10-9-02
De la
primera plana de la realidad prensada se queda hoy Clonista con la parte de
realidad que coincide con su hipótesis, que Ibarretxe confirma con claridad
meridiana para que se enteren todos, por si había alguna duda. La teoría de Clonista
es que el PNV no estaba dispuesto a abrir y librar una guerra civil a causa de
ETA en las vascongadas. “No estoy dispuesto, como lehendakari, a que el
objetivo de los vascos sea rompernos la cara en las calles” ha dicho Ibarretxe
para justificar la pasividad de la policía frente a una manifestación ilegal en
defensa de los asesinos de ETA. Resulta tan abominable, humana y políticamente,
ese planteamiento como la petición de Esquerra Republicana a ETA, a través de
B, de que deje de matar en Cataluña, ignorando deliberadamente el resto de
España, sin duda porque su destino y la suerte de sus ciudadanos les son tan
ajenos que, una niña más o una niña menos en Santa Pola, ¿qué más les puede
dar, si en su rinconación, gracias a su intercesión servil, lamecular y babosa,
no puede ocurrir? Francesc de Carreras ya escribió hace tiempo una reflexión
sobre la política catalana en la que planteaba, con argumentos, no con el
exabrupto de Clonista, qué coño hacían los socialistas catalanes buscando la compañía
política de Esquerra Republicana, algo incomprensible para sus votantes. Clonista
subscribe a distancia aquel análisis al que la realidad se ha encargado de
avalar. Al lado de la realidad cercana, la allendepirenaica de la perla
chiraquiana: “atacar Irak puede tener consecuencias trágicas.” La Montero
podría haberla incluido en su columnita, donde recoge expresiones parecidas de
Bush, como la famosa: “si no tenemos éxito, corremos el riesgo de fracasar.” El
congreso de antropólogos pedía a sus miembros que se aplicaran a la labor de
descubrir las estrategias de poder político y social que obran en nuestros
días; que volvieran su vista analítica hacia el presente. Realmente no es un
trabajo difícil. Bastaría con que se sumergieran en una clónica del estilo de
la presente para llegar a conclusiones sustanciales. Clonista, dado su
diletantismo, merodea más por los barrios de la anécdota, pero no deja de
advertir esa lucha altisonante que se dirime en la realidad prensada: desde la
propaganda casablanquista, con su “creciente movimiento internacional de apoyo”
a un presidente que cada vez se queda más blairsolo; hasta la guerra de
expertos que ora afirman que Irak no es un peligro, ora que está a punto de
fabricar la bomba nuclear. No tiene desperdicio. Aunque es notorio sacrificio
seguirla con la atención que deberían exigir las consecuencias trágicas que
tendrá. Clonista sospecha que la sección 11-S,
UN AÑO DESPUÉS se ha convertido en un desván donde cabe de todo. Bien poco
ha sucedido en el mundo que, directa o indirectamente, no pueda relacionarse
con el 11-S, se quiere decir. La afirmación de Arafat sobre su renuncia sin
fecha al poder en Palestina es, para los creadores de la realidad prensada,
consecuencia de aquellos hechos. La hermosa crónica de Rosa Townsend sobre la campaña electoral, a
la vieja usanza, de Janet Reno, una liberal americana que se enfrenta en
primarias a un ricachón demócrata, parece un eco de películas clásicas como The Last Hurrah, por ejemplo, pero en
versión demócrata. La sorpresa del atuendo de la político, una cazadora con los
colores de la bandera usamericana, engaña a Clonista, pero no así la honda raíz
liberal de la antigua ministra de justicia de Clinton, quien devolvió a Cuba
con su padre al pequeño Elián, después vampirizado políticamente por el Gran
Castrador de las libertades en Cuba. La democracia siempre plantea situaciones
que no la dejan envejecer y acomodarse, con esa triste resignación que es señal
de identidad de las dictaduras. El fascista Haider, todopoderoso señor de
Carintia, rompe la coalición de gobierno y provoca un anticipo de las
elecciones. Sus socios de coalición lo acusan de “querer gobernar y hacer
oposición.” A Clonista le llama la atención que lo que en Austria provoca una
crisis de gobierno, en España es el pan nuestro de cada día, y nadie parece
espantarse, antes bien todo lo contrario. De hecho, la posición
defensivopositora del PP y del goppierno pueden llevar a muchos a la conclusión
de que Zapatero lleva seis años gobernando. El debate sobre la ilegaliZación de
