1-5-02
En este día de “a lo que salga”, como
reza -que ya es ironía- el cartel de los manifestantes del primero de mayo
dibujados, con su habitual trazo grueso y sombrío, por El Roto, también Clonista
entra en su clónica con idéntico espíritu fatalista y resignado. Un violento
cambio de tiempo, propio de la primavera del recalentamiento global, le tiene
el cuerpo descolocado, los párpados caedizos y la tensión tan baja como la
estimación pública del gobierno Aznar, aun cuando sigue pujalnte en las encuestas. La tentación
suprema de Clonista es resignarse a confirmar, tras la visión de la realidad
prensada, que “todo sigue igual”, que no hay ni rastro de la diferencia
creadora que altere la monotonía depresiva del paisaje. Sí hay notas de buen
humor, como la de Azúa, a la salida del día, un mutis que permite encarar con
la complicidad de la sonrisa una futura realidad de esas de “si Dios quiere”,
que querrá..., para qué vamos a soñar con mandangas y virtuosismos escénicos.
Esa ausencia del padre, cuyo papel determinante ponen en tela de juicio las
nuevas estructuras familiares, es paralela a la ausencia de responsable de la
realidad; porque existe la conciencia difusa de que la sociedad no es obra
colectiva, sino de autor o autores que la tiran, con el tiralíneas del poder, y
luego esconden la mano, el plano y hasta la mesa de dibujo. Y así vamos
nosotros, lectores contumaces, topógrafos en paro y sin subsidio, perdidos por
entre tanta sombra de mina o tinta china, dispuestos a dejarnos sorprender por
la fabulosa creación; pero, al mismo tiempo, con el poso del descreimiento
metido en el cuerpo. Es inevitable que lo real se desdibuje, se desfigure. ¿Qué
hubo hoy? Recortes de plantilla en la casa Botín para enjugar las pérdidas, lo
que se hace, pues, con la carne seca de los prejubilados, tan denostados hasta
que la propia casa necesita hacer economías, esto es, asegurarse sus márgenes
de beneficios. Hubo también, y hasta la fecha de la segunda vuelta de las
presidenciales francesas, capítulo obligado de la fácil defensa contra el
espantapájaros lepenista: ¡qué ridículo suena el estribillo marsellés que toca
a rebato frente al peligro ocasionado precisamente por quienes mueven,
pavorosos, el gran badajo! ¡Qué oportunidad parece haber perdido la izquierda
de no tener que auxiliarse las narices con los dedos! La reina de Inglaterra ve
las barbas del vecino y escarmienta: ¡viva la multiculturalidad!, a gritar se
apresta. Poco a poco, la virulencia del conflicto israelí-palestino va cediendo
parcelas, no tanto frente a otras emergencias, sino frente al hastío, que tan
sabiamente han de saber eludir los grandes creadores de realidad. Si algo cabe
reprocharles es que lo hagan con un castellano tan pobre e insulso como el
criticado por Grijelmo en su artículo-recensión sobre la nueva edición del
diccionario de la RALE. Si con lo del transistor para el fútbol casi volvíamos
a los años 50 -ahora se sabe ya que a Antena 3 la obliga la doctrina Cascos a
aumentar sus pérdidas-, con lo de Gibraltar, ¿no estamos aún más cerca? Ni con
verja ni sin verja parece que tengan los males remedio. Ni con plