30-5-02
Cuando, como hoy, la incursión exploradora
en la realidad prensada se realiza a continuación de la del día precedente, la
realidad se convierte, lo quiera Clonista o no, en una suerte de cinta móvil
cuyo final ni se intuye. Por ella van desfilando -con la convicción de Clonista
de que han de volver, al estilo de los equipajes en los aeropuertos-
repeticiones o levísimas variaciones de lo archiconocido. Cada día tiene su
afán, y debería tener su novedad. Y de hecho no hay dos primeras páginas
iguales, pero esas páginas actúan, las más de las veces, a modo de envoltorio
llamativo, apelativo, de unos contenidos interiores aquejados de la monotonía
propia de la condición de la noticia prensada. Otra cuestión es la de la
actitud de Clonista frente a la realidad prensada, en tanto que representante,
ahora, de cuantos aficionados a dicha realidad suelen, no tanto clonarla,
cuanto simplemente pasearse por ella. No es extraño que cause adicción, porque
el ámbito familiar que crea la repetición obliga, en cierto modo, a renovar el
compromiso con la pseudoinformación. De hecho, el mayor cansancio que ha de
vencer Clonista es, precisamente, el de la propia clonicación, no el de
patearse las estrechas parcelas de la realidad. A pesar de la condición
polígama del hombre, la monogamia es un bien cultural, y la frecuentación de un
solo diario una suerte de monoprensismo bastante llevadero. Con todo, y
entrando en materia, persiste la desmemoria del cortísimo plazo. A Clonista, al
menos, le parece insuperable. Cerrar el mapa de las parcelas y quedarse en
blanco es todo uno, dispuesto para la recepción del próximo capítulo del
inacabable novelón por entregas. Lo heterogéneo genera un vértigo que quizás
explique el estado de confusión y desinformación con que acaba uno su recorrido
por la realidad prensada. Gran Bazar abarrotado de comercios en una estructura
laberíntica. Clonista sabe que lo más cercano es el abuso del derecho de huelga
de los conductores de autobús de una empresa pública que pierde dinero y en la
que se reclaman aumentos salariales del 30%. Eso sí, no son funcionarios, pero
se les paga, básicamente, con el dinero de los impuestos. Perplejidad. El
gociuerno de la Generalidad se abstiene de promover el laudo de obligado
cumplimiento para que al poder municipal del PSC se le pudra el conflicto.
Claridad. Patrulla de fronteras intereuropea, cuerpo aerotransportado de
intervención directa y resolutiva: Aznar deja huella: teníamos un problema y el
problema se ha resuelto. Punto. De cruz para quienes lo exponen todo en la
aventura hacia la esclavitud desde la nada. El parlamento vacío. La derecha
resiste en sus escaños y ejerce un férreo control de adhesión al goppierno. En
ausencia del caudillito y ministrillos con excelentes asesores fiscales, los
diputados de a ppie manifiestan su appoyo incondicional al goppierno y sus
pprácticas escamoteadoras. Hoy por hoy (nunca igual a hoy, por cierto) ¿ha de
seguir llamándose Parlamento en vez de Dictamento? En todo caso, y mientras no
escampe, debería corregirse la errata y escribirse Pparlamento. El tratamiento
higiénico de la menstruación paga impuesto de lujo. El goppierno rechaza una
proposición del PSOE para rebajar el IVA de esos artículos al 6%. Perplejidad.
Probablemente el goppierno piense que es un lujo lo de las compresitas con
alas, ultras, normales y súper, que lo propio -¿dirán también que lo honrado?-
es ponerse compresas caseras de recia tela, lavables, para ahorrar. Clonista
sabe que está en una sociedad de consumo, pero ignoraba que la menstruación
impulsase al despilfarro. Perplejidad. El anuncio de Simbad y la princesa, de
Nathan Juran, abre un agujero negro de realidad por el que Clonista está
dispuesto a desaparecer..., hasta mañana.