13-11-02
Otro día,
al que añadir más quizás sería una
injusticia soberbia. Clonista anda en una nube, porque después de haber ido con
sus vástagos a ver El caballero don
Quijote y haber salido éstos aburridos y aquél indignado, los dos al alimón
han querido ver la larga y afortunada primera parte de las hazañas del hidalgo
manchego, –el clonista lo recalca,
manchego, ahora que el adjetivo en boca del nada gallardo Gallardón se ha
tornado en baldón, según denuncia una corresponsal en la sección
correspondiente-, lo cual han hecho en horas veinticuatro con una atención que
ha dejado boquiabierto a quien los engendró, quien los veía con la conciencia
de estar asistiendo a uno de esos prodigios de la naturaleza cultural de la
especie tan peregrinos como casi inverosímiles. ¡Qué poder de seducción no
tendrá la felicísima invención de Cervantes! A la tarde quitojesca se le suma
la compra del libro de Espada, Diarios, de naturaleza parecida a la presente Clónica,
y en el que, sin poder resistirse al abaniqueo breve de una hojeada, ha
descubierto la primera coincidencia: una alusión a Sebastian Haffner. ¡Vedado
proseguir, ni con vientos ni con aspavientos! ¡Vade retro, curiosidad! Y Clonista
va hacia dentro, ya, de la realidad prensada, infinitamente más pobre que
ciertas circunstancias que la enmarcan. Ayer Luis Valdesueiro le agradeció a Clonista
el envío de una muestra de la presente clónica, aunque, acto seguido, le reveló
su alejamiento definitivo de la curiosidad por la actualidad, es decir, por las
presentes sucesiones de difunto quevedianas en que se acaba convirtiendo esa
actualidad intrigante y alienadora. Coincide con Paco Marín, con José Luis y
con tantos otros que han decidido desconectar de la realidad prensada,
alejarse, enclaustrarse en sí mismos. A todos ellos se les puede aplicar el
ingenuo ¡pero tú en qué mundo vives!, con que los actualidadictos despachan la ignorancia de un dominio común
que bien poco tiene de propiedad, desde luego, y bastante menos de común, para
qué nos vamos a engañar. Póngase por caso la noticia estrella del día: Economía
multará a las tres grandes eléctricas por pactar los precios. En tiempos
preelectorales, ¡menuda realidad amañada! Un auténtico pacto de caballeros: el
goppierno se presenta como el defensor de los pobres clientes; las eléctricas
descuentan de los beneficios una multa ridícula; todos tan contentos y los
paganos, avisados y sin avisar, expoliados y hazmerreídos. Otra noticia
estelar: la retirada de Arantxa Sánchez Vicario. Debe de ser de mala educación
recordar, en el momento de la despedida, su condición de contribuyente
andorrana, ¿o ya se ha vuelto a nacionalizar española fiscalmente? En su día
criticóse aquella búsqueda de la evasión fiscal; hoy, ni una palabra que
disuene en el coro de elogios y reconocimientos por los servicios prestados.
Piqué, tan chapucero para lo de las evasiones fiscales, la envidia, seguro. La
derecha europea se quita la careta liberal, se pone el rictus cristiano y el
bonete católico y arremete contra la Turquía islámica, a la que quiere reducir
a la condición de Estado asociado. ¿Será el futuro europeo de Euskadi? La
religión sabiniana, al fin y al cabo, puede llegar a ser tan intransigente o
más que el propio islam. Europa sería, así pues, un continente que limitaría al
este con el islamismo y al oeste con el sabinismo. Y la realidad camina en esa
dirección, según se deduce del titular que resume la transformación que está
sufriendo China: “Nacionalismo y religión ocupan en China el vacío que deja el
comunismo.” ¡Ahí es nada: nacionalismo y religión! A Clonista le sorprende que
aparezcan como conceptos disociados, pero son tiquismiquerías de escrupuloso,
sin duda. Antonio Díaz Ramírez ha enviado a Cartas
al Director un cuento que bien podría haberlo firmado Monterroso. En
resumen: hallan un ratón en un tetrabric de tomate frito –¡qué generosidad
comercial la del corresponsal!-, se lleva continente y contenido a Sanidad y
levantan un acta: tetrabric con un cuerpo extraño. Interesado por cómo sigue el
expediente, al denunciante se le entrega una fotocopia del laboratorio en el
que, tras dos meses de arduas investigaciones, confirman que, en efecto, se
trata de un cuerpo extraño. ¿Y qué cuerpo se le queda al denunciante? Pues eso.
Si ayer se le iba complicando al goppierno lo del caso Gescartera, hoy se ve
que Rato y Montoro andan renqueantes y demorosos a la hora de facilitar la
investigación que, más que salpicarlos, los ha cubierto de una mierda teatral
en absoluto operante. Clonista no quiso adentrarse en un caso de supuesto
infanticidio, pues la crónica del suceso no puede leerse, desde la condición de
padre, sin que todos los fríos del horror se le metan a uno en el cuerpo, sobre
todo cuando el instinto de supervivencia anda por medio. Ahora, una sentencia
inicial a 17 años, dictada por un juez profesional, ha sido sustituida por otra
dictada por un tribunal popular, que la rebaja a 4, con el beneficio añadido de
la remisión de pena mediante los beneficios penitenciarios pertinentes. Al otro
lado, es decir, al del profesional que juzgó a Melva, un colega multa con 60
euros a un maltratador que amenazó a su esposa con un hacha porque lo hizo “por
amor”. Será un amor del que patrocina Manzano en Madrid para evitar los malos
tratos. La realidad se escribe así, a golpe de sentencia. Y una antología del disparate
judicial sería, con mucho, el libro más vendido del año en que se publicara.
Ahora bien, ¿quién es el valiente que se pone a leer fundamentos judiciales?
Mas y Rato se reúnen para no pactar y para ahondar la distancia pactada que separa
a ambos, según parece. Los seguidores del primero, hasta que se estrelle
electoralmente, después ya le sacrificarán como es debido, no lo entienden. Clonista,
tampoco. Los electores, pues depende. La sociología electoral de este país anda
en mantillas, pues aún no se ha levantado acta de los porqués variopintos de
las fidelidades electorales. La atención se la llevan siempre los díscolos
abstencionistas, que parecen los niños que dan problemas en las escuelas para
llamar la atención. Si en el horizonte de la realidad inmediata aparece el
cielo abierto de las elecciones, la transformación de lo real se acelera
vertiginosamente: ahí está la repartición de la miseria a las pensiones de
viudedad que anuncia el gociuerno, mientras su paniaguado síndico de cuentas evita,
contra los elementos, que a un hijo de Pujol le salpique la corrupción. Los
silencios son tanta realidad como los ruidos que la atraviesan de la primera
plana a la contraportada. No es el momento, pero hay muchos silencios que
avasallan con su elocuencia a Clonista. Un día sin contratiempos en el
Folclòsrum, ¿es real? Ahí está el quid.
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