miércoles, 3 de febrero de 2016

29-11-02

     A escasos 150 euros de que acabe el mes, una faringitis súbita –después de haber pasado, como sufrido animal de compañía, los dos procesos víricos de la prole- le ha dejado a Clonista sin voz y en un estado no muy distinto de aquel con que inició este año de su aventura insólita. Se va cerrando el ciclo, pues. Esa referencia a las dificultades para llegar a fin de mes que comparte Clonista con más del 60% de contribuyentes de este país no deja de ser también un nexo entre esta agonía de noviembre y las eléctricas y aquella lejana epifanía del eneuro con la que se abrió Clonista a todas las realidades habidas y por haber, las prensadas, las sorprendidas, las subliminales, las inverosímiles, las escamoteadas, las inciertas, las demagógicas, las privadas, las lacerantes, las anodinas  e tutti quanti. Una organización desconocida -¡malvenida al caos del terror suicida!- reclama la autoría de los atentados contra israelíes en Kenia y en su espacio aéreo, por más que los dos misiles lanzados no impactaran contra el avión cuando éste despegaba de Nigeria rumbo a Tel Aviv. Casi sincronizadamente, otros terroristas palestinos cometieron una masacre en una sede del partido de Sharon, mientras se celebraban las primarias que el genocida de Sabra y Shatila ha acabado ganando. Clonista no comprende que el generalazo israelí se desgañitara pidiendo a sus compatriotas que fueran a votar sin dejarse intimidar por los atentados: “los terroristas no van a dictarnos cómo vivir.” ¡Cuánta razón tiene! Es él, sin duda, a quien ha de atribuírsele la autoría de ese dictado, pues él y no otro es quien ha sustituido la política de negociación, de coexistencia pacífica, por la de exterminio, ¡como si no supiera que quien a hierro mata....! Por otro lado, que el atentado haya sido reclamado por unas milicias, las Brigadas de Al Aqsa, ¡que están vinculadas al partido gubernamental de Palestina, Al Fatah! deja aún más perplejo a Clonista de lo que éste suele estarlo siempre tras internarse en el laberinto del cercano oriente.  Ya está aquí: se ha instalado la celebración anglófila, intransitiva como el morir. La oposición a Chávez “amaneció ayer celebrando, mientras los sectores radicales del Gobierno lo hicieron en pie de guerra.” Noramala. Las realidades fotografiadas que suelen aparecer en la realidad prensada, cuyos realizadores tan escrupulosos son a la hora de elegir las instantáneas para no perder ninguna posibilidad de mensaje, deparan hoy uno de esos momentos estelares: La imagen de Andreotti como la viva figuración de Nosferatu, pero un pelín entrado en carnes y carifarto. La incrustación de la cabeza entre los hombros y las orejas de soplillo completan la transfiguración de marras. Tras la censura a Marchesi, ideólogo de la LOGSE, en una publicación oficial, le ha tocado el turno al Fomento de Cascos -¡a qué horrores conduce el inocente orden de las palabras, pues el orden de los factores de esa expresión sí que altera, vaya que sí, el producto final, que nunca será lo mismo el Cascos de Fomento que el Fomento de Cascos! Y esto de Fomento, ya metidos en harina, no deja de ser, también, querencia retro-, desde donde se han descolgado con el envío a las mazmorras del silencio de un libro, El mundo del trabajo en Renfe. Historia oral de la infraestructura, en el que, al parecer se había cometido el crimen nefando de no hablar mal del periodo socialista ni del AVE. ¿Y qué se caza con Dobermans? Otro misterio más. Y otro: ¿Se sabrá algún día qué leches va a hacer el astronauta Duque en el espacio que valga la inversión de casi 15 millones de euros que va a costarle a los contribuyentes la generosidad del goppierno para ponerlo en órbita? En esta época científica de genomas y clones, no deja de ser patético que los enfermos que tomaban la medicina ilegal Bio-Bac, hayan asaltado la casa donde su distribuidor mantenía aún buena parte de las existencias del producto. Placebo o no, la fe obra milagros, ciertamente. José Luis Pardo, a propósito de Barthes, y del homenaje que se le rinde en Francia, define con claridad la semiótica: “De pronto todo significa, aunque no sepamos exactamente qué", y significa, además, a nuestras espaldas, querámoslo o no. Escuela hermética donde las haya, en parte banal y en parte inaccesible, ese “suplemento simbólico” de lo real se ha ido adueñando de tal manera del discurso que ha acabado configurando lo real sin que lo real se perciba del gran cambiazo. Por otro lado, la semiótica siempre requiere auténticos linces que la desarrollen. A su manera, es una suerte de tomismo quisicosero. Ahora que se entra en la larguísima recta final electoral, un titular devuelve la verdadera imagen de la política naciunal: “Cataluña es la comunidad con menos plazas para acoger a mujeres maltratadas. La región –¡y ya es atrevimiento conceptual, el de El País- tiene el mayor número de muertes por violencia doméstica.” Si se añade el lema adoptado por el Instituto Catalán de la Mujer para su ciumpaña contra los malos tratos: Con violencia: te quedarás solo, pues todo acaba encajando, claro. Al parecer, pues Clonista excluyó de esta clónica la realidad deportiva casi  por cuestión de principios, se ha identificado a unos 40 causantes de los incidentes durante el partido Barça-Madrid, que se ha hecho célebre por la cabeza de cochinillo que le lanzaron a Figo mientras éste intentaba lanzar un saque de esquina. Sí, hay que admitir que la idea de salir de casa con dicha cabeza, por lo que pudiera pasar..., más parece propio de un cuento fantástico que del cuento fanático en que se convirtió el partido. Pues bien, la sorpresa de los identificadores es que esos 40 energúmenos, y energúmenas, que de haberlas haylas, ¡no pertenecen a los temibles boixos nois!, sino a respetables socios y socias de tribuna. Sigue el cuento. ¿Qué vergüenza no pasarán cuando la policía se presente en su casa para llevarlos a comisaría a prestar declaración? Sí, Furia, de Fritz Lang, es siempre el recuerdo apropiado. Pero que los miembros de la especie hayan de perder la cabeza por algo es una de esas verdades genéticas y quijotescas incontrovertibles.

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