sábado, 23 de enero de 2016

18-11-02

     Ya no estaba Clonista  habituado al “doblete”, pero ahí va, con esa suerte de energía desencantada que lo anima, a probar suerte en el proceloso mundo de las realidades, o de la realidad plural. Aunque después de una jornada laboral inacabable, como lo es la de los lunes, ya no tiene conciencia de que haya sido a las 6 de la mañana cuando escribió la clónica del día de ayer. La amenaza de la tragedia se ha consumado, a pesar de la incompetencia del Ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, el inefable Cañete, quien restó importancia a la posibilidad de que ocurriera lo que ha acabado ocurriendo, para desesperación de cuantos acabarán los lunes al sol, y los martes y toda la semana, y muchas semanas. Los ecologistas acusan al goppierno de “desvirtuar la realidad”, lo que vale tanto como inventársela. No está muy lejos de esa desvirtuación la vuelta de la censura, manifestada en el rechazo a la publicación, en una revista institucional, de un sesudo artículo de Álvaro Marchesi, uno de los padres de la LOGSE, ley de infausta memoria entre los docentes. A su modo, el estalinismo del caudillito es pura redundancia. En esa vuelta a los orígenes, a sus orígenes, ¿qué se puede esperar aún?, ¿que vuelva, tal vez, la Ley de Prensa de Fraga? No, mejor es no dar ideas... Montalbán, por cierto, elogia la película de Aranoa y apunta algo consustancial al séptimo arte: “te crees todos los sistemas de señales que envían los intérpretes.” Sí, también el cine es una cuestión de fe, efectivamente. Clonista conoce algunos agnósticos de Los Lunesal sol, no obstante. Andreotti, el incombustible político italiano, ha sido condenado por instigador del asesinato de un periodista. Berlusconi enseguida ha arremetido contra los jueces –Andreotti era ‘víctima de una justicia enloquecida’- para justificar su casi ley de punto final a sí mismo, y a un cardenal de la curia romana la sentencia le ha parecido “increíble”. Israel, que ya no sabe qué más ocupar ni devastar para frenar la inseguridad constante que Sharon ha contribuido a extender por todo su país, invade Gaza con carros de combate y excavadoras. Al mismo tiempo, a los colonos lamentablemente asesinados en Hebrón se les rinden honores militares, lo que demuestra que los colonos son, en realidad, fuerzas de ocupación. ¿O no? Nada une tanto como el usufructo del poder. Y ahí está la derecha francesa, dispuesta a fundirse con el electorado en una alianza perpetua, mientras los vientos de la división arrasan la izquierda. No hace mucho era justo al revés, bien lo recuerda Clonista. “La rueda de la Fortuna nunca se pudo estar quieta”, reza el romance, y reza con razón. Un artículo sobre la cara oculta, y miserable, de El Dorado resuelve un enigma, el de por qué tantas subsaharianas llegan en avanzado estado de gestación en las pateras a España. Clonista pensaba, ingenuo de él, que era para poder asegurar la nacionalidad española de los recién nacidos y, de rebote, conseguir el permiso de residencia. El artículo denuncia que se debe a los abusos sexuales de los funcionarios argelinos, mauritanos y marroquíes, que se cobran en especie sexual la vista gorda sobre su situación irregular. ¡Qué férrea la cadena de la explotación! ¡Y siempre hay un miserable dispuesto a sacar partido de la desesperación de los demás! Más realidad estadística y polémica. El 45% de las criaturas entre 7 y 16 años ve escenas sangrientas en la televisión. Con ese fundamento, plantearse la influencia de la violencia televisiva sobre la real más parece una ingenuidad propia de Clonista que una aseveración de expertos, de entendidos. El mundo al revés es otra sentencia de las tantas que tan a menudo sorprenden a todo el mundo. En este caso, un hombre ha sido expulsado de su casa para que se aloje en ella la ex mujer de su hijo, después de que el padre los acogiera a todos en su vivienda de propiedad. De fuera vendrán..., se dice, y ya se ve, además, que por derecho, aunque del torcido y disparatado. ¿Buscan titulares los jueces, proyección mediática garZoniana? De nuevo Salvador López Arnal, un clásico de Cartas al Director, reaparece para denunciar, en esta ocasión, la invasión publicitaria de algunas estaciones de metro, y no sin razón, por supuesto. Y más razones hay, por otro lado, el de Alemania, para justificar ese impuesto sobre la venta de acciones. El reportaje de contraportada sobre el pastillero andante que respondía a las iniciales JFK son una muestra de la oscura realidad cuya visión se hurta a los contemporáneos, quienes viven en sombras tan densas como rigurosos son los filtros a través de los cuales les llega la realidad. De aquellos tiempos de la Guerra Fría a hoy han cambiado muchas cosas, pero aún se mantienen inercias secretistas que se suman a los descarados ejercicios de manipulación informativa.

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