4-5-02
Después de un duro y placentero sábado
de intendencia -¡qué plácido y satisfactorio el contacto con los alimentos!-,
se le presenta a Clonista el primer fin de semana, después de muchos meses, en
que puede atender a su clónica cuando toca, sin sentir el aliento fétido que
suele exhalar el rimero de folios de sus examinandos, sin la urgencia de la
preparación de algún tema o sin las mil y dos mil complicaciones de la vida
social familiar. El mutis teatral del diario deja en la memoria de Clonista un
concepto que le pone nombre a la columna millástica -¿o acaso millásica?- de
ayer: agnosia. No se ve la realidad, o más concretamente, se ve pero no se
puede interpretar, lo que equivale a ir ciego por el mundo con los ojos bien
abiertos. Clonista se merecía que la propia realidad prensada le proporcionara
un descubrimiento de tal naturaleza. A su condición agnóstica, se le sumaría la
agnósica, como esta clónica demuestra con la fehaciencia que no existe. Afortunadamente para la joven que padece
tan rara enfermedad, la meningitis que se la provocó le dejó intacta la
facultad cerebral de leer y de escribir, lo que hace sin dificultad y con
aplicación, práctica y emocional. El suplemento de los lectores, Babelia,
contiene hoy una forcépsica entrevista con el malgeniudo Sánchez Ferlosio,
compulsivo lector de diarios y en especial del ABC, de cuya famosa abeceína fue el insigne descubridor.
Corolario: no hay nada más cabreante -y en consecuencia estimulante- que la
lectura del diario. Lo que le precede tiene tanto valor como si hubieran
entrevistado a cualquier militante antiglobalización que nos hubiera leído su
catón. Clonista, menos despejado y con muchos menos alcances que el nada
seráfico y muy hipotáxico don Rafael de marras, es decir, de mazas, no
simpatiza con la actitud caprina y jardinera propia de éste, pues la mucha
distancia desde la que Clonista observa acontecimientos tan cercanos, tanta
cuanta hay en la jibarización de la realidad que ofrece el diario, no induce
sino, como mucho, al fastidio, o al hastío, que, siendo su hermano gemelo
monocigótico, tan distinto es. Sorprende, por otro lado, el parecido entre
Harold Bloom y Zero Mostel, inolvidable en The
Front, con un primerizo Woody Allen.
Al final, algo se mueve, y no precisamente la noche, en la política vasca: un
acuerdo, uno, entre todas las fuerzas políticas menos la que tiene el monopolio
del terror y las ventajas de un sistema contra el que bombea tanto odio armado
y sanguinario como el, de momento, pacífico de Le Pen. La virtud de ese acuerdo
es practicar algo tan elemental como la solidaridad humana y política con las
víctimas marcadas por los SA, Sanguinarios Abertzales, que campan a sus anchas,
noche tras noche de cristales rotos, sin que el poder allí legalmente
constituido haga otra cosa que silbar y mirar hacia otro lado, hasta ahora. Ya
se verá l'endemà. Sharon, primo
hermano ideológico de los SA, ofrece un hermoso Estado Palestino Enjaulado
donde las gehénicas fieras terroristas
suicidas -si queda alguna después de su guerra de exterminazión- puedan ser
controladas para impedir que se revienten en suelo israelí. Por cierto, lo
llama “plan de paz”. Todas las sepulturas lo son, por definición, pacíficas.
Fernando Álvarez-Uría, en artículo pedagógico, lo dice bien claro: La privatización es un robo. Podría
haberlo titulado El estado expoliado,
que tanto monta..., para los amigos de los goppernantes. Clonista sabe, desde
hace mucho, que el estado es la única esperanza de los desfavorecidos, y sabe
también que la sumisión de la socialdemocracia a los amos del dinero, a los
factores de la realidad, junto con otros errores pragmáticos de bulto llevan a
las vacas flacas de una derecha que goppierna contra ese estado. A su modo, no
hay movimiento antisistema más eficaz
que el propio goppierno Ppopular. Y que cada cual saque de aquí las
consecuencias que estime oportunas. La realidad de hoy, en gran parte ausente en
esta tarde de sábado, preludio del desierto dominical -por cierto, no deja de
ser curiosa, a tantos años vista, la reflexión del protagonista de Mirando hacia atrás con ira: "¿por
qué dedicamos casi todo el domingo a leer el periódico?"-, cuando esa realidad,
fatalmente ya distinta, se queda como suspendida, levitando, como Castroforte
de Baralla, de inolvidable recuerdo; la de hoy, en conclusión, se cierra con la
granhermanada de CiU y su Ley de Universidades, donde el gociuerno de la
Generalidad se reserva la capacidad de vetar a profesores. Suma y sigue, que no
para el tiovivo.