28-10-02
La
testarudez es una de las características singulares de la realidad. El
gaseamiento criminal ordenado por Putin comienza a recibir la repulsa de
quienes han tardado lo suyo en reconocer que la “fría determinación” de Putin
tiene más de criminal que de otra cosa. Y a medida que aumente el número de
víctimas mortales, que ya asciende a 115 rehenes, la indignación irá creciendo.
El secretismo alarmante en torno a la composición del gas venenoso ha añadido
no pocos reparos a la operación de rescate y condena. ¿Por qué ni tratando una
circunstancia así puede Clonista dejar de observar el escaso sentido gramatical
y lógico de un titular en el que “el secretismo del gas enturbia el
rescate”? Las noticias referentes al
comando ofrecen la imagen de un grupo ebrio de juventud y de arrogancia,
orgulloso de su “hazaña”, es decir, una pandilla de aficionados poco
experimentados y nada curtidos en situaciones de una tensión extrema, unos
chapuzas del terror que han acabado provocando una reacción tan desmesurada como
su propia idiotez. Con una ambigüedad,
no sabe Clonista si calculada, Haro Tecglen destaca en su columna de hoy lo que
destacó ayer, con menos ambigüedad Clonista, del editorial del diario de ambos:
“ ‘Vertida la sangre, demasiada sangre, es la hora de las soluciones’. Es una
frase que no se me va a olvidar.” A Clonista le sigue pareciendo que la frase
echa un serrín inmisericorde sobre el baño de muerte gaseosa y ejecuciones
ordenado por Putin. Por otro lado, coincide con IU y lamenta no haber leído una
condena socialista de métodos represivos tan totalitarios. Los contrastes
también son un rasgo distintivo de la realidad. Junto al duelo moscovita, un
obrero metalúrgico acaba de llegar a la presidencia de un país con 175 millones
de habitantes y con la riqueza peor repartida de su continente. Con todo, que
el presidente electo anuncie la llegada de “una nueva era”, le parece a Clonista
una proclamación excesivamente mesiánica. Lo que lamenta Clonista es no
disponer de tiempo para agotar ese periodo de gracia de 100 días que se le
concederá a Lula para ver cómo comienza esa nueva era. ¿O no se lo concederán? Clonista
supone que las primeras medidas combativas y redistribuidoras de la riqueza, si
es que se producen, desatarán la cólera del capital y comenzarán las “maniobras
en la oscuridad”. Tiempo al tiempo. El regreso nostálgico y crítico al 28-0,
cuando Felipe González llegó al poder casi como ayer llegó Lula, se ha
convertido en trampolín electoral de Zapatero, y la realidad prensada que trabaja
para llevarlo a la Moncloa. La iconografía de la portada es algo más que una
noticia de actualidad, sin duda. En la realidad se producen encuentros y cruces
de necesidades tan sorprendentes como imaginativos, si dependiesen de algún
cerebro creador. Jatamí y el caudillito se reúnen porque se necesitan: Jatamí
para abrirse al exterior y escapar al roce tangencial del eje del terror; el
caudillito para decir un aquí está él,
que no es felpudo de nadie, ¡hombre! Lo que a Clonista se le escapa son las bromas
que le gastará el simpático estadista español al ilustrado clérigo extranjero.
El PNV, siempre atento a marcar su parcialidad y su falta de ecuanimidad, se
vuelve papista -fiel a su tradición- y pide amparo al Poder Judicial para la
juez Ruth Alonso. El contraste con su silencio ante el acoso a la fiscal que
hubo de salir de las vascongadas lo dice todo. Ese es un aspecto de la realidad
que siempre le ha llamado la atención a Clonista poderosamente: ¿por qué los
políticos presuponen que los destinatarios de sus mensajes son absolutamente
imbéciles? ¿Y por qué....? No, mejor
dejarlo, porque la cadena de porqués acabaría hundiendo este esquifillo hoy
mismo, bastante antes de llegar al deseado 31 de diciembre del año en curso,
que no año de gracia, ciertamente. ¿Cuándo lo hubo, de gracia? No sabe Clonista
si aplicar al escogido por él el latinismo isabelino, annus horribilis, pero lo
que sí sabe es que no está siendo de gracia, ciertamente. En el segundo por qué abruptamente cortado había una
referencia a la pasividad judicial ante la situación insoportable que vive una
mujer separada del marido, el cual, tras haber salido de la cárcel después de cumplir
una condena por abusos deshonestos de uno de sus hijos, se ha instalado en un
piso encima del de su ex mujer desde donde amenaza constantemente a su familia,
y específicamente a su ex con matarla. De nada han servido las mil y una
denuncias que ha puesto y que en nada han alterado una situación que Clonista
no sabe si cualquier juez estaría dispuesto a soportar. Pero lo más hiriente de
la realidad es la pluralidad de las varas de medir y de juzgar. Y junto a esa
parcialidad de Temis, ¿cómo no va a resultar atractiva la creación cotidiana y
antiartística de la realidad encarnada en Jean Claude Romand, el buen burgués
que vivió toda su vida sin dar ni golpe pero manteniendo un envidiable tren de
vida a fuerza de sablazos y trampas, con tantísimas horas vacías y
“entretenidas” para justificar sus desvelos laborales, y quien, finalmente,
acabó asesinando a su familia y a sus propios padres cuando le fue imposible
seguir manteniendo su ficción? Tres son las películas que ha generado. La
última, de un español debutante: La vida
de nadie. Ese Romand es un claro ejemplo de quijotismo garbancero trágico,
desde luego.
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