jueves, 25 de febrero de 2016

17-12-02
      Superar los lunes es algo así como superar la propia semana. El martes es día amable, pero cuando la realidad sigue pringada en fuel, nada escapa a la sensación viscosa de que, de repente, todo se ha detenido, que la vida se ha vuelto más pesada y cansada. Y las novedades no sirven de aliento, sino de todo lo contrario: los damnificados de las Rías Bajas han iniciado una huelga de hambre. ¿Se apresurará el goppierno a responsabilizar de la misma a la acción desleal de la oposición? ¿Llegará esa noticia a las telepepés? ¿Provocará un conflicto institucional la presencia –a juicio del goppierno claramente demagógica, sin duda-  del Príncipe entre los voluntarios, pisando las playas que el caudillito se negó a pisar? A medida que se van conociendo los “detalles” de la catástrofe, va arraigando la idea de que todo se ha complicado por la incompetencia de quienes tenían la última voz de mando, Cascos en la cúspide. Anecdótica es la noticia de que el ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, desaparecido en combate en las marismas onubenses, no sufriera el chapurreo agresivo con que  los combatientes contra el chapapote recibieron al séquito político del Príncipe. Cosas de la mediocridad, sin duda. Bajo la marea, una aportación de la bushadministración  usamericana a los nuevos usos políticos. Desechado aquel departamento de creación de información falsa, de intoxicación informativa, ahora buscan, concretamente desde el Pentágono, captar y poner en nómina a periodistas de todo el mundo para que trabajen en pro del amejoramiento de la imagen del mismo en todo el mundo. No es tarea que el propio Heracles redivivo pudiera acabar con éxito, desde luego. En Rusia se sigue usando la psiquiatría al servicio del poder: un informe técnico del instituto Serbski –famoso otrora, al parecer, por sus dictámenes contra los disidentes- exculpa a un coronel acusado de matar a una joven chechena alegando la famosa “enajenación mental transitoria”, que viene a ser algo así como la carta blanca para la comisión de cualquier atrocidad sin tener que responder penalmente de ella. Peor carta blanca aún  es ese 99´5% de votos a favor del caudillo carismático de Guinea, Obiang, en las elecciones presidenciales. No han llegado noticias de que el 0’5% disidente haya ingresado en prisión, pero no se descarta. En el cuerpo de la noticia aparece un dato muy curioso: “En 1999, España negoció con el régimen de Obiang un mínimo de 20 escaños de los 80 del Parlamento para la oposición. La respuesta fue: ‘veinte son muchos’”. O sea, ¿se negocia la voluntad popular? ¿Son los guineanos ciudadanos de 7ª?  Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001 celebra el galardón de los premiados en 2002 y destaca su contribución a los estudios económicos: “estudiar a las personas y a las economías tal como son, no como queremos que sean”. En el fondo es un elogio de la aceptación de la realidad, lo que pudiera parecer una perspectiva conservadora o reaccionaria y que, sin embargo, es justo lo contrario: las dosis de irracionalidad de la vida económica son determinantes para su funcionamiento y conviene detectarlas y comprenderlas. Clonista sospecha que el prurito científico de los economistas les ciega demasiado, tanto como les aterra que se les acabe asimilando a una especie de arúspices modernos, lo que en tantas ocasiones acaban siendo, con resultados muy variados. Los padres de los alumnos y los políticos complacientes con las bolsas electorales siguen en su decidida acometida contra las vacaciones y el horario escolares hasta que acaben consiguiendo su sueño ideal: que sus hijos estén once meses al año recluidos en la escuela en doble sesión de mañana y tarde. ¡Ay, si Ivan Illich levantara la cabeza!  A medida que aumenta el tiempo que los niños pasan en la escuela y el desinterés de los padres por su formación, el fracaso escolar crece en progresión geométrica; pero lo evidente ¿a quién le interesa verlo? Negar las evidencias es el deporte social por excelencia, salvo excepciones. Como la de Schröder, por ejemplo, dispuesto a ofrecer una amnistía fiscal a los alemanes que “repatríen sus ahorros”. Esa amnistía encubre, en realidad, la incapacidad política de la UE para controlar el poder casi omnímodo de la Banca en el continente. Pero esa realidad es de las que va por libre, sin duda.

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