sábado, 9 de enero de 2016

5-11-02

     Con algo más de tiempo y sólo un cierto alivio de la fatiga crónica que aqueja a Clonista, accede a los secretos banales de la jornada correspondiente con esa crecida esperanza de quien huele el final de su aventura en la cantidad inmensa de cadáveres diarios que se acumulan en las páginas anteriores. La realidad sobre la que nunca deja de hablar, para, acaso, acabar diciendo siempre lo mismo, se encarga de convencerlo de la inutilidad de su esfuerzo: está como el primer día: intacta, inescrutable, inexpugnable, indescifrable. Sí que podría sacar algunas conclusiones de manual divulgativo, por supuesto; quizás tres imágenes tan líricas como cursis, y alguna ingeniosidad de crucigrama; pero, sustancialmente, su clónica no es sino el regüeldo cortés –en absoluto impertinente, pues- que provoca un hartazgo de realidades. Que todo -¡el Todo mayuscular!- sea una gran mentira, que la realidad sea la gran mentira, y que nada exista más allá de la rígida frontera de nuestras percepciones, no le consuela a Clonista, ni le anima, ni le deprime, pues sabe que en el fondo de esa caída libre en la irracionalidad no hay sino palabras, y con las palabras nunca se tiene la última palabra. Como no se acaba de tener la última sorpresa, si de la Guardia Civil se trata. La reclamación de un guardia civil homosexual para poder vivir con su pareja en una casa cuartel ha conducido al anuncio oficial de que se modificará de inmediato la normativa actual para que ello sea posible. O sea, la benemérita marcando el paso social..., como si, en pirueta crónica, se rescatara aquella mítica fidelidad del cuerpo a la legalidad republicana en el 36. Clonista piensa, no obstante, que el director general, un Santiago de “abre, España” –por seguir la creencia popular de que el “cierra” del grito tradicional viene de cerrar, que no es el caso-, acabará teniendo que dar más de tres explicaciones ante la superioridad, si bien por la proximidad de las elecciones puede que no se juzgue necesario, en este momento político concreto, seguir mostrando la clericara pura y dura del goppierno. Montoro, tan desacreditado tras su refriega dialéctica en el Congreso, se descubre ahora como un escamoteador de primera: un estudio poco favorable para su política fiscal duerme el sueño de los justos impertinentes. Usque tandem? ¿Es la sucesión ordenada de noticias la realidad? No. La resignación ante el orden impuesto por la realidad prensada para ver la realidad no deja de ser una de las grandes derrotas de Clonista, aunque también una de sus comodidades, todo hay que decirlo. Es justo reconocer que un batiburrillo de noticias cuyo contenido fuera de muy diversa naturaleza no convertiría al diario en un reflejo más apropiado de la realidad. A pesar de la condición caótica de la realidad, es propio de los humanos introducir principios de orden. De ahí que la tensión entre el orden y el caos es probable que sea el rasgo más distintivo de lo humano. Caos, por ejemplo, es el que aún se vive en Moscú en todo lo referente al asalto al teatro. Que haya 90 desaparecidos es una realidad incomprensible e incluso inconcebible, además de una tortura para los familiares de esos fantasmas de los que no se da razón. Entraron un mal día a ver un musical y han acabado desvaneciéndose en el aire como las notas de una melodía trágica apenas han salido del foso de la orquesta. ¡Qué ironías, las israelíes! Un general genocida, Mofaz, acusado de tal por Amnistía Internacional, ha sido nombrado por otro general, ministro de Defensa, ¡de Defensa! Acabarán formando una junta militar sin el preceptivo golpe de estado. ¿Para qué?  La justicia tiene una virtud: se desnuda ante ella la verdadera naturaleza humana. El juicio contra los responsables de la embarcación de recreo del lago de Banyoles se ha iniciado, pero se acabará convirtiendo, a juzgar por esos tristes inicios, en un acorralamiento de los culpables, ninguno de los cuales está dispuesto a reconocer ninguna responsabilidad por el hecho de que se hundiera la embarcación y perecieran 21 jubilados franceses en las frías aguas del lago. Clonista, que ha tenido la desgracia de instruir un expediente disciplinario por una agresión colectiva contra un infeliz, pararrayos de la violencia primitiva de sus adolescentes compañeros, conoce perfectamente la capacidad evasiva de los humanos, su tendencia a la mentira encubridora. Deprimente. Como la sexta crisis, que en su caso casi suena a crucifixión, del gociuerno de la Generalidad. Al menos no engañan: tocan caras nuevas para luchar electoralmente contra el huracán Maragall. Ahora bien, las mediocridades políticas que suceden a las enterocridades despedidas ¿cuánto tardarán en ser vistas como lo que son, alféreces elevados al rango de general en un ejército que se bate en retirada? Poco, bien poco. Dicho de otro modo, ¿quién inaugurará la biblioteca del Born, tan pedagógicapatrióticamente relegada a un solar próximo a la estación de Francia? Sitio escogido donde los haya, ciertamente. Para que los futuros usuarios puedan dejar volar su imaginación sobre raíles y silbatos, sin duda. De otra naturaleza es el vuelo de la novela de Vila-Matas, más a ras de sí mismo. Clonista recuerda una entrevista que le hicieron en el abusivo 92 y en la que afirmaba con la convicción de los posesos: “la literatura soy yo.” Sigue en ello, parece, como asombroso ejemplo de autofidelidad. Menos fiel a sus promesas ha sido Blair, que prometió libertad de horarios para los pubs británicos. Ahora se replantean si cumplir la promesa o no. Se trata de atajar el gamberrismo que se instala en la calle tras el cierre de los pubs, algo así como un botellón a la inglesa, es decir, que las autoridades quieren que se lo peleen todo allí dentro, vamos, que no molesten a los probos ciudadanos. ¡Vaya por ello!

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