Batasuna se abre a otros puntos de vista. La realidad del día incluye el
extenso punto de vista de Gómez-Benitez, quien escribe su artículo para
oponerse directa y personalmente a Javier Pérez Royo, tanto a sus tesis como a
su persona, pues no de otro modo puede entenderse que Benítez haga un evidente
juicio de intenciones –recurso de escasa base jurídica- al juzgar que la
posición de Royo “solo puede entenderse como fruto de su enemistad con el
magistrado.” Antes, no obstante, el catedrático carlostercerino hace una
afirmación que no puede dejar de sorprender: “Javier Pérez Royo está basando
toda su estrategia de descalificación pública del magistrado Baltasar Garzón y
de su actuación en la más elemental ignorancia de estos y otros nuchos datos
contenidos en su auto.” ¿Querrá decir que Pérez Royo se ha lanzado a la
diatriba sin siquiera haberse leído el auto? ¿Querrá decir que Pérez Royo no
entiende el auto? Clonista ni quita ni pone rey, y al final alguien habrá de
sustanciar la causa (¿o no se dice así?) y acertar o equivocarse en la
sentencia correspondiente, pero los argumentos de Benítez tienen endebleces que
chirrían, la verdad del lego sea dicha. La realidad de la violencia es, muchas
veces, equiparable a la violencia de la realidad, pero no es el momento de
entrar en disquisiciones de esa naturaleza. El periodista se ha agarrado al
hombre que muerde al perro y el titular desfigura dos historias que coinciden,
para su desgracia, en el absurdo del mismo: “un hombre mata a su hermano en Mazagón
de un disparo tras discutir por el mando de la televisión.” Si a sus 39 y 33
años “se llevaban mal y las discusiones a gritos eran frecuentes entre ellos”,
como han testimoniado sus vecinos, ¿a qué lo del mando? Así se prensa la
realidad, también. Como se prensa, anónimamente, en la redacción de la noticia
sobre el manifiesto de apoyo a Josefina Albert, quien fue represaliada
profesionalmente por el rector Arolas a causa de haber permitido ejercer el
derecho que, a juicio de Albert, tenían los estudiantes de la selectividad a
recibir los exámenes en castellano, derecho que la universidad presidida por el
rector Arolas impedía ejercer. El manifiesto se le presenta al lector como un
escrito avalado por Savater, Rosa Díez, Nicolás Redondo, Carlos Totorika,
Vidal-Quadras, etc. “en contra del
nacionalismo catalán y en solidaridad con Josefina Albert.” La cursiva la
pone Clonista para escarmiento absurdo de quien fue tan burdo redactor y para
que se vea más claramente, aunque sea una redundancia, la capacidad de
manipulación a que está sujeta la realidad. ¡Qué capacidad tan inmensa la de la
modernidad para integrar la heterodoxia! Se les da una sala de actos, se les
organiza un Congresito, se les pone un rotulín, Artes de calle, en este caso, y ¡hala!, ya tienen el pasaporte en
regla, carta de naturaleza, libro de familia, carnet de identidad y, según,
cómo y dónde, abono para el Liceo y asiento en el palco del Barça. Lo más
parecido, en resumidas cuentas, a esa contraditio in adjecto carrozante que es
un “Carnaval municipal”. Les pasará desapercibido a muchos amantes de descubrir
la realidad, como Clonista, sea prensada o no, la noticia sobre los cambios que
sufrirá la contabilidad de las empresas, cambios que se han vuelto
imprescindibles tras los escándalos contables –pero nada literarios– ocurridos
en las empresas usamericanas. Los objetivos, ¡atención!, son “dar una imagen
más real de las empresas.” Una imagen, en todo caso; en ninguno algo
sustancial. Al fin y al cabo es el valor de las empresas lo que se ha de dar a
conocer, y el vulgarísimo precio de mercado que ahora se exigirá siempre
luchará contra el pedigrí del valor histórico que regía hasta ahora. British
Energy, por ejemplo, se ha salvado de la quiebra porque papáblair ha acudido
con 650 millones de euros a rescatarla de las garras del mercado y sus
caprichos, renacionalizándola. ¿La UE no tiene nada que decir? Los sindicatos
sí. Para ellos, empresas de sectores básicos para la buena marcha del país no
pueden estar al albur de la ruleta de la Bolsa. La privatización implica, casi
forzosamente, deterioro del servicio, porque el mantenimiento no genera
beneficio, como ahora ocurre en Inglaterra con Railtrack, y como ya ocurre en
España con el suministro eléctrico y los famosos apagones, sobre todo en
tiempos de nevadas, que dan más “calor de hogar”.