lunes, 1 de febrero de 2016

26-11-02

     Del ayer al hoy en el que también se ha escrito ese ayer, el tiempo se vuelve denso y se carga de agobio, casi tanto como el que aún sufre Clonista al contemplar la pila de casi 200 exámenes pendientes de corrección. Y por más que quiera despachar la clónica deprisa y corriendo, lo cierto es que la relación con la realidad tiene sus propias leyes, y nadie las puede forzar. Basta que el día se presente anodino, repetitivo, insulso, consabido, inercial, irrelevante o insignificante a primera vista para que Clonista se meta en harina y acabe como suele ocurrir a quien a ello se atreve. De momento, el goppierno ya reconoce que son once mil toneladas de fuel las perdidas por el Prestige, en vez de las seis mil escasas que quería fijar en sus nada gratas comparecencias ante los medios de comunicación, y lo hacen sin sonnegrarse, sacando pecho, a juzgar por la autopropaganda interior y exterior que hacen de su “gestion” de la crisis. Lo que no se sabe es si informan también de la cacería de la primera autoridad gallega. De menor interés general es el endurecimiento legal en el acceso a la propiedad de televisiones, aunque para la realidad prensada sea de portada. De portada debería ser el invento antidemocrático de la famosa Ley de acompañamiento del Presupuesto, una vía legislativa que rehúye la confrontación y el control parlamentario y que tanto recuerda a los famosos decretos-leyes, tan denostados como práctica de gobierno. El tapizado y alfombrado rojo del salón de los Pasos Perdidos donde se celebró el homenaje solemne a las víctimas de ETA no deja de ser una coincidencia de mal gusto, pero si las víctimas pasan de los ocho centenares, Clonista no se explica que sólo hubiera 216 víctimas representadas. Será un “tema menor”, o baladí, o una quisicosería de ocioso o de cominero. En fin. Lo que sorprende es que el anuncio de la reanudación del diálogo con Marruecos aparezca como una realidad de segunda categoría, ni chicha ni limoná, después de tanto tiempo de silencio normalizado durante el que otros diálogos de más calado real, los económicos, no parecen haberse roto. Otra realidad incomprensible –otra más, claro, de la larguísima lista cuya simple lectura agotaría al más curtido de los valentones-: Bush aprueba su superministerio de seguridad en el que no entran ni la CIA ni el FBI. ¿Cómo se entiende ese hiperbólico gasto público de un reaganiano en una institución con nada menos que 170.000 empleados y cuyas funciones aún está por ver que sean de alguna utilidad?  ¿A qué empresas beneficiará? Algunas habrá. Es sintomático: cuanto menor espacio se le dedica a la crisis nigeriana, mayores son las cifras de la catástrofe. Ocupaba una página entera de la realidad prensada cuando iban por 50 muertos. Ahora que la cifra de muertos pasa de los 200 y los desplazados de sus hogares de 30.000 la noticia aparece en una esquinita. Las misses se han ido, eso sí. Occidente puede estar tranquilo. También una columna arrinconada merecen los asesinatos de 2000 jóvenes en Honduras, en una práctica que recuerda los asesinatos a instancias empresariales de los meninos da rua brasileños. Se acaba cogiendo antes a un demagogo que a Fraga, a quien se le pilla antes que a un cojo, como es bien sabido. El goppierno, entre cuyos actos de gestión surrealista – que igual fue contagio de los gustos poéticos del presidente- se cuenta la repatriación de los inmigrantes ecuatorianos para que volvieran “autorizados” desde su país de origen, se llenó la boca con la demagogia del archirrepetido “efecto llamada” que explicaba el poco menos que caos en que estaba sumiendo a la sociedad española la inmigración descontrolada. Ahora, ese mismo goppierno se propone reformar el Reglamento de Extranjería para agilizar los contratos a extracomunitarios, pero eso en modo alguno ha de entenderse como “efecto llamada” de ninguna clase, supone Clonista. Los estudios o informes sociológicos son primos hermanos de las encuestas, si bien, y como en  todas las familias, hay sus más y sus menos entre ellos. Uno sobre la educación en los países ricos llega a una conclusión incorrecta políticamente desde la visión izquierdista: “no hay una relación directa entre el gasto nacional por alumno y el éxito escolar.” ¡Ahí queda eso! Clonista, por la parte que le toca, sí sabe, sin embargo, que una mayor inversión en educación permite no tanto rebajar el nivel de fracaso escolar, cuanto evitar la expulsión del sistema de muchos alumnos que, sin la ayuda individualizada, no podrían siquiera acabar la enseñanza obligatoria. A juzgar por los malabarismos demagógicoeconómicos de Mas y Cia., es más que probable que acabe entrando en el Parlamento una iniciativa legislativa para convertir el día 28 de diciembre en el Día Nacional de Cataluña. Tiempo al tiempo. A los más de 19.000 jóvenes que se han apuntado al sorteo tipo mili para quedarse uno de los 1055 pisos municipales en alquiler les debe sonar a máxima burla lo de las desgravaciones del 1% a los padres que ayuden a sus hijos a comprar una vivienda, ciertamente. Como “síndrome de Ulises” han bautizado los psiquiatras el estado depresivo y de estrés crónico que padecen los emigrantes más desafortunados, pues en ellos, que han sufrido un viaje tan lleno de contratiempos como, en muchos casos,  grouchiano, es en quienes se manifiesta con una virulencia que puede acabar transformándose en severa enfermedad mental. Sucede que hay travesías vitales, auténticas migraciones interiores, a las que quizás también les cuadraría esa etiqueta de nombre feliz y realidad terrible.

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