17-12-02
Superar los lunes es algo
así como superar la propia semana. El martes es día amable, pero cuando la
realidad sigue pringada en fuel, nada escapa a la sensación viscosa de que, de
repente, todo se ha detenido, que la vida se ha vuelto más pesada y cansada. Y
las novedades no sirven de aliento, sino de todo lo contrario: los damnificados
de las Rías Bajas han iniciado una huelga de hambre. ¿Se apresurará el
goppierno a responsabilizar de la misma a la acción desleal de la oposición?
¿Llegará esa noticia a las telepepés? ¿Provocará un conflicto institucional la
presencia –a juicio del goppierno claramente demagógica, sin duda- del Príncipe entre los voluntarios, pisando
las playas que el caudillito se negó a pisar? A medida que se van conociendo
los “detalles” de la catástrofe, va arraigando la idea de que todo se ha
complicado por la incompetencia de quienes tenían la última voz de mando, Cascos
en la cúspide. Anecdótica es la noticia de que el ministro de Medio Ambiente,
Jaume Matas, desaparecido en combate en las marismas onubenses, no sufriera el
chapurreo agresivo con que los
combatientes contra el chapapote recibieron al séquito político del Príncipe.
Cosas de la mediocridad, sin duda. Bajo la marea, una aportación de la
bushadministración usamericana a los
nuevos usos políticos. Desechado aquel departamento de creación de información
falsa, de intoxicación informativa, ahora buscan, concretamente desde el
Pentágono, captar y poner en nómina a periodistas de todo el mundo para que
trabajen en pro del amejoramiento de la imagen del mismo en todo el mundo. No
es tarea que el propio Heracles redivivo pudiera acabar con éxito, desde luego.
En Rusia se sigue usando la psiquiatría al servicio del poder: un informe
técnico del instituto Serbski –famoso otrora, al parecer, por sus dictámenes
contra los disidentes- exculpa a un coronel acusado de matar a una joven
chechena alegando la famosa “enajenación mental transitoria”, que viene a ser
algo así como la carta blanca para la comisión de cualquier atrocidad sin tener
que responder penalmente de ella. Peor carta blanca aún es ese 99´5% de votos a favor del caudillo
carismático de Guinea, Obiang, en las elecciones presidenciales. No han llegado
noticias de que el 0’5% disidente haya ingresado en prisión, pero no se
descarta. En el cuerpo de la noticia aparece un dato muy curioso: “En 1999,
España negoció con el régimen de Obiang un mínimo de 20 escaños de los 80 del
Parlamento para la oposición. La respuesta fue: ‘veinte son muchos’”. O sea,
¿se negocia la voluntad popular? ¿Son los guineanos ciudadanos de 7ª? Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía
2001 celebra el galardón de los premiados en 2002 y destaca su contribución a
los estudios económicos: “estudiar a las personas y a las economías tal como
son, no como queremos que sean”. En el fondo es un elogio de la aceptación de
la realidad, lo que pudiera parecer una perspectiva conservadora o reaccionaria
y que, sin embargo, es justo lo contrario: las dosis de irracionalidad de la
vida económica son determinantes para su funcionamiento y conviene detectarlas
y comprenderlas. Clonista sospecha que el prurito científico de los economistas
les ciega demasiado, tanto como les aterra que se les acabe asimilando a una
especie de arúspices modernos, lo que en tantas ocasiones acaban siendo, con
resultados muy variados. Los padres de los alumnos y los políticos
complacientes con las bolsas electorales siguen en su decidida acometida contra
las vacaciones y el horario escolares hasta que acaben consiguiendo su sueño
ideal: que sus hijos estén once meses al año recluidos en la escuela en doble
sesión de mañana y tarde. ¡Ay, si Ivan Illich levantara la cabeza! A medida que aumenta el tiempo que los niños
pasan en la escuela y el desinterés de los padres por su formación, el fracaso
escolar crece en progresión geométrica; pero lo evidente ¿a quién le interesa
verlo? Negar las evidencias es el deporte social por excelencia, salvo
excepciones. Como la de Schröder, por ejemplo, dispuesto a ofrecer una amnistía
fiscal a los alemanes que “repatríen sus ahorros”. Esa amnistía encubre, en
realidad, la incapacidad política de la UE para controlar el poder casi omnímodo
de la Banca en el continente. Pero esa realidad es de las que va por libre, sin
duda.
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