domingo, 17 de enero de 2016

13-11-02

     Otro día, al que añadir más quizás sería una injusticia soberbia. Clonista anda en una nube, porque después de haber ido con sus vástagos a ver El caballero don Quijote y haber salido éstos aburridos y aquél indignado, los dos al alimón han querido ver la larga y afortunada primera parte de las hazañas del hidalgo manchego,  –el clonista lo recalca, manchego, ahora que el adjetivo en boca del nada gallardo Gallardón se ha tornado en baldón, según denuncia una corresponsal en la sección correspondiente-, lo cual han hecho en horas veinticuatro con una atención que ha dejado boquiabierto a quien los engendró, quien los veía con la conciencia de estar asistiendo a uno de esos prodigios de la naturaleza cultural de la especie tan peregrinos como casi inverosímiles. ¡Qué poder de seducción no tendrá la felicísima invención de Cervantes! A la tarde quitojesca se le suma la compra del libro de Espada, Diarios, de naturaleza parecida a la presente Clónica, y en el que, sin poder resistirse al abaniqueo breve de una hojeada, ha descubierto la primera coincidencia: una alusión a Sebastian Haffner. ¡Vedado proseguir, ni con vientos ni con aspavientos! ¡Vade retro, curiosidad! Y Clonista va hacia dentro, ya, de la realidad prensada, infinitamente más pobre que ciertas circunstancias que la enmarcan. Ayer Luis Valdesueiro le agradeció a Clonista el envío de una muestra de la presente clónica, aunque, acto seguido, le reveló su alejamiento definitivo de la curiosidad por la actualidad, es decir, por las presentes sucesiones de difunto quevedianas en que se acaba convirtiendo esa actualidad intrigante y alienadora. Coincide con Paco Marín, con José Luis y con tantos otros que han decidido desconectar de la realidad prensada, alejarse, enclaustrarse en sí mismos. A todos ellos se les puede aplicar el ingenuo ¡pero tú en qué mundo vives!, con que los actualidadictos  despachan la ignorancia de un dominio común que bien poco tiene de propiedad, desde luego, y bastante menos de común, para qué nos vamos a engañar. Póngase por caso la noticia estrella del día: Economía multará a las tres grandes eléctricas por pactar los precios. En tiempos preelectorales, ¡menuda realidad amañada! Un auténtico pacto de caballeros: el goppierno se presenta como el defensor de los pobres clientes; las eléctricas descuentan de los beneficios una multa ridícula; todos tan contentos y los paganos, avisados y sin avisar, expoliados y hazmerreídos. Otra noticia estelar: la retirada de Arantxa Sánchez Vicario. Debe de ser de mala educación recordar, en el momento de la despedida, su condición de contribuyente andorrana, ¿o ya se ha vuelto a nacionalizar española fiscalmente? En su día criticóse aquella búsqueda de la evasión fiscal; hoy, ni una palabra que disuene en el coro de elogios y reconocimientos por los servicios prestados. Piqué, tan chapucero para lo de las evasiones fiscales, la envidia, seguro. La derecha europea se quita la careta liberal, se pone el rictus cristiano y el bonete católico y arremete contra la Turquía islámica, a la que quiere reducir a la condición de Estado asociado. ¿Será el futuro europeo de Euskadi? La religión sabiniana, al fin y al cabo, puede llegar a ser tan intransigente o más que el propio islam. Europa sería, así pues, un continente que limitaría al este con el islamismo y al oeste con el sabinismo. Y la realidad camina en esa dirección, según se deduce del titular que resume la transformación que está sufriendo China: “Nacionalismo y religión ocupan en China el vacío que deja el comunismo.” ¡Ahí es nada: nacionalismo y religión! A Clonista le sorprende que aparezcan como conceptos disociados, pero son tiquismiquerías de escrupuloso, sin duda. Antonio Díaz Ramírez ha enviado a Cartas al Director un cuento que bien podría haberlo firmado Monterroso. En resumen: hallan un ratón en un tetrabric de tomate frito –¡qué generosidad comercial la del corresponsal!-, se lleva continente y contenido a Sanidad y levantan un acta: tetrabric con un cuerpo extraño. Interesado por cómo sigue el expediente, al denunciante se le entrega una fotocopia del laboratorio en el que, tras dos meses de arduas investigaciones, confirman que, en efecto, se trata de un cuerpo extraño. ¿Y qué cuerpo se le queda al denunciante? Pues eso. Si ayer se le iba complicando al goppierno lo del caso Gescartera, hoy se ve que Rato y Montoro andan renqueantes y demorosos a la hora de facilitar la investigación que, más que salpicarlos, los ha cubierto de una mierda teatral en absoluto operante. Clonista no quiso adentrarse en un caso de supuesto infanticidio, pues la crónica del suceso no puede leerse, desde la condición de padre, sin que todos los fríos del horror se le metan a uno en el cuerpo, sobre todo cuando el instinto de supervivencia anda por medio. Ahora, una sentencia inicial a 17 años, dictada por un juez profesional, ha sido sustituida por otra dictada por un tribunal popular, que la rebaja a 4, con el beneficio añadido de la remisión de pena mediante los beneficios penitenciarios pertinentes. Al otro lado, es decir, al del profesional que juzgó a Melva, un colega multa con 60 euros a un maltratador que amenazó a su esposa con un hacha porque lo hizo “por amor”. Será un amor del que patrocina Manzano en Madrid para evitar los malos tratos. La realidad se escribe así, a golpe de sentencia. Y una antología del disparate judicial sería, con mucho, el libro más vendido del año en que se publicara. Ahora bien, ¿quién es el valiente que se pone a leer fundamentos judiciales? Mas y Rato se reúnen para no pactar y para ahondar la distancia pactada que separa a ambos, según parece. Los seguidores del primero, hasta que se estrelle electoralmente, después ya le sacrificarán como es debido, no lo entienden. Clonista, tampoco. Los electores, pues depende. La sociología electoral de este país anda en mantillas, pues aún no se ha levantado acta de los porqués variopintos de las fidelidades electorales. La atención se la llevan siempre los díscolos abstencionistas, que parecen los niños que dan problemas en las escuelas para llamar la atención. Si en el horizonte de la realidad inmediata aparece el cielo abierto de las elecciones, la transformación de lo real se acelera vertiginosamente: ahí está la repartición de la miseria a las pensiones de viudedad que anuncia el gociuerno, mientras su paniaguado síndico de cuentas evita, contra los elementos, que a un hijo de Pujol le salpique la corrupción. Los silencios son tanta realidad como los ruidos que la atraviesan de la primera plana a la contraportada. No es el momento, pero hay muchos silencios que avasallan con su elocuencia a Clonista. Un día sin contratiempos en el Folclòsrum, ¿es real? Ahí está el quid.

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