30-12-02
Penúltimo día de la aventura que termina como
empezó, para Clonista, pues le avanza a uña de caballo una faringitis de ídem.
El círculo está a punto de cerrarse y lo hará, además, el mismo día de la
semana en que se abrió, el martes. ¡Si Clonista le hubiera hecho caso a la
sabiduría quintaesenciada del refranero, que aconseja no embarcarse en martes!
Casi completada la travesía, no es hora, sin embargo, ni de la recapitulación
ni del recuerdo. La realidad, lo que quiera que se esconda bajo esa máscara
verbal, no cede, y Clonista se debe a su compromiso. El caudillito, en fase ya
de estertores políticos, sigue dando palos de ciego para lavar un prestigio más
hundido y sucio que su homónimo naviero. ¿El último conejo? Subir de 30 a 40
años la pena máxima de cárcel y convertir el presidio en tumba. La torna del chapapote parece la desmesura,
pero en esas está el goppierno con su caudillito a la cabeza, quien
insiste -para ver si hay alguien en el
país cuya estupidez sea equivalente a sus malas artes de goppierno y su
desmesurada afición a la demagogia y a
sembrar la inquina y la división- en que
“se intenta responsabilizar al Gobierno por el accidente de un barco”. Lo lleva
repitiendo semanas. Y lo seguirá haciendo hasta elevarlo a la categoría de
real, si puede. La cazurrería no es patrimonio rural, está claro. A Clonista,
siempre tan apegado a la creencia poética de que el verbo funda la realidad, le
choca la intención chavezista: “endurecer” su revolución y repartir más tierras.
¿El reparto significa expropiación por las bravas? La palabra endurecer tiene
más de represalia que de promesa de futuro, ciertamente. En la realidad, y más
en la política, prensada o no, pero sobre todo en la prensada, las palabras son
“los” hechos, no hay más. El espacio físico, la presencia humana, la
naturaleza, todo desaparece tras la presencia imponente y demoledora de las
palabras. El forgiano “¡Huy, lo que me ha dicho!” es siempre un “lo que me ha
hecho”. Y los hechos de Chávez enconan, y Clonista ignora si enquistan, la
situación venezolana. Ideas esquinadas es concepto unamuniano. La realidad se
esquina con una facilidad insuperable, y por ahí andamos, de punzada en
punzada, hechos unos sietes, hasta el descalabro final. Si en el comienzo del
euraño la economía dominaba la realidad, en el final es la trompetería bélica
la que impone su estruendo. El gobushierno usamericano ha atemperado su
reacción contra Corea del Norte, extremo del famoso eje del mal trazado por el
integrista religioso que preside el Imperio. La bravuconada de un segundón
oval: ser capaces de mantener dos guerras a la vez (y no estar locos...), cede
ante la contundencia de los números: “el régimen comunista del Norte tiene un millón de
hombres en filas y puede movilizar hasta ocho millones de reservistas, según
fuentes de Corea del Sur.” Demasiado para una operación relampagueante y
ceenenista, llena de los siniestros verdes trazadores. Los sobornos y las
compras de material bélico en el mercado clandestino de armas llevan a Al
Qaeda/Fu Man-Chú al seno de una mala película de espías, una de esas mediocres
producciones cuya veracidad excede con mucho la capacidad de asentimiento de
los espectadores, siempre tan exigentes en punto a la verosimilitud. Que la
propia realidad se convierta, por obra y gracia de sus patéticos protagonistas,
en una obra desangelada y torpe no puede inducir a la extrañeza, ni menos al
desengaño. Siempre hay motivos para la esperanza en donde menos se piensa. El
relevo político en Kenia, donde la oposición le ha ganado en las urnas al
pripartido KANU, tras 40 años de hegemonía política, es un auténtico ejemplo de
vida democrática no singular. Desde Internet ha rescatado Andrés Ortega una
síntesis cuya elocuencia estremece: Nuestro
pueblo. Se trata de una reducción sociológica de la humanidad al símbolo de
la centena: “Si la Tierra fuera un pueblo de 100 habitantes, 57 de ellos serían
asiáticos, 21 europeos, 14 americanos y 8 africanos. Estarían repartidos...” Es
una ficción excesiva, que hace abstracción de la Historia, pero la conclusión
es bien real, aun habiendo llegado a ella por la vía del simplismo analítico:
“Seis, todas ellas nacidas en EE UU, de estas 100 personas tendrían en sus
manos el 59% de la riqueza del pueblo.” Y ahí se podría detener el juego, pero
la continuación es una descripción estremecedora de la desigualdad planetaria.
El artículo funciona como los resúmenes añales típicos, pero va más allá de los
tópicos, sin duda. ¿Por qué irrumpe Guatemala, “paraíso de la impunidad”, en la
realidad prensada, saliendo del silencio que ha sido cómplice de una situación
que coincide a escala con la reducción a la centena recién clonicada? Se verá.
Lo que no se ve, quizás hasta que no se cierre la “Operación Navidad”, cuando
la realidad de los muertos en accidente de tráfico escale los peldaños de
realidad prensada hasta llegar a la cima del titular de portada, son esos 104
muertos en solo diez días. Francia ha reaccionado hace poco contra lo que aquí
sigue considerándose una fatalidad, un peaje del progreso. Viajar en coche, ya
se sabe, es un peligro..., y en países avanzados como España el goppierno
debería regalar más sancristóbales –el del niño al hombro, no el del gal a sus
órdenes- para colgar del espejo retrovisor, y los portafotos del “no corras,
papá”. El gociuerno ha decidido dar marcha atrás al enchufismo más descarado
para no seguir dando la sensación de solar en derribo que tan patético lo hace
aparecer ante la opinión publicada: ha desestimado su plan inicial de colocar a
militantes del partido gociuernante en el elitista cuerpo de abogados de la
administración. Si a eso se suma el hecho de que la religión se ha convertido,
cada vez más, “en un objeto de consumo”, las esencias patrias del nacionalismo
conservador cristiano andan tan anémicas como sus propios representantes
políticos. El yo también necesita consumir consuelo, y la propuesta fustigadora
de la hipocresía católica no se compadece con los tiempos que corren, desde
luego. A preúltimos de año, aquella euforia paletina de la nueva moneda se ha
convertido en el desengaño de una inflación riñonera que Rato desmiente al
afirmar que sólo ha afectado a dos décimas del IPC. ¿Serán la mentira y la
realidad una y la misma cosa? El Pentágono, por si las moscas, ha decidido
entrenar en artes de supervivencia a los periodistas para llevárselos a primera
línea de fuego y que sean testigos de sus desvelos por el eje del bien. Se
admiten malos pensamientos. Como si la
realidad fuera ya poco adversa de por sí, el portátil le juega una penúltima
mala jugada a Clonista y buena parte de su esfuerzo clonicador se le ha perdido
en una de esas “operaciones no válidas” con que la cibernética suele desesperar
a los usuarios poco duchos. Superado el trance de la pérdida, rehace, de mal
humor, lo que siempre en el recuerdo le parece infinitamente superior a lo
acabado de escribir y se dispone a prepararse para despedir el año y recibir el
próximo.
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