martes, 2 de febrero de 2016

28-11-02

     A día 28 de noviembre, y a un paso del mes más consumista del año, en el que, por cierto, la subida del precio de la lotería de navidad no contará para el cálculo de la inflación anual, por capricho de la fantasía contable del goppierno, que se ha convertido ya en marca de fábrica de su acción política, Clonista se dispone a despachar su compromiso con esa flojera de a quien le fallan las fuerzas, la confianza y hasta la esperanza. La marea negra, que hunde más de un prestigio incomprensible, sigue dominando el espacio político, el real, el real prensado y amenaza con pringar a quienes se defienden con la retórica de baja estofa propia de la soberbia absoluta. Que “mercadea con el dolor ajeno” le ha escupido el caudillito a Zapatero a propósito del control de la oposición sobre el descontrol del goppierno en todo el asunto, uno de esos típicos bufidos de bufón de las multinacionales a que tan acostumbrado tiene al país. ¿Lo habrá acompañado con un chistecillo tipo submarino amarillo, o una risa grutesca? Mejor ignorarlo. De las reacciones defensivas del goppierno –sobre todo la de Rajoy, insistiendo en que se tiene de todo para hacer frente a la catástrofe, aunque su patrón mayor, el san Huberto cazado en un renuncio, haya acabado pidiendo ayuda a los bateadores- acabará deduciéndose que la marea es una bendición, o poco menos, o que ha sido un simulacro para poner a prueba su capacidad de reacción en circunstancias adversas, aunque se les haya ido un pelín la mano en el crudo. El regreso en el tiempo español va calando en el ámbito internacional. Y ahí está el llamamiento de Bush a Kissinger para que vuelva a la Casa Blanca, donde tanto pinchó y cortó, para mal, en su momento. Lula ha puesto firmes a los sindicalistas y les ha dejado bien claro que a él no le revientan la presidencia y que se anden con ojo, que se metan en política y que se dejen de peticiones, que arrimen el hombro. Y les puso como ejemplo a su vicepresidente Alencar, un industrial más de izquierdas y nacionalista que la media de los sindicalistas. El reverso de esa invitación a la participación política, que es algo así como la bicha de los sindicalistas; es la campaña del ejército colombiano, mediante calendarios de hombres de ruta y taquillas varoniles, para incitar a los guerrilleros a que deserten y comprueben lo que se están perdiendo. Como dicen los militares criticados, “es una campaña agresiva para vender un producto”. La vida es un anuncio, pues, y no una tómbola. En Amberes andan con disturbios raciales y patrullas de la Liga Árabe Europea que vigilan las actitudes racistas de la policía. E irá a más la cosa, quién lo duda. Hay fotos que ilustran como un ensayo. La de Mafiosconi con el caudillito es más que ilustrativa. De hecho, sus réplicas en látex no pueden competir con la sensación de guiñoles legítimos que producen. Pero el discurso fotográfico es un recurso demagógico, como bien se sabe. Trillo se quita de encima lo que le vendría y pasa el caso del teniente supuesto violador a la justicia ordinaria, y que allá se las componga el Moriano de marras. El goppierno pagará presumiblemente 18 millones de euros para que el astronauta Duque suba al espacio ¿a qué? ¿Se sabrá algo de esa rumbosería del goppierno que niega becas a siniestro? La última noticia será la misma de todo el año fiscal, en boca de Isabel Pozuelo, que el goppierno es “un azote para los consumidores”. Más consumidos es difícil estarlo, desde luego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario