29-10-02
Vista a
través de la realidad prensada, la realidad plural no parece estar sujeta a las
variaciones del estado de ánimo que, sin embargo, sí que padecen los mortales, y algunos hasta en
exceso. Y eso resulta, a la larga, insultante. Con el día mustio e hipotensionado
que sufre Clonista, augurio quizá de un cambio de tiempo inminente, o acaso una
simple reacción hiperalérgica al
desbarajuste del cambio de hora, acercarse a la realidad con cierto espíritu
crítico se le antoja una heroicidad. La mustiedumbre que lo acogota, como una
fiebre altísima, le fuerza a contemplar la consolidada imperturbabilidad de lo real como un carnaval
paradójico. Los tropiezos protocolarios con Jatamí, por ejemplo, parecen
sacados de algún guion pasablemente cómico. El secretismo soviético sobre la
composición del gas letal empleado en el asalto al teatro confirma que los
rehenes muertos han acabado siendo conejillos de la guerra química, al tiempo que
infortunadas víctimas del trágico azar terrorista con el que, supuestamente, se
ha de convivir en las sociedades desarrolladas. Ayer comparaba Clonista la
victoria de Lula con la de Felipe González. Hoy, el propio Felipe González
acepta la comparación y saluda al compañero Lula. Los plácemes han sido
generales, más aún si se tienen en cuenta los primeros pronunciamientos
conciliadores, nada revanchistas, pero inequívocamente progresistas. ¿La
excepción? La Bolsa, que lo ha recibido a cara de perro, con la consiguiente
bajada de rigor. Mafiosconi, que comparte risas fotográficas con Gaddafi, no ha
dudado en dar el salto desde su posición a la del ciudadano anónimo que no es
para ponerles pleitos a todos aquellos que han buceado, librescamente, a la
busca y captura de los orígenes de su fortuna. ¡Nada menos que 50 millones de
euros pide el indigente protoempresario para desmancillar su honor! Y lo hace a
través de un pleito civil, no penal. La sutil diferencia es que, en el segundo,
el fiscal podría investigar la credibilidad de los datos publicados y cabría
recurso, mientras que en el primero todo se reduce a la petición de un
resarcimiento económico. La campaña socialista contra la privatización de
pphecho de RTVE acabará convirtiéndose en uno de los mejores exponentes de la
apropiación indebida del Estado que ha llevado a cabo el goppierno y su partido
desde que están en el poder. Algo tendrá que ver en la atonía de Clonista la
jornada de huelga contra la mal llamada Ley de Calidad, que, frente al sentir
de otros compañeros que han decidido no hacerla en su propio centro de trabajo,
ha observado escrupulosamente. Después de leer los elogios del cardenal Rouco a
la Ley, Clonista sabe que no se ha equivocado. Lo que ignoraba es que trabajara
rodeado de tantos rouquistas meapilas. Peores cosas debe de haber, sin duda. El
problema de la pornografía en internet es tema recurrente, pero hasta ahora no
se había dicho que todas esas páginas, sobre todo las que exhiben pornografía
con menores, ha de alojarlas algún portal. Terra
ha decidido suprimir las páginas personales “para combatir la pederastia.”
Ahora hace falta que se animen otros portales a hacer lo mismo. Las
contradicciones son siempre necesarias: indican, cuando responden al movimiento
dialéctico que nos informa como seres racionales, los niveles de vitalidad de
una persona. Ahora bien, las hay tan insoportables que acaban teniendo una
virtud casi definidora. El gociuerno y el PP se han aliado para evitar que el
hijo de Pujol, alto cargo de la Administraciuón, acuda a declarar al Parlament.
La cuestión es sencilla: ¿no es el Parlament la sede de la representación
popular, la genuina casa del pueblo? ¿Cómo es posible que desde esas instancias
políticas se tenga, de pronto, una alergia parlamentaria tan acusada? Debe de ser
que la concepción políticamente incorrecta, pero válida, del Parlament es que
se trata del lugar donde se impone, no donde se dialoga. Una carta de Rosalía
Medina alusiva a la imposibilidad de encontrar una escuela donde su hija
aprenda en la lengua de sus padres parece sacada de un museo, a juzgar por la
ingenuidad con que expresa una realidad que ya fue debatida y laminada en su
momento, con el oportuno respaldo silencioso de tantísimos padres y madres cuyo
miedo al fracaso social de la prole era mayor que su conciencia de los vínculos
emocionales que se vehiculan a través de la lengua materna. La solución, con
todo, es Aula, escuela europea,
privada y la única respetuosa con lo que fue derecho universal –aprender en la
lengua materna: una consigna irrenunciable de cualquier programa catalanista,
como era y es lógico- hasta que en Cataluña se decidió que lo universal había
de reducirse, por decisión política, no pedagógica, a una de las lenguas del
territorio y sanseacabó la discusión, y donde dije digo digo inmersión y tente
tieso. El candidato Mas estudió en aquélla, por cierto. Y allí aprendió a fondo
ambos idiomas, más otros dos. ¿Se reconocerá algún día lo mucho que hizo
aquella decisión cerril de carril único para afianzar el catallano –una
variante dialectal y diastrática parecida al spanglish usamericano- tan desenvolupado entre una amplia capa de
población a la que, a la postre, se la ha privado de ambos idiomas? El olvido había caído sobre André de Toth, de
esotérico nombre egipcio, aunque húngaro de nacimiento. Su muerte real, no la
del olvido, se produjo ayer, ¡a los 102 años! El clonista reivindica la memoria
de Los crímenes del museo de cera,
con Vincent Price, un clásico de su corazón tenebrista y amante del horror.
Nada que ver, sin embargo, con un autor como Cronenberg, cuyo Spider es una joya también del cine de
horror, pero en versión trastorno mental.