16-12-02
Antepenúltimo lunes de dolores laborales antes de
llegar a la estación término 2003, en cuyo primer día del año pondrá Clonista
el punto final a su insensata aventura con la promesa solemne de no embarcarse
en otra parecida en lo que le pueda quedar de vida. Alienado hasta las heces se
siente. Tanto que ya entrevé, hacia el futuro postclónico, un cierto síndrome
de abstinencia del que espera que no le suma en la oscura melancolía. La
frecuentación de la realidad prensada tiene eso, se acaba convirtiendo en una
dependencia difícil de reconocer como tal y más aún de combatir. A lo largo de
esta clónica traicionera y un punto alevosa, en muy contadas ocasiones ha
recurrido Clonista a la realidad omnipresente del deporte, aun sabiendo que tal
decisión constituía una desviación perversa de su esfuerzo clonicador, pero hoy
una fotografía de Joan Gaspart en trance resignado de aceptar una bronca de los
socios, con una mueca que es paradigma universal de la crispación, le recuerda
a Clonista la pueril importancia trascendental que, en una sociedad democrática
avanzada como la catalana –sin comentarios-, puede tener el que el equipo culé
ande a dos puntos de los puestos de descenso a Segunda División. ¿Pasará
Gaspart a la historia del Barça como el primer presidente con el que el equipo
bajó a Segunda? Probablemente no llegará la sangre al río, pero el asunto tiene
consumidos a los más fanáticos seguidores del club, empezando por el
presidente, modelo emblemático de fanáticos. Cascos, por su parte, también está
modelando su propio fanatismo: ni un error cometido. Y solo parabienes habría
de recibir por haber decidido alejar el Prestige de las costas gallegas, pues
evitó así “una catástrofe de consecuencias inimaginables”. Clonista no ha
dudado en imaginar la destrucción y el hundimiento de La Coruña o la levitación
ballesteriana de la misma, aunque tras las referencias casquivanas a Chernóbil
no quiere ni pensar en la naturaleza de esa catástrofe que ha pasado por la
mente Casfquiana del Fomentador mayor del reino y un punto fementido.
“Combatiente enemigo” es la etiqueta mediante la que uno tiene todos los
números para que la CIA se lo lleve por delante, según lo ha autorizado Bush
por escrito. Pero no acaban ahí las sorpresas de lo real que dejan algo más que
estupefacto al lector. Para distanciarse de Al Qaeda, a Arafat sólo se le
ocurre decir que Bin Laden “ha estado trabajando en un área completamente
diferente y en contra de nuestros intereses.” ¿No son terribles esos eufemismos
perversos? ¡Trabajar en un área!
fueron, pues, los asesinatos del 11-S. Clonista lamenta no entender nada de
nada o entender demasiado, que nunca sabe a ciencia cierta lo que hace
realmente. Mariana Figueroa se queja en Cartas
al Director de la basura televisiva. “Ante esta pandemia urge un antídoto”,
dice, pero no se desprende de su queja que sea capaz de aplicar el único que
cura de raíz el mal: apagarla. Es una decisión simple cuyos frutos permiten
disfrutar de una auténtica nueva vida. Clonista lo recomienda. Groucho también
lo recomendaba. De intransigencias: “Sopas de todo el mundo para el Raval” reza
el titular. Festival de confraternización de culturas a través de la
gastronomía mediante la degustación de 15 sopas distintas. “El único requisito
que se exigía es que no incluyeran
entre sus ingredientes el cerdo.” A Clonista ciertas “exigencias” le abren las
carnes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario