miércoles, 22 de abril de 2015

24-2-02

     La realidad es algo que damos por supuesto cuando, en realidad, es un lugar vacío. Hasta para aforismos da de sí una clónica como ésta, tan llena de arbitrariedades y quién sabe de qué más. De momento, un domingo relajado, con media maratón en el cuerpo y una celebración familiar, no predispone en modo alguno para elucubraciones realistas ni surrealistas ni irrealistas ni hiperrealistas; no predispone sino para la vida ociosa y muelle, para la huida de cualquier esfuerzo mental y físico. Llenar la realidad es la obsesión de la prensa, y un domingo sale un poco a flote la visión periférica de los acontecimientos, amén de las crónicas y reportajes a los que la actualidad más “palpitante” -que suelen decir, tan amigos ellos de las alteraciones cardíacas- desplaza con malas maneras y el  mucho estruendo del bombo y platillo de sus ultimísimas horas, aguerridos -y a menudo trivializadores- corresponsales incluidos. ¿Sabían los jóvenes vascos que hoy serían portada de los diarios con su manifestación? Lo sabían. Es de agradecer, en consecuencia, que hasta los cachorros del PNV hayan suscrito el lema que les gritaban a los terroristas: “No hay más patria que la humanidad”. Coincide con la línea del himno andaluz que dice algo así como “por Andalucía, por España y por la humanidad.” Suena hermosa, la palabra humanidad, en boca de los jóvenes, y llena de una realidad tan ahíta de esperanza como de ingenuidad. A su lado el dominio que ejerce Berlussolini sobre la información televisiva en Italia representa la otra cara de la realidad de la polis: el más rancio de los abusos. Al lado del magnate-mangante italiano, la intención pentagónica resulta un bobalicón juego de niños. ¡Anda que no se estarán mordiendo las uñas de envidia: poder controlar toda la información de un país! En otro continente, la foto del guerrillero Savimbi, sin el halo mítico de la de Guevara, intenta recordarla, en uno de esos plagios burdos que se cuelan en la realidad como patochada y farsa risible, que ni por asomo risueña. Los domingos la vista pasa por los marcos de la realidad sin apenas detenerse en los dibujos desmayados y vagos de una actualidad inexistente, diríase, a juzgar por el contenido de las telas porosas. Y Clonista agradece que la realidad se vuelva muda o se quede a oscuras. Algún relámpago, no obstante, ilumina la noche tenebrosa de la ausencia de sucesos, como la referencia al divertido Fórum de las Culturas, un nombre que lleva implícito el evidente sinsentido de la torpeza política de Maragall al proponerlo en sustitución de la imposible Exposición Universal, algo más en consonancia con la historia de la ciudad. Y el día se acaba con el simpático Jodorowsky y su decálogo de recetas para ser feliz. Dos destacamos: “Escucha más a tu intuición que a tu razón. Las palabras forjan la realidad pero no lo son” y “Busca todos los días en el diario una noticia positiva. Es difícil encontrarla. Pero, en medio de los acontecimientos nefastos, siempre, de manera casi imperceptible, hay una.” En eso estamos. Descreyendo de las palabras prensadas y, como ese lema de los jóvenes vascos, atentos a la bondad. Una noticia luctuosa -que se dice en el lenguaje prensado-, la muerte de Chuck Jones, el creador de Bugs Bunny, el Pato Lucas o Correcaminos, entre otros, no acaba de sembrar la tristeza en Clonista, sino todo lo contrario, la ve como una muerte más del zorro en su lucha infructuosa contra Correcaminos y se le llena la boca de las muchísimas risas que le han alegrado buena parte de su existencia. Si Jones le hizo reír hasta las lágrimas, lo propio sería ahora llorar hasta la risa. Lo que ocurre, sin embargo, es que el anonimato del creador frente al caudal de vida de sus dibujos lo vuelve excesivamente ajeno a los sentimientos humanos comunes.

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