miércoles, 11 de marzo de 2015

18-1-02

            La muerte de Cela cubre hoy, prácticamente, toda la realidad de este país. Y se le recuerda omnipresente, egocéntrico, genial, generoso, deslenguado, payaso, amigo de sus amigos y enemigo de tantos más. Toda una vida dedicada a construir una biografía singular y barroca es lo que la muerte se ha llevado por delante. El hombre-archivo permanece, no obstante. Su sed de postumidad se ha saciado. Se lo ha tragado la tierra y él cree habérsela llevado con él a las raíces vivas de la naturaleza. Entre los demás, los que seguimos batallando con la mascarada de lo que él ha perdido para siempre, los hay de toda clase y condición: desde quienes han oído o leído su muerte con la indiferencia de la altivez y la mediocridad, y quienes la han oído o leído con curiosidad, afecto, sorpresa e incluso desgarro, que de todo ha de haber en la viña del Señor. Pero la realidad está hecha de cosas tan pequeñas como los cambios de agenda y la criba terrible de los que van cayendo. ¡Qué tentación, siempre, ha tenido el Clonista de acercarse al pasado intentando ponerse en contacto con todas y cada una de las personas que figuran en sus muchas agendas, y a las que el olvido ha cubierto como la lava y las cenizas a Pompeya! De ahí sí que saldrían retazos de realidad insospechados, visiones de sí mismo inauditas y sorprendentes. Demasiado ego, le parece al Clonista, para tan poca sustancia. Se le debe haber pegado del ínclito deceso. Realidad emergente es la aparición, en recuadro inferior -columna arrinconada- de la silenciosa guerra ruso-chechena, de la que hacía casi un año que no se sabía nada, por lo que había dejado de formar parte del equipo titular de la realidad. La más intensa -realidad- es, sin embargo, la falta de tiempo, es decir, su volatilidad. El Clonista se reconoce incapaz de seguir el ritmo vertiginoso de la vida cotidiana, tan llena de minucias importantísimas, y, al mismo tiempo, certificar que en él es donde se cumple la realidad. Hay una oquedad tremenda en el 90% de un día cualquiera como hoy mismo. De hecho, el Clonista está aquí, de regreso del día 20, por lo que, a la relectura de la realidad, se le superpone una distancia que anula cualquier consideración mínimamente atinada, ya que no inteligente, sobre límites, sustancia, pertinencia, o lo que se quiera, acerca de la realidad. Corta y cierra.

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