miércoles, 20 de enero de 2016

16-11-02

     Sábado. Y no de gloria, precisamente. A determinadas edades de la descendencia, el padre no es sino un transportista a destajo. Y la realidad una cadena de obligaciones que deja pocas argollas libres. Esta de la aventura clónica es una de las que voluntariamente ha anudado el clonista a su asendereada vida de vía estrecha y, como es preceptivo, se dispone a sacarle ese brillo masoquista  que salta a la vista. Luis Valdesueiro, a quien siempre le impone la cantidad, él que es cultivador de quintaesencias, mientras que el clonista lo es de fárragos, aún no sale de su asombro. “¡Seiscientas páginas!”, se repite, como sobre quien se hubiera derrumbado una pirámide egipcia ¡Si él supiera que un aforismo suyo vale por todo el presente año! Andan él y el clonista en eterna disputa sobre quién es más oblomoviano, pero en ese terreno sí que la quintaesencia cae del lado del clonista, a pesar de su disfraz estajanovista. En fin, realidades minúsculas que adquieren un relieve individual extraordinario y con las que no pueden competir esas realidades de relumbrón de la realidad prensada, tan anodinas la mar de veces, naufragio del Prestige excluido, o tan miserablemente estratégicas, como la matanza de colonos israelíes –aunque los colonos siempre son “judíos”, nunca son israelíes; mientras que las tropas militares son israelíes y nunca judías. ¡Ah, los misterios de la perversión lingüística!- por parte de los religiosos terroristas de la Yihad islámica, que en realidad disparaban contra el acuerdo entre Arafat y Al Fatah para liquidar el terrorismo como opción política. Luego hay otras realidades que escapan ya del juego retórico, porque afectan directamente a la capacidad humana de hacer frente al horror: la muerte por desnutrición de cuatro niños en Argentina –que  son millones en otras partes del mundo, no se olvide-  pone de relieve una situación de la que no se escapan ni los países supuestamente desarrollados, aunque anden inmersos en crisis económicas tan explicables y al tiempo inexplicables como la propia de Argentina: los fondos asistenciales no llegan a sus destinatarios y se quedan en los bolsillos de las clases dirigentes. A Clonista le sorprende, bajo el retrato inmisericorde de un niño argentino/somalí/etíope/etc., desnutrido severamente, hallar la tibieza de un titular como La fiscalía investiga el desvío... ¡El desvío! ¿Un crimen de lesa humanidad es un desvío! No es de extrañar que cada vez sea mayor el número de personas que se declaran incapaces de comprender la realidad, al tiempo que desbordados por ella. El extrañamiento a que conduce al individuo la realidad es una suerte de enajenación racional, la imposibilidad de ejercer el “uso de la razón” que supuestamente se adquirió allá por los siete años, según ritos de paso católicos. ¿Quién puede comprender, desde Europa, al menos, que se hable de un giro hacia la izquierda de Al Gore por el hecho de que vea la necesidad de que haya una Seguridad Social universal, cuando antes le parecía una exageración radical –y ya se sabe que radical en Usamérica casi significa comunista, o significaba hasta hace bien poco al menos-, apenas hace un par de años? Hablar de centrismo tibio ya sería un exceso de generosidad, ciertamente. Quien no admite dudas a la hora de retratarse como quien es, un Duce de nuevo cuño, es Berlusconi. Su brazo derecho -¿o su mano derecha? ¿o ambas expresiones son intercambiables?-, un tal Confalonieri –cuyo nombre, desde la fonética del castellano, suena terriblemente a compinche canallesco-  no ha dudado: Berlusconi es como “un Ceaucescu bueno”. La anécdota la recoge Paolo Flores D’Arcais y es reveladora de la “excepción italiana”, la “anomalía” la llama él, que consiste en tener un presidente que controla el 90% de los medios de comunicación televisivos -¿o es una expresión como aquella famosa que recordaba Unamuno de El pensamiento navarro? ¿Comunican, si son televisivos, y de Mafiosconi, o simplemente aleccionan? Deforman, en cualquier caso, que es lo dramático del asunto. Oportuno, muy oportuno, es un artículo de fondo, de mucho fondo, con un título tan provocador, en estos tiempos de la Españaquevabién en plena fase de descomposición, ¡y ahí es nada lo que huele la inflación, por ejemplo, purito cadáver de buenas intenciones!, como Ricos y pobres. Dentro de poco Josep Oliver contribuirá a desvelar la situación de la pobreza en un territorio supuestamente rico como Cataluña, un informe que dará que hablar. ¡Confía Clonista que dé que obrar!, lo que desea también del publicado hoy. La gran paradoja señalada por Raventós y De Francisco es que “han sido precisamente los gobiernos que más han promovido políticas desreguladoras de los mercados laborales y fiscalmente estimuladoras de la oferta los que más han provocado aumentos de la desigualdad.” Si lo del desnudo de la soldado de infantería por el teniente era ya un hecho de una gravedad tremenda, la acusación que acaba de hacer la soldado, que fue violada por ese mismo teniente, le devuelve a aquel incidente la congruencia que antes no tenía. El miedo a las amenazas y las intimidaciones le habían sellado la boca. Ahora, que se debe sentir más protegida por los medios de comunicación -¡es noticia!, ha traspasado la cárcel del anonimato, tan encubridora de los agresores en el delito de violación-, se atreve a denunciar la salvaje y beoda agresión machista sufrida. Teniendo en cuenta las jóvenes edades de los protagonistas que intuye Clonista, pues no se mencionan, solo cabe pensar que hay más fachada en la evolución de los costumbres que firmes y sanas raíces. Dos terribles noticias de agresiones a mujeres, un asesinato a puñetazos y una degollación, completan ese panorama desde el puente del horror. A Clonista le gusta el contacto con el periodico, la celulosa barata, las páginas atiborradas de información, su olor peculiar, las dificultades para dominarlo en un transporte público, su inequívoca tendencia al desorden y tantas otras cosas más, por eso no frecuenta los periódicos digitales: leer en una pantalla es como leer la televisión, insufrible; el rollo cibernético no puede competir con la imprenta y la encuadernación precaria del periódico. Con todo, El País ha tomado la decisión de cobrar las consultas a su edición digital. Lo mejora y se lo cobra. Clonista ignora si el negocio merecerá la pena, pero las barreras económicas para acceder a internet se están comenzando a levantar tan altas que acabarán expulsando a muchos internautas de tan escaso peculio disponible para ese vicio como Clonista, y si se le suman los accesos previo pago a determinados sitios, pues será el acabóse. La crisis de los valores tecnológicos tendrá muchas explicaciones, pero la dificultad de acceso a la red, además de su elevado coste explica muchas cosas. Finalmente, después de las decisiones Closcarlesianas sobre los prostíbulos, el Ayuntamiento pretende regular los burdeles. ¡Que sea norabuena!

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