26-11-02
Del ayer
al hoy en el que también se ha escrito ese ayer, el tiempo se vuelve denso y se
carga de agobio, casi tanto como el que aún sufre Clonista al contemplar la
pila de casi 200 exámenes pendientes de corrección. Y por más que quiera
despachar la clónica deprisa y corriendo, lo cierto es que la relación con la
realidad tiene sus propias leyes, y nadie las puede forzar. Basta que el día se
presente anodino, repetitivo, insulso, consabido, inercial, irrelevante o
insignificante a primera vista para que Clonista se meta en harina y acabe como
suele ocurrir a quien a ello se atreve. De momento, el goppierno ya reconoce
que son once mil toneladas de fuel las perdidas por el Prestige, en vez de las seis mil escasas que quería fijar en sus
nada gratas comparecencias ante los medios de comunicación, y lo hacen sin
sonnegrarse, sacando pecho, a juzgar por la autopropaganda interior y exterior
que hacen de su “gestion” de la crisis. Lo que no se sabe es si informan
también de la cacería de la primera autoridad gallega. De menor interés general
es el endurecimiento legal en el acceso a la propiedad de televisiones, aunque
para la realidad prensada sea de portada. De portada debería ser el invento
antidemocrático de la famosa Ley de acompañamiento del Presupuesto, una vía
legislativa que rehúye la confrontación y el control parlamentario y que tanto
recuerda a los famosos decretos-leyes, tan denostados como práctica de
gobierno. El tapizado y alfombrado rojo del salón de los Pasos Perdidos donde
se celebró el homenaje solemne a las víctimas de ETA no deja de ser una
coincidencia de mal gusto, pero si las víctimas pasan de los ocho centenares, Clonista
no se explica que sólo hubiera 216 víctimas representadas. Será un “tema
menor”, o baladí, o una quisicosería de ocioso o de cominero. En fin. Lo que
sorprende es que el anuncio de la reanudación del diálogo con Marruecos
aparezca como una realidad de segunda categoría, ni chicha ni limoná, después
de tanto tiempo de silencio normalizado durante el que otros diálogos de más
calado real, los económicos, no parecen haberse roto. Otra realidad
incomprensible –otra más, claro, de la larguísima lista cuya simple lectura
agotaría al más curtido de los valentones-: Bush aprueba su superministerio de
seguridad en el que no entran ni la CIA ni el FBI. ¿Cómo se entiende ese
hiperbólico gasto público de un reaganiano en una institución con nada menos
que 170.000 empleados y cuyas funciones aún está por ver que sean de alguna
utilidad? ¿A qué empresas beneficiará?
Algunas habrá. Es sintomático: cuanto menor espacio se le dedica a la crisis
nigeriana, mayores son las cifras de la catástrofe. Ocupaba una página entera
de la realidad prensada cuando iban por 50 muertos. Ahora que la cifra de
muertos pasa de los 200 y los desplazados de sus hogares de 30.000 la noticia
aparece en una esquinita. Las misses se han ido, eso sí. Occidente puede estar
tranquilo. También una columna arrinconada merecen los asesinatos de 2000
jóvenes en Honduras, en una práctica que recuerda los asesinatos a instancias
empresariales de los meninos da rua
brasileños. Se acaba cogiendo antes a un demagogo que a Fraga, a quien se le
pilla antes que a un cojo, como es bien sabido. El goppierno, entre cuyos actos
de gestión surrealista – que igual fue contagio de los gustos poéticos del
presidente- se cuenta la repatriación de los inmigrantes ecuatorianos para que
volvieran “autorizados” desde su país de origen, se llenó la boca con la
demagogia del archirrepetido “efecto llamada” que explicaba el poco menos que
caos en que estaba sumiendo a la sociedad española la inmigración descontrolada.
Ahora, ese mismo goppierno se propone reformar el Reglamento de Extranjería
para agilizar los contratos a extracomunitarios, pero eso en modo alguno ha de
entenderse como “efecto llamada” de ninguna clase, supone Clonista. Los
estudios o informes sociológicos son primos hermanos de las encuestas, si bien,
y como en todas las familias, hay sus
más y sus menos entre ellos. Uno sobre la educación en los países ricos llega a
una conclusión incorrecta políticamente desde la visión izquierdista: “no hay
una relación directa entre el gasto nacional por alumno y el éxito escolar.”
¡Ahí queda eso! Clonista, por la parte que le toca, sí sabe, sin embargo, que
una mayor inversión en educación permite no tanto rebajar el nivel de fracaso
escolar, cuanto evitar la expulsión del sistema de muchos alumnos que, sin la
ayuda individualizada, no podrían siquiera acabar la enseñanza obligatoria. A
juzgar por los malabarismos demagógicoeconómicos de Mas y Cia., es más que
probable que acabe entrando en el Parlamento una iniciativa legislativa para
convertir el día 28 de diciembre en el Día Nacional de Cataluña. Tiempo al
tiempo. A los más de 19.000 jóvenes que se han apuntado al sorteo tipo mili
para quedarse uno de los 1055 pisos municipales en alquiler les debe sonar a
máxima burla lo de las desgravaciones del 1% a los padres que ayuden a sus
hijos a comprar una vivienda, ciertamente. Como “síndrome de Ulises” han
bautizado los psiquiatras el estado depresivo y de estrés crónico que padecen
los emigrantes más desafortunados, pues en ellos, que han sufrido un viaje tan
lleno de contratiempos como, en muchos casos,
grouchiano, es en quienes se manifiesta con una virulencia que puede
acabar transformándose en severa enfermedad mental. Sucede que hay travesías
vitales, auténticas migraciones interiores, a las que quizás también les
cuadraría esa etiqueta de nombre feliz y realidad terrible.
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