4-9-02
Con el
león desdentado todos se atreven, es evidente. Al fiscal del goppierno, el
felpudo cardenalicio, se le alborota la melena y sale por las peteneras
privadas de pedir al Supremo que libere Euskadi de los “nazis de Batasuna”. Clonista
se percata inmediatamente de que, en según qué bocas, la realidad cambia de
arriba abajo, espectacularmente. Oir a la encarnación del ultraconservadurismo
beato y gubernoescuderil desmelenarse juridicopolíticamente en plan resistente
antifascista que aguarda el desembarco de los aliados para reconquistar las
libertades democráticas es más de lo que Clonista puede aceptar como realidad
real, incluso real-en-sí, si se quiere. Es excesivo, a todas luces, incluso
para las que Clonista no tiene. Si se quería sembrar la duda sobre la
oportunidad de la iniciativa ilegalizadora, Cardenal la ha servido en bandeja,
desde luego. Con ese aliado, más valía que el PSOE se lo hubiera pensado dos
veces antes de lanzarse a la piscina. No ocurre lo mismo con Blair, a la hora
de respaldar al amigo americano, su coherencia belicista sí que no admite
dudas. Las dudas las generará, en todo caso, la anunciada presentación de las
pruebas que justifiquen la guerra contra Sadam Husein. Dada la imposibilidad de
la verdad consensuada en este mundo manipulador de la información, ¿con qué
convencerá Blair y a quiénes? Si, al parecer, en el propio Congreso usamericano
no ven clara la guerra de papá que quiere acabar Bush, ¿qué pruebas le habrán
amañado a Blair los micincos o los ciáticos para persuadirlo de que en Irak se
cuece el apocalipsis gaseoso? A veinticinco o treinta años vista, como con la
desclasificación de los documentos reservados argentinos ha sucedido, se verá
la creación de la realidad que se montó entonces, que se está montando ahora.
Pero el sino de la sociedad es llegar siempre tarde a su cita con la realidad.
No nos dejamos arrastrar por ella, sino que se nos impone a veces sutilmente y
a veces burdamente. En el segundo caso, siempre es posible reaccionar. En el
primero ni somos conscientes de a dónde nos lleva el viento descerebrado de la
Historia escrita por muy pocas manos. En Israel, el Supremo ha dado marcha atrás
y ha autorizado las deportaciones de familiares de terroristas. Vuelve la
godomanía y, sin ningún recato, vuelve así mismo el Supremo sobre sus pasos
precedentes y actúa conforme a los deseos gubernamentales, es decir, se suma
patrióticamente a la lucha contra el infiel. De la anticipación conmemorativa
del 11-S descubre hoy Clonista –siempre tardo para la sospecha y perezoso para
intuir las malas intenciones– el morbo de la columnita titulada La Cuenta Atrás. La morbosidad no es
otra que la posibilidad, explícita en esa contabilidad, de que vuelva a
repetirse un atentado terrorista de similares características justo en la misma
fecha, un año después. No, de similares no, sino de peores características,
porque las obras del terror nunca pueden producir menos horror del producido
con anterioridad: se desacreditarían. Los sentimientos, en la realidad
prensada, están umbilicalmente unidos a la contabilidad. Frente a la memoria
reciente de la gran catástrofe, ¿quién pasará sus ojos por los tenebrosos
destinos de las víctimas del dictador guineano bien visto y saludado en la
Moncloa y en el Elíseo, el líder carismático –como el caudibaraquito
Aznar- Obiang? Matar por hambre y por falta de asistencia médica a opositores
políticos previamente torturados debe de ser un pecado venial para los
gobiernos demócratas europeos, y simplemente una torpeza política, ni siquiera
pecado, para el goppierno del caudillito, que mantiene un silencio expresivo
como un tratado con infinitas notas a pie de página. Sorprende bastante a Clonista
que un recordatorio de tanta trascendencia como el comunicado por Benegas sólo
haya merecido el espacio prensado de una Carta al Director, en vez de un
artículo de fondo, una entrevista e incluso un viaje a la hemeroteca del propio
diario de referencia de Clonista para satisfacer exhaustivamente la necesidad
de información precisa que el recordatorio ya incluye, si bien escuetamente. La
decisión de oponerse a la legalización de HB, resuelta administrativamente por
Barrionuevo –un represor antidemocrático para El País, que lo eligió como la bestia negra contra la que luchar
durante casi toda su gestión ministerial-, fue revocada por una decisión del
Tribunal Supremo, es decir, por la instancia a la que vuelven sus ojos
implorantes los ilegalizadores. La realidad siempre es, por definición,
inabarcable, y muy a menudo ininteligible. La resignación a vivir “descolgado”
de buena parte de lo que sucede se lleva mal cuando alguien se disfraza con la
castradora vestidura talar de clonista y aspira, ¡además!, a identificar la
realidad, ¡ahí es nada!, casi a levantar acta y dar testimonio de su
existencia, o de su ficción, que viene a ser lo mismo. A estas alturas de año
calendárico, a Clonista ni se le ocurre hablar de límites de la realidad,
naturaleza de la misma, multiplicidad de ellas o trampantojos varios, pero es
evidente que si ha de escoger la verdadera realidad, por encima de las
decisiones bushamericanas o los vaivenes bursátiles cuyo aleteo de mariposa
deja maltrechos tantos destinos individuales a los que golpea como les llegaba
