28-8-02
Por uno de
esos azares de este año clónico, igual, no obstante, a muchos anteriores en que
Clonista no ha visto ni por asomo un telediario, coincidió el esforzado
investigador de la nonada que por realidad se nombra, la sombra que desde la
caverna de la alienación tomamos por el bulto, con el telediario en que se
recogían imágenes del desalojo contundente de las sedes de B que llevó a cabo
la policía vascongada, noticia que es hoy titular alborozado: ¡por fin los
corren a gorrazos!, a los matones miserables que se han pasado la vida
chuleputeando a todo bicho viviente y no nacionalsocialista como ellos; aunque se han defendido con uñas y con
dientes, como muestra la foto de El País en que se ve al batasuno Eugenio Lasa
mordiendo con pasión al agente que lo expulsa de su sede. El pie de foto, por
cierto, describe la enérgica acción mandibular como un forcejeo. El regreso del
péndulo, después de años y años de verlo alejarse con esos matones colgados
sobre él como antiquasimodos, llena de satisfacción moral a los resistentes por
la libertad. La publicación de las pruebas que ha reunido GarZón, a quienes sus
compatriotas, sin embargo, le niegan o escatiman toda ayuda para conseguir el
Nobel, no añaden nada nuevo al convencimiento popular sobre esa connivencia y
convivencia. Añaden datos, qué duda cabe, y datos elocuentes, apodícticos, pero
nada que no hubiera escandalizado desde siempre a los demócratas que veían cómo
los secuaces de los pistoleros campaban a sus anchas ante la indiferencia de
las autoridades encargadas de preservar los derechos individuales y sociales. Y
sigue escandalizando que el PNV salga con la petenera lacrimógena de que PP y
PSOE rompen “el clima de entendimiento” entre las fuerzas democráticas vascas.
Desde su perspectiva la frase es una verdad como una pirámide, pues, según su
leal saber y entender nacional, ni PP ni PSE son fuerzas vascas ni, dadas las
circunstancias, democráticas, ergo... A su modo, la resolución de un tribunal
usamericano que declara fuera de la ley las deportaciones de extranjeros
efectuadas por las autoridades, guarda estrecha relación con la dura realidad
del terrorismo –de baja intensidad,
que se acuñó como insultante eufemismo- y con las actitudes expeditivas frente
a la inmigración ilegal. Como recoge la cronista, con frase no demasiado
escogida, “las democracias mueren cuando operan a puerta cerrada.” Con más
orgullo recoge la otra parte de la sentencia en que se reconoce el papel de los
medios de comunicación a las masas: “la sociedad ha comisionado a los medios
como guardianes de la libertad.” ¡Nada menos que guardianes! ¿No había ninguna
otra palabrita sin ese tufillo belicoso-ordenancista que exhala guardianes? Las
condiciones en que se mantienen a los inmigrantes ilegales en Fuerteventura son
una vergüenza para el país y para el goppierno que las tolera, según el manso y
domesticado Defensor del Ppueblo, antiguo socialista de pro. Pero la fotografía
que ilustra las condiciones en que son retenidos los inmigrantes mejicanos
muestra un alojamiento digno de cualquier miserable cárcel del lejano oeste a
mediados del XIX. Los reconocimientos a más de 50 años vista, como los clásicos
perdones de la iglesia católica por sus muchísimas barbaridades cometidas desde
que nació en su seno el venenoso áspid de las aspiraciones políticas, ¿de qué
valen? Menos aún si ni siquiera llevan anejas la voluntad de dar satisfacción a
quienes fueron víctimas, como ahora reconoce Japón, del uso de armas
biológicas. En España, como en el resto del mundo se sigue luchando contra el
hachís, en vez de legalizar su venta y su consumo, lo que quizás no conviene a
tantos como se deben lucrar con el negocio. De hecho, han sido detenidos cinco
directores de oficinas bancarias de Sevilla, sin duda por seguir la vieja
máxima bancaria de que el dinero no huele. Los huéspedes, como los pescados,
sí, al tercer día, según el refrán. Clonista jamás entendió cómo los amantes
del idioma inglés aceptaban el sistema de pago que les ofrecía la academia
Opening: un crédito bancario. Ahora, 45.000 alumnos, tras el cierre de la
ruinosa compañía, se han quedado descompuestos, sin cursos y con los créditos
que irán venciendo mensualmente sus números universales: los de la estafa. Duro
y a por ellos, deberían ir los afectados, pues si todo va como se anunció hace
tiempo, ¿no se hacía cargo Planeta de la empresa en cuestión? Ya se verá.