miércoles, 9 de marzo de 2016

29-12-02

No se equivocaba Clonista, aunque acierta sin mérito. Y en sección destacada, Protagonistas del Año, nada menos que GarZón encabeza una lista en la que, tipográficamente lejos, le sigue el caballo ganador de la prensadora de realidad, Zapatero; y más lejos aún, casi en listín telefónico, Bush, Lula, García Márquez, Ronaldo y los voluntarios contra el chapapote se reparten la titularidad. La actualidad reserva su cupo con Corea y el gran reportaje de fondo se centra en la esotérica iglesia Raeliana, que nunca soñó con una campaña de propaganda de tales dimensiones. El año se va, obviamente, y Clonista se irá también, camino de un silencio bien largo, el del desengaño, pero la guerra quedará, y todos los movimientos usamericanos van en esa dirección. Sadamirak advierte, con la torpe solemnidad bobalicona que engendró aquella “madre de todas las batallas”, que “dará a Washington una ‘lección inolvidable’”. Clonista pasó como sobre ascuas por la dolorosa realidad de los hijos que le fueron robados a los represaliados durante la dictadura militar argentina, realidad que ha vuelto a la actualidad –aunque nunca se haya ido del todo, por supuesto-  con el caso de los hijos adoptivos de la gran mandamás del periodismo argentino, la dueña de Clarín, de quienes se sospecha que podrían haber sido robados a quienes después se hizo desaparecer. Los jóvenes se niegan de momento a hacerse los análisis genéticos que determinarían su filiación real. ¡Qué dura es siempre la verdad! ¡Qué verdadera ha sido siempre la letrilla de Quevedo! En cualquier caso, los círculos del poder oligárquico argentino se han dispuesto en formación concéntrica para defender a la empresaria frente a la actuación del juez Marquevich. En la información se hace alusión a la participación activa en la entrega de los niños del obispo Plaza, quien colaboró activamente con la represión, al modo de aquellos obispos españoles que participaron en la sanguinaria cruzada contra los rojos durante la guerra civil española. Y ya que sale de rebote la guerra civil, es oportuna la carta del navarro Pedro Otaduy, quien acusa a la serie Cuéntame... de edulcorar hasta el empacho la realidad dolorosa de los vencidos: “los ex combatientes del lado leal a la República fueron mucho peor tratados, tuvieron una realidad mucho más penosa que la que en ese capítulo [de la serie televisiva] se dibujó.” ¿Olvida el espectador indignado que la serie se pasa en la telepepé? Seguramente. Una confusión la tiene cualquiera. ¡Lo que faltaba! Está visto que el asunto del Prestige está reuniendo tal cúmulo de despropósitos que va a ser difícil igualar la cota que acabará alcanzando. Ahora resulta que el CSIC ha plagiado un informe toxicológico francés. Los prensadores de realidad tienen mala fe, indudablemente. ¿Por qué usar plagio cuando “intercontextualidad” es un concepto acuñado en los aledaños gubernamentales y validado por la ministra correspondiente?  Se espera, sin embargo, que se acuñe el concepto correspondiente a la mayor chapuza parlamentaria del año, una derrota ocurrida en Vitoria y celebrada soberanamente en Ajuria Enea. Sergi Pamies elogia el último libro de Jordi Costa: ¡Vida mostrenca!, contracultura en el infierno post-moderno. De obligada lectura. Jordi Costa tiene el don de la síntesis, la concisión y la capacidad de relación: hubiera acabado siendo, de haber insistido en sus estudios filológicos, un maestro de la literatura comparada, sin duda, quizás un digno sucesor de Claudio Guillén. ¡Menuda bofetada de realidad es la denuncia en la Opinión del lector hecha por Antonio Armengol, cuyo suegro lleva camino de fallecer de un cáncer hepático después de haber sido diagnosticado en enero de 2001, operado en noviembre de 2002 y necesitar una segunda operación urgente que no se le practicará, le han dicho, hasta la cuarta semana de enero de 2003! El suegro del señor Armengol jamás suscribió un seguro médico privado porque creía en el sistema sanitario público y, según afirma su yerno, en Jordi Pujol. ¡Bendita ingenuidad! El cortijerito está más preocupado por invertir los dineros públicos en campañas privadas de prensa y propaganda, pero a lo grande: papel del mejor, fotografías “a dojo” –que decimos en el rinconación- y, sobre todo, bien destacados: el virrey y el delfín. ¿El lema coincidirá, sospechosamente, con algún otro que acabe utilizando CiU en las próximas elecciones?  Ya se verá. Puestos a chapuzar, las épocas estertóricas se prestan como ninguna. Clonista no se entretiene en referir el contenido intemporal del suplemento dedicado a los protagonistas del 2002, a los nombres propios, a lo que son negritas en Umbral, porque ni es amigo del culto a la personalidad ni los nombres propios son, en la mayoría de los casos, propiedad ninguna, sino mero usufructo. Pero el signo de los tiempos que corren aparece crudamente en ese suplemento en la sección dedicada a la cultura. En recuadro destacadísimo aparece El año de Aserejé, una canción macarrapenada de un trío de muchachas llamado Las Ketchup, hijas de un guitarrista apodado El Tomate. Y en un subrecuadro, bajo el título Y además, aparecen ¡Imre Kertész, Eduardo Chillida, Barenboim y Edward Said! Clonista agradece que el fin de año se le eche encima y no prevé que  los demonios de la nostalgia se lo lleven con ellos así que ponga fin a su aventura insólita e inverosímil. De hecho, la patada en el culo ya se la ha dado quien puede, pues en la sección de la todopoderosa Economía, cuyo alarde tipográfico destaca sobre cualesquiera otras secciones, se ha entrado ya en el próximo año: “2003 arranca con la amenaza del petróleo”. Clonista cierra la realidad ofendido: ni siquiera dejan salir antes de entrar. Suerte que al final del día siempre cabe la esperanza de una buena película que le permita recuperar a Clonista, y la sociedad limitada de la que forma parte, la verdadera realidad. Hoy, The leopard man, de Jacques Tourneur.

No hay comentarios:

Publicar un comentario