lunes, 15 de febrero de 2016

8-12-02

Se empieza con la Constitución y se acaba con la Inmaculada Concepción, es decir, el calendario sigue el ritmo de los tiempos que se detienen en este país. El fuel, sin embargo, es mácula mayúscula, casi hiperbólica, que cubre de mierda la festividad, como lo viene haciendo con el calendario desde hace más de 20 días y lo seguirá haciendo quién sabe por cuánto tiempo más. Por fin aparecen las famosas responsabilidades y las dificultades de todo tipo con que se van a encontrar las autoridades españolas para sacarle ni un rublo a quienes fletaron el barquito de marras. La chirigota auténtica es que un goppierno que apuesta por un estado escuchimizado en el que las empresas dicten su ley, siempre la del más fuerte y la del embudo, se vea ahora en el trance de andar requiriendo controles, supervisiones, inspecciones, y responsabilidades. Se ha puesto muy fuerte y muy farruco para impedir o condicionar hasta la imposibilidad el acuerdo entre plataformas digitales por satélite, pero no se le ve con tanto brío a la hora de exigir responsabilidades a quienes lo son de una chapuza con resultados tan catastróficos. Clonista se ha imaginado su propia casa cubierta con ese galipote: los suelos, los armarios, ¡los libros!, la cocina, los armarios roperos..., y ha sufrido un amago de depresión profunda que no se la desea a nadie. En Venezuela, por el contrario, el petróleo, con dimisiones por medio en la empresa nacional del mismo, se suma a la marea de indignación contra Chávez, mayor aún después de que las pistolas paragubernamentales se llevaran por delante a varios manifestantes.  Que algunas oeneges islámicas se conviertan en tapadera de terroristas de Al Qaeda supone un golpe bajo a la credibilidad del humanitarismo en general. Pero es lo propio de lo real: el engaño a los ojos, el trampantojo. Sigue siendo domingo, a pesar de algunas realidades con apariencia de noticia perecedera. Y lo propio del aliento largo del día se manifiesta en esa sombra pringosa y espesa que cubre la jornada de reflexión. Los augurios sobre la evolución de la carga del Prestige, los famosos “hilillos” rajoyanos que tanto recuerdan a los Sanchorofianos “bichillos” de la colza, más el debate político sobre la incompetencia y chulería del goppierno, con su caudillito a la cabeza, se llevan la parte del león de lo real prensado. Capítulo fijo es el de la competencia entre opinadores profesionales para ver quién resulta más ingenioso a la hora de cargar contra el goppierno. Y en ello siguen. La festividad trae la noticia de un suicidio a los 92 años, el de la madre del anterior presidente de gobierno francés, Lionel Jospin. Clonista lee unos “retales” del reportaje, que incluyen una biografía sintética de la madre de Jospin, una activista de izquierdas que se manifestó en 2001 contra el gobierno de su propio hijo, por cierto, y tropieza con un “hecha en falta” que no sabe si es obra de Octavi Martí, que firma el artículo, o de los famosos duendes de la imprenta que ya no existe, o del buen nivel de la instrucción escolar, o simplemente de que para echar en falta no hay como una buena hache inicial donde sentarse para lamentarse, al menos, con cierta comodidad. Los cineastas europeos piden que el cine sea una asignatura obligatoria. Clonista está y no está de acuerdo con ellos. Cronenberg se quejaba hacía poco de que se está perdiendo el arte de ver cine, que los productos americanos están arruinando la capacidad de ver auténtico cine, pero, con la muerte de Illich tan próxima, ¿de verdad una asignatura podría garantizar que ese adiestramiento diera frutos? Clonista no ignora, por otro lado, lo mucho y bueno que se podría hacer por el cine de verdad en alguna asignatura de carácter lúdico y en la que la evaluación no constituyera otra espada de Damocles más. 

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