martes, 23 de febrero de 2016

15-12-02

A dieciséis días de este calendario de recluta en el que Clonista va marcando los días que le faltan para estar lili, y después de una mitja marató en la que J.O. le ha llevado arrastrando el belfo, una clónica dominical, que es día de transición y reflexión, de rescate de noticias discriminadas con anterioridad, no es la mejor tentación para seducirlo y excitarle las manos sobre el teclado. Ahora bien, la insólita realidad cautelosa de la visita clandestina del caudillito a La Coruña constituye de por sí una excelente manifestación de cómo el poder secuestra a quien lo ejerce y lo convierte en un fugitivo de la realidad, un vulgófobo que incluso rehúye, cuando vienen mal dadas y peor organizadas, el eco mediático que otras veces reclama con la ansiedad de quien ha sido destinado a glorias que, en su caso particular, más son estadísticas –y amañadas- que de estadista. El “tu mare muerde con la boquita cerrá” es, en el caso del caudillito, las disculpas con la boca  chica, tan embigotadas como funcionariales, pues, en su argot de escalafón, el presidente demediado ha presentado “las correspondientes disculpas” a las que Clonista ignora si les ha precedido un “habida cuenta” o un “es gracia que espera alcanzar”. En cualquier caso, una visita de tres horas escasas al “mayor desastre ecológico de la historia de España” no parece que sea un ejercicio de “respeto”, sino de indiferencia. Aznarpote de la Mancha se ha abierto una fosa de fuel en la que acabará chapoteando durante bastante más tiempo del que se piensa, si la agitpprop de su partido no es capaz de remediarlo con una inversión cuyos fondos “sería menester”, dicho a su modo, controlar de dónde procederán. Ya se entiende que la marea dálmata y la plastilina acaparen, de repente, la atención exclusiva del goppierno (por cierto, Miguel Izu hace una pregunta pertinente y saludablemente impertinente en su carta al Director: “¿Dónde se esconde Acebes?, Ministro del Interior, a quien la Ley de Protección Civil le otorga la condición de ‘superior autoridad en materia de protección civil’” ¿Será la catástrofe un “asunto exterior”? Que de Cañete no se acuerde nadie es comprensible, tan aislado en el gabinete desde la salida de su alma gemela villalobezna, a quien debió de dedicarle aquellas iniciales declaraciones de que los vertidos del Prestige ni se acercarían a Galicia; pero que a Acebes le hayan rebajado Interior a un negociado de extranjería y delitos comunes, y más ahora que ETA ha desistido de luchar contra la marea mediática, ¿quién lo puede entender? ¿Será que Rajoy vio la oportunidad de su vida para convertirse en el destapado sucesorio? De seguir así, Clonista puede acabar haciendo una edición especial del Trivial dedicada a la catástrofe, desde luego, pero la representación ubuesca de las elecciones obianguianas deberían haber provocado alguna nota de Exteriores. Ni España, ni Francia, ni la ONU han dicho esta boca es mía ante esa triste pantomima de democracia allí perpetrada. Han nacido la navidad con los fórceps de la publicidad masiva y el consumo, como reza el pie de foto y al tiempo titular de la noticia “se adueña de Barcelona”, lo cual significa que ha comenzado el expolio mercantilista de la futura extra navideña, rematado, como siempre, por las rebajas de turno. ¡La época más depresiva del año se acerca al galope de adornos luminosos archicutres y anuncios de elaborada pornografía sentimental! Hasta la coalición gociuernante, en las horas bajas de la seducción política, ha intercalado su postal navideña con las sonrisas más de compromiso que el fotógrafo más perverso y antinacionalista pudiera haber imaginado. Sólo en el dominical aparece, al fin, una crónica de la desaparición de QCQ, que incluye la genésis del programa, su desarrollo y su muerte, es decir, una biografía apresurada que, con todo, no acaba de evidenciar el censurable acto de censura que se lo ha llevado por delante de la parrilla, es decir, que lo han lorenzado  hasta la calcinación definitiva.

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