a los personajes de la tragedia griega la fatalidad, escogería la escena que tuvo lugar en una
playa de Barbate. Entre los inmigrantes desesperados que llegaron en patera
hasta ella lo hicieron una madre nigeriana y su hija de seis meses de edad. La
madre llegó exhausta y la pequeña lloraba desconsoladamente porque tenía
hambre. Una enfermera de Protección Civil le pidió a una bañista, María Isabel
Caro, un biberón como el que le había acabado de dar a su propio hijo, de dieciocho
meses, para alimentar a la niña. Como rechazaba la tetina del biberón, sin duda
por falta de costumbre, María Isabel se la puso al pecho y la niña mamó que era
un contento. ¡Esa es la única realidad que merece su nombre alto, sonoro y
significativo! A Clonista, que es padre, pero que siempre ha envidiado a las
madres –si se inventó la tontería de la envidia del pene, ¿no podría haberse
inventado algo bastante más serio como la envidia de la maternidad?-, se le
abrieron las carnes de la emoción, porque supo, mientras leía la noticia, los
muchos caminos del azar inescrutable que se cruzaron en aquella playa para
producir el milagro cotidiano de la solidaridad que no existe, pues no hay
prensa donde se estampe, salvo excepciones. Al volver la página, sin embargo,
la otra cara de la realidad, una de las muchísimas que tiene, pero tal vez una
de las más sombrías, abofetea al clonista y le vierte en las mismas carnes que
antes abriera la emoción un chorro inmisericorde de salfumán: “Cuatro
detenidos, 2 de ellos menores, por matar a palos a un vagabundo.” Los detalles
sórdidos añaden que el robo fue la causa, y el “efecto personal” una billetera
que estaba vacía, pero por la que luchó como quien lo hace por la esperanza,
pues, para él, en aquel instante crucial de su vida debió representar la
posibilidad de tener dónde meter el fruto de los buenos tiempos que no habrían
de tardar. Murió a estacazos y, al final, el botín se redujo a un anillo, muy
probablemente de escaso valor. El mendigo, búlgaro, ocupaba un banco de un
parque y era de talante pacífico, según los vecinos de la zona. Para sus
agresores, sin embargo, su bulgaridad y su soledad lo convertían en lo más
cercano a un animal rastrero y dañino. ¿Una rata? Por ejemplo. Tras meses y
meses no dándose por enterado de la bodísima
-acontecimiento que alcanza el rango de “episodio nacional” de la
Moncloa de los Milagros que nadie nunca escribirá-, El País, sale, pocos días antes del enlace, con un despliegue
informativo que da algo más que pelos y señales sobre el ¿evento? Y hasta
invento, desde luego. Da para sainete, si siguiera el género vigente. ¿Acabará
dando para una morancada? Quizás sea,
entre los dos o tres posibles e imposibles, su único destino espectacular, si
el felpudismo reinante en TVE no se descuelga con un reportaje en Informe Semanal, algo que se sale de lo
posible y lo imposible y cae del lado de lo caudillable. Ya se verá en qué
queda la cosa. En Francia la derechona
se ha puesto el casco policial y pretende meter en cintura a la sociedad a
golpes de leyes como la aprobación veraniega de la rebaja de las
responsabilidades penales a los 13 años. “Depositarios de la autoridad pública”
serán, a partir de ahora, todos los profesores, y no sólo los directores de los
centros educativos. En consecuencia, cualquier vejación verbal a un profesor
puede acarrearle al infractor una pena de hasta seis meses de prisión. Junto a
ese paraguas, que puede parecer excesivo a quienes no lidian cada día con
mozalbetes de todo pelaje, el gobierno de Chirac anuncia una reducción de
plantilla cercana a los 3000 puestos de trabajo. Las novedades
cinematográficas, a las que el clonista presta infinitamente más atención que
al cansino y aburrido serial hebdomadario del fútbol –por más que esté
dispuesto a reconocer que ese serial tiene una capacidad inverosímil de generar
realidad y adicción-, son anunciadas como promesas que luego suelen defraudar a
quienes aún distinguen la crítica de la propaganda. Lo mismo pasa con las
novedades literarias y con cualesquiera novedades que sólo tienen de tales el
hecho de aparecer. Que Patrice Leconte recobre el pulso de El señor Hire y de El marido
de la peluquera les suena a gloria al clonista, y a su Conjunta. Tampoco
parece un desperdicio Nackt (Probablemente
Desnudos en castellano) de Doris Dörrie, pero todo se verá. Lo que ya se está
viendo es que la nueva caída de Wall
Street, más propiamente Tabique Street, lucrará a cientos de vivos y
espabilados a costa de cientos de miles de ingenuos y pardillos. La realidad de
los dineros públicos admite alguna leve transparencia que contrasta con la
opacidad de los dineros privados, a veces inexpugnable incluso para los
controles estatales. Las subvenciones del gociuerno de Pujol a la empresa
propietaria de Opening, que ha quebrado por bastante más de la mitad a quienes
se han entrampado con un crédito para pagar los cursos de inglés que ofrecía,
además de a sus propios trabajadores, habrán de ser explicadas en el Parlament.
Lo que no se sabe es qué contendrá la plica, además de las exculpaciones de
rigor. ¿Realidades o ficciones contables? ¿Proteccionismo económico o
amiguismo? ¿Pallerolsadas o puro y simple despilfarro prepociutente?