsabilidades que acaban constituyendo una rémora insalvable es difícil de sobrellevar. De ahí que la visión de la realidad esté tan teñida de los humores que gobiernan el transcurrir de la jornada. La ausencia de un tiempo vivido con relajación es el mejor aval para considerar la realidad una agresión. Quizás por eso haya una escalada de provocaciones: desde el terrorismo hasta la publicidad, pasando por las ofertas políticas o las manifestaciones artísticas. Mantener el pulso de la realidad es echárselo a la muerte, en realidad. De un día anodino queda la lucha de los apicultores para que se evidencie el fraude de las marcas que anuncian, por ejemplo, miel de romero y sólo hay un 10% de polen de romero en su oferta, o los restos de antibióticos aparecidos en la miel importada de China a precios rompedores; queda, entre las medias tintas de un apocamiento general de los sindicatos, la posibilidad de una huelga general a la que aún no se atreven; queda... Pero, ¿dónde queda? El carácter evanescente de la realidad es su rasgo definitorio: la realidad es lo que desaparece aun en el momento de manifestarse, el equivalente exacto del presente huidizo y barroco. La memoria es un pozo sin fondo que lo admite todo y del que aflora nada o poco. Eso es. La idea de la realidad literaturizada, la contemplación de los sucesos estáticos de la realidad como la confusión de planos absurdos, sigue tentando a un Clonista pulverizado por el agotamiento físico y mental. Enorme Saturno fantasmagórico es la realidad que nos devora. Y no otra cosa. Hasta que le corten los testículos y llueva el poder genesíaco, que no la génesis del poder.

domingo, 28 de junio de 2015

28-4-02

     Un día ajeno al resto de las realidades, inmerso en las depresivas correcciones de cien mil barbaridades malgrafiadas, y Clonista, hecho a la involuntaria rutina de los fines de semana, vuelve a ver cómo se le adelantan los días y se le rezaga la clónica. Desde el lunes tira la vista atrás, al día inédito, con la promesa de realidades intacta, y destapa la caja de la imposible música celestial, pues son truenos, aunque blandos, los que se escapan de ella. Ya se sabe que el domingo no es un día propenso a los sobresaltos ni al rastreo de las noticias que reflejan el posible pulso de lo que nos empeñamos en considerar “la” realidad; antes bien es un día de remansos plácidos y análisis relativamente sesudos, cuando no meramente de trámite y embolso. Dulcificadas, pues, las aristas agresivas de lo real, el jefe de los servicios de inteligencia españoles –aún resuenan los ecos de las chocarreras mofas ppopulares  durante su rentable asedio agresivo al gobierno de Felipe González- puede repantigarse en su sofá y disertar sobre los peligros de la democracia, externos e internos, y sobre la necesidad de los servicios que él dirige. Plácidamente también ha muerto el barón Thyssen, tras haber dejado en España buena parte de su colección artística, a buen precio, según parece. Con la placidez de quienes no se sienten amenazados y saben que viven en un mundo de excepción, el de las élites intelectuales, tan ajenas a las clase trabajadora, discursean hoy sobre la democracia varios articulistas, a propósito del “vendaval” lepenista, ese airecillo inmisericorde que, en esta primavera como corresponde, ha provocado más de un resfriado. No se ponen las plumas de acuerdo, pero Jordi Mollà sí acierta: “si no sales en la tele, no existes.” Habla de su gremio, el de los cómicos; pero puede extenderse a la realidad toda. Clonista también puede decir lo mismo: si algo no sale en El País, no existe. La cuestión de los límites, así pues, es determinante. Vox pópuli es que “todos [los diarios] dicen las mismas mentiras”, de modo que tampoco es algo lamentable escoger una ventana y no andar asomándose a cuantas pudieran garantizar cierta objetividad que se le antoja imposible: ¿a cuántas ventanas habría de asomarse para tener esa garantía? La prevención con que el famoso “hombre de la calle”, y tanto vale este Clonista para ello como cualquier otro escrutador de la realidad prensada, recibe esta construcción de la realidad  es un magnífico indicador de la ficción que subyace en ese comercio desigual. Clonista aún no se ha atrevido a leer el diario como una novela experimental, esto es, realista a ultranza: superposición de hechos, personas, discursos, publicidad, anuncios, anatemas, informaciones, amenazas, propuestas comerciales; pero se propone intentarlo. Al final, José Ramón de la Morena dice que el mejor sitio para ver el mundial de fútbol será la radio. Probablemente. Con la famosa teoría del interés general, desarrollada por los cascos de un ministro de presa, pronto la España de los 50 habrá vuelto con todo su esplendor miserable y la cohesión ideológica que tanto añora la derecha que goppierna. ¿Se preguntaban en El País si era posible el caso de Le Pen en España? A Clonista le parece imposible.., porque, aunque maquillado, aquí ya gobierna. ¿O en Fuerteventura no hay un campito de concentración/retención de inmigrantes, en peores condiciones de las que promete en Francia Le Pen? Pues eso.