domingo, 19 de abril de 2015

21-2-02

     Le aguarda a Clonista En el bosque del espejo, de Manguel, y su sola presencia sobre la mesa del estudio, aun cerrado, le sugiere una realidad mucho más atractiva que la deforestación salvaje que nutre de materia prima la realidad prensada. Hay días y días. Hay perezas y perezas. No es infrecuente sentirse abrumado por la realidad, e incluso superado por ella. Las pequeñas cosas cotidianas tienen a veces un peso específico que es capaz de aplastar bajo él a cualquier Hércules que presuma de poder con todo. Ni se ve ni se aprecia la heroicidad de sobrellevar el pesado fardo de la cotidianidad. Lo usual es vivir anestesiado, pero de vez en cuando nos llega un destello iluminador que nos revela la insensatez de la existencia junto al júbilo de poseerla y ser capaces de vivirla con cierta ilusión, y hasta con alegría. Algo parecido sostiene Clément Rosset, y lo hace, curiosamente, a propósito de un pensador como Cioran, que no es, para qué nos vamos a engañar, la alegría de la huerta. Vivimos en puro desconcierto. Pero no es menos cierto que todo contribuye a crearnos esa sensación de mundo imaginario, fantástico, en el que habitamos como si fuéramos invitados de fin de semana en una mansión con servicio, aunque temamos que bien podríamos acabar fregando los platos o pasando el aspirador cuando los Duques se harten de jugar con nosotros y nos bajen de nuestro particular Clavileño. Esa mezcla de sensaciones, de libertad, de sumisión, de temor, de júbilo, de hastío, de emoción, de estupor o de confianza son reflejo directo de la lectura forzosamente caleidoscópica que hacemos del diario. ¿Por qué gran parte del interés de la prensa se centra en los siniestros, en las catástrofes? Los casi 400 muertos calcinados en un tren egipcio que iba abarrotado, y la palabra apenas refleja el inverosímil amontonamiento de personas que viajaban en él, son un buen ejemplo. Forma parte de la realidad de todos la consideración compasiva de la desgracia ajena: hace aflorar los mejores instintos de la especie, renueva el pacto de la especie para la supervivencia en el planeta y sirve de vehículo de la solidaridad. A la sombra del atentado contra el joven socialista vasco, los gobiernos autonómico y central llegan a un acuerdo tras haber tensado la cuerda del desencuentro para alimentar unos enfrentamientos que, a su manera, usan como lejana justificación los asesinos. Claro que también es eso la política. Como también es la justicia que Garzón ampare a sus confidentes y les alivie las penas: de bien nacido es ser agradecido. Y Nanni Moretti, olvidado ayer, reaparece hoy con un artículo de opinión en donde justifica su intervención política para pedir claridad y acción a una izquierda desvaída y acomplejada en una Italia sometida al gran capo. Su ¡basta!, enérgico y apasionado, ha llegado a las masas que, siempre propensas a fabricar ídolos, le empujan a que asuma protagonismo político. ¡Qué necesidad de amparo hay en el pueblo! ¡Somos como niños perdidos a la búsqueda de un padre cariñoso y severo al tiempo! ¡Ay, qué realidad ésta! De color de euros, polícromos donde los haya, es la de un tal Amusátegui tras haber cobrado más de 43 millones de ellos por dejar el banco que presidía. Clonista renuncia a convertirlos en pesetas, pero son una barbaridad. En el periódico lo hacían, y no sin intención.

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