domingo, 3 de enero de 2016

30-10-0

     A dos pasos ya de los últimos  sesenta y un días de esta clónica. Es una fecha en absoluta redonda, pero  a Clonista, poco amigo de los fetichismos que no sean inequívocamente absurdos, se le impone y, por consiguiente, necesita expresar no sabe muy bien si su sorpresa, su alivio, su entusiasmo o su decepción. Recta final es metáfora tan desgastada como los neumáticos que entran en ella, y la luz al final del tunel ha perdido tanto brillo que apenas puede discernirse si existe siquiera. La relidad prensada tiene algo de hipnótico, de narcótico y hasta de psicotrópico, si se le apura a Clonista, a veces dado, en sus no siempre disculpables ebriedades verbales, a la enumeración rítmica y rímica. Anestésico ha resultado ser el gas lanzado con asesina intención experimental en el teatro de operaciones moscovita. La posición del caudillito al respecto le mete el miedo en el cuerpo a cualquiera y le incita casi a rezar para que no ocurra nada semejante en lo que uno pudiera verse implicado, porque sabe que sería su tumba, que no le “temblaría la mano”. Alegar la obviedad paradigmática de que los únicos responsables son los terroristas, cuando ya arrecian las críticas contra el método putinsoviético, incluso desde el saulesco editorial de El País -desdiciéndose del anterior, que debió ser escrito aún en caliente, es decir, ofuscado el redactor-, supone una simplificación propia del simple que la enuncia, obviamente. ¿Quién no recuerda aquel famoso “teníamos un problema...” con que se estrenó el caudillito barakero como jefe de goppierno. Acaba, pues, su lamentable periodo de caudillaje, con este respaldo a la mano durasesina, tal y como se inició, lo cual, desde la perspectiva literaria, demuestra que estamos en presencia de un personaje plano, lo cual ya ha acabado siendo notorio hasta para el más fiel de sus goppernados. Las medidas legales para proteger a los concejales vascongados parecen propias de una legislación a instancias de parte, si bien Clonista no duda de que, contra la coacción fascista “de baja intensidad” –pero que destroza la vida de los coaccionados-, son necesarias esas medidas. Cuando la realidad cotidiana se mete en la superestructura política “el hombre de la calle” sufre una decepción terrible porque no acaba de entender que los actuantes y fautores de la actualidad sean tan similares a él. La pelea de patio de vecindad entre Blair y Chirac por fuerza habría de reconciliar a los electores con sus representantes, pero no ocurre así. A Clonista, sin embargo, le parece humano y muy humano que Chirac le diga a Blair lo que le dijo: “Has sido muy grosero y nunca nadie me había tratado así”, y que, acto seguido, le diera con la puerta en las narices: ¿Habíamos quedado? Pues deshago la cita, ea. Pero en francés, que gana mucho. Plante también es el que amenazan con hacerle a Sharon sus ministros laboristas. Pero no, no acierta Clonista cuando deduce apresuradamente el porqué a partir de un titular rácano como él solo en información. No amenazan con plantarle por su política terrorista contra los palestinos, no, ¡sino por su desacuerdo con la ley de presupuestos!  Usamérica ha encontrado un filón en la hidra fumanchuesca de Al Qaeda, cuyos líderes, poco conocidos, se renuevan como el vestuario de algunas actrices. Y sigue la película. Un apunte más sobre el editorial condenatorio de El País contra los métodos soviéticos kagebistas de Putin. Quizás para desquitarse de su ofuscación anterior, ahora arremeten, tarde y mal, contra tirios y troyanos. Lo único que no aparece en el editorial es el mea culpa inexcusable. ¡Ay, el orgullo! “Pasar el platillo” se convirtió en la expresión eufemística, acuñada por un simpático dirigente popular, Enrique Lacalle, de la corrupción política. José Blanco sugiere que las privatizaciones hechas por el goppierno podrían esconder una financiación ilegal del PP. De hecho, y a pesar de la sentencia del