28-11-02
A día 28
de noviembre, y a un paso del mes más consumista del año, en el que, por
cierto, la subida del precio de la lotería de navidad no contará para el
cálculo de la inflación anual, por capricho de la fantasía contable del
goppierno, que se ha convertido ya en marca de fábrica de su acción política, Clonista
se dispone a despachar su compromiso con esa flojera de a quien le fallan las
fuerzas, la confianza y hasta la esperanza. La marea negra, que hunde más de un
prestigio incomprensible, sigue dominando el espacio político, el real, el real
prensado y amenaza con pringar a quienes se defienden con la retórica de baja
estofa propia de la soberbia absoluta. Que “mercadea con el dolor ajeno” le ha
escupido el caudillito a Zapatero a propósito del control de la oposición sobre
el descontrol del goppierno en todo el asunto, uno de esos típicos bufidos de
bufón de las multinacionales a que tan acostumbrado tiene al país. ¿Lo habrá
acompañado con un chistecillo tipo submarino amarillo, o una risa grutesca?
Mejor ignorarlo. De las reacciones defensivas del goppierno –sobre todo la de
Rajoy, insistiendo en que se tiene de todo para hacer frente a la catástrofe,
aunque su patrón mayor, el san Huberto cazado en un renuncio, haya acabado pidiendo
ayuda a los bateadores- acabará deduciéndose que la marea es una bendición, o
poco menos, o que ha sido un simulacro para poner a prueba su capacidad de
reacción en circunstancias adversas, aunque se les haya ido un pelín la mano en
el crudo. El regreso en el tiempo español va calando en el ámbito
internacional. Y ahí está el llamamiento de Bush a Kissinger para que vuelva a
la Casa Blanca, donde tanto pinchó y cortó, para mal, en su momento. Lula ha
puesto firmes a los sindicalistas y les ha dejado bien claro que a él no le
revientan la presidencia y que se anden con ojo, que se metan en política y que
se dejen de peticiones, que arrimen el hombro. Y les puso como ejemplo a su
vicepresidente Alencar, un industrial más de izquierdas y nacionalista que la
media de los sindicalistas. El reverso de esa invitación a la participación
política, que es algo así como la bicha de los sindicalistas; es la campaña del
ejército colombiano, mediante calendarios de hombres de ruta y taquillas
varoniles, para incitar a los guerrilleros a que deserten y comprueben lo que
se están perdiendo. Como dicen los militares criticados, “es una campaña
agresiva para vender un producto”. La vida es un anuncio, pues, y no una
tómbola. En Amberes andan con disturbios raciales y patrullas de la Liga Árabe
Europea que vigilan las actitudes racistas de la policía. E irá a más la cosa,
quién lo duda. Hay fotos que ilustran como un ensayo. La de Mafiosconi con el
caudillito es más que ilustrativa. De hecho, sus réplicas en látex no pueden competir
con la sensación de guiñoles legítimos que producen. Pero el discurso
fotográfico es un recurso demagógico, como bien se sabe. Trillo se quita de
encima lo que le vendría y pasa el caso del teniente supuesto violador a la
justicia ordinaria, y que allá se las componga el Moriano de marras. El
goppierno pagará presumiblemente 18 millones de euros para que el astronauta
Duque suba al espacio ¿a qué? ¿Se sabrá algo de esa rumbosería del goppierno
que niega becas a siniestro? La última noticia será la misma de todo el año
fiscal, en boca de Isabel Pozuelo, que el goppierno es “un azote para los
consumidores”. Más consumidos es difícil estarlo, desde luego.
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