domingo, 17 de enero de 2016

12-11-02

     Se le complica, judicialmente, el caso Gescartera al goppierno. Boyer, ex ministro socialista, se deja seducir por el PP. Husein tendrá la última palabra tras delegar en él el Parlamento iraquí. El paro aumenta, incluso en verano. Los jóvenes duermen menos de lo necesario. Y ahí se acaba la realidad prensada de choque, la espectacular. La foto se la lleva la conversión de Boyer, quien parece subordinarse al caudillito. En el interior, sin embargo, muy al fondo, en la despedida económica, se halla lo que, al margen de la interesante estadística sobre las escasas horas de sueño de los jóvenes, le parece al clonista que debería haber figurado con escandalosos tipos de tabloide británico en primera plana para remarcar la gran inocentada –puesto que las navidades siempre se adelantan casi mes y medio, no ha de extrañar que los Santos Inocentes pueda caer en tal día como hoy-: “en España solo hay 17.987 ricos que dicen ganar más de 192.000 euros al año.” Además, el 81% de los declarantes afirma no tener rentas anuales de más de 21.000 euros. Por otro lado, los sujetos a nómina declaran una ganancia media de 13.164 euros, mientras que los empresarios y los profesionales liberales la declaran de 8.944 euros. Esta vergüenza descomunal no parece constituir más que motivo para una ligera ironía cursiva. La estructura de sueldos de este país es un caos tan tremendo que no es de extrañar que haya sido España la cuna de la picaresca literaria, fiel trasunto de la real, por supuesto. La inadecuación entre el puesto de trabajo, los ingresos y las inversiones intelectual y económica realizadas para obtenerlos es de tal magnitud que no es de extrañar el desaprovechamiento, tan extendido, de una buena parte de los profesionales mejor preparados del país, de lo cual ha leído Clonista sobrados testimonios en la sección Cartas al Director. El dolor no puede ni debe ser la noticia, porque luego pasa lo que pasa. Tras haber descrito con pelos y señales el asesinato de cinco judíos pobladores de un kibutz pacifista cuyos sólidos puentes de diálogo con la comunidad palestina hacen aún más incomprensible el ciego ataque terrorista, el redactor se ve obligado a encorchetar la otra cara de la moneda, el asesinato, por parte de los soldados israelíes, de un niño de dos años palestino. ¿Se respeta así el pluralismo y la ecuanimidad? Tal y como está distribuida la materia informativa, la respuesta es no. Putin ha logrado, en la cumbre Rusia-UE, que los europeos acepten su terrorismo de estado. El pueblo en la calle y algún intelectual en el propio Parlamento Europeo, como Glucksmann, se han encargado de recordarle a Putin en lo que se ha convertido: un genocida y un gaseador. Si a ese revés mediático se le suma la expulsión de dos diplomáticos rusos en Suecia por practicar el espionaje industrial y militar, emerge un panorama de guerra fría en estado puro. Se ve que cuesta cambiar el chip, y que Kgputinb aún añora los viejos tiempos de las consignas, de la ausencia de explicaciones. Clonista recuerda la desoladora hambruna en Etiopía del año 84, un mazazo moral que le quitó desde entonces y ya para siempre muchas risas del cuerpo; pero ignoraba que la población del país africano supera los 65 millones de habitantes, de nuevo expuestos a caer diezmados por esa hambruna que amenaza con ser peor que aquella otra. ¿Cómo pueden convertir los socialistas en acusación política la “opacidad” del goppierno en todo lo referente a las privatizaciones y, sobre todo, a la de Telefónica?  ¿Y la privatización de la seguridad?  Interior pretende coordinar a sus agentes con los de la seguridad privada para mejorar sus estadísticas contra el crimen organizado y, de paso, forrar a las sociedades dedicadas a la seguridad, cuyos presidentes ¿cuán lejos están del ámbito de influencia del PP? Premio. Al lado del escándalo de los pocos ricos que hay en este país, pues los juegos de azar estatales no dejan de contribuir al aumento de esa estadística, el informe sobre el escaso descanso de los jóvenes y lo perjudicial que es debería figurar en esa primera plana del escaparate prensado. La reflexión de Victoria Combalía sobre las tomaduras de pelo del ¿arte? moderno, ¿quién puede no compartirlas? Lo que está más extendido, denuncia la autora del artículo, es que los críticos no se atrevan a comentarlas, a reconocer su banalidad. ¡Qué miserable ha sido la dirección del hotel Expo Hotel, que ha despedido a cinco maleteros por quedarse con las propinas! Aquello de antes, sueldo más propinas, debe haber pasado a la historia pequeña y humana de la explotación; nada que ver con estos brutales tiempos de esclavismo y argucias economicistas. Noble ha sido, sin embargo, la reacción de la dirección de la fundación del Nobel, como cabía esperar, al retirar el garrote vil de la exposición al público.

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