Constitucional que les da la razón a los socialistas, el goppierno se opone a que puedan ser citados ante el Parlamento los presidentes y ex presidentes de esas empresas que fueron públicas y que el goppierno regaló a sus amistades financieras. Jatamí dictó su conferencia sobre Cervantes y buscó paralelismos algo forzados. Es cierto, con todo, que la insatisfacción ante lo real que experimenta D.Quijote, y que le lleva a negar la realidad que ve, a los terroristas contemporáneos les lleva a destruir lo que ven, sean grupúsculos, sean bushúsculos. La moderación de Jatamí, ¿cómo se compadece con la fetwa lanzada contra Salman Rushdie, y que aún no ha sido levantada, si no recuerda mal Clonista? La declaración del caudillito, reivindicando la autonomía de su política exterior, confirma la intuición de Clonista de que esta era una visita de conveniencia mutua. ¿Cómo ha de entenderse que se quiera privatizar la Radio Televisión Valenciana? ¿Cómo un anticipo de lo que ocurrirá con RTVE antes de despedirse el PP de las irresponsabilidades de gobierno? Está por ver. Previo pago, claro. Si la realidad es una construcción verbal, no es de extrañar que Clonista sea hipersensible a determinados enunciados que tienen la virtud de exacerbarle su sentido crítico: “El 30% del agua del grifo supera el límite fijado por la UE para contaminantes.” Pues con beber del 70% restante solucionado el problema, siempre y cuando seamos capaces de discriminar en qué 30% de la que sale por el grifo están los contaminantes, claro, lo cual no parece cosa baladí. Un periódico es básicamente un espacio que se ha de cubrir, un territorio en blanco que se ha de conquistar, sea como sea, cada día. Algo de la maldición de Sísifo sí tiene, porque, conquistadas todas las páginas en blanco, por las buenas, las malas, las regulares y las repudiables, al día siguiente toda la edificación laboriosamente construida se viene abajo y queda impoluto el espacio, dispuesto para una nueva conquista. ¿Disculpa? Readilad..., que no es lo mismo. Real como una comedia de los Marx son los avatares del Folclòrum. Se liquida un comité de sabios cuya inoperancia poca savia le ha inyectado al proyecto aspirante a deyección, desde luego. Le sustituye la comisión de seguridad encabeza por, podría decirse, el sabio de la porra. Pero atentos al parche, porque aún tiene sorpresas el guión de los titiriteros. A veces la realidad prensada se convierte en instrumento de la recuperación de una historia secuestrada hasta no hace mucho por la dictadura franquista y a la que parece irse accediendo con cuentagotas, como ha ocurrido hoy con la recuperación de la memoria de una mujer excepcional: Amparo Poch. Anarquista oscurecida hasta hoy mismo por la presencia dominante de Federica Montseny. Licenciada  en medicina –única mujer entre 435 hombres, en 1922- abrió consulta para atender, sobre todo, a las mujeres obreras. Su padre, censor franquista, quiso eliminar el expediente académico de su hija para borrar su memoria. Su vergüenza de ayer, en pleno franquismo, sigue siendo  vergüenza  hoy, en plena democracia, pero la que nos produce su actitud. “Que otros se jacten de lo que han escrito; yo me enorgullezco de lo que he leído.” Sí, también esta clónica podría ser, desde luego, una fabulación borgiana, como algunas taxonomías, lapidarios o bibliotecas. Clonista está tentado de acabar ahí, después de un autobesazo lenguaraz que se magrittea con absoluto descaro, descoco y no poco exhibicionismo; pero una entrevista desangelada y de meritoriaje a Arcadi Espada le retiene un poco más en la despedida. Según él, “los periódicos no son pasarelas de diversión, sino reflejo del mundo.” ¿No es demasiado decir?  Su afán de discriminar nítidamente lo real de lo ficticio, incluso en una novela como Soldados de Salamina, ¿no es un exceso, una suerte de puritanismo intelectual? Clonista sabe que habrá de volver sobre ello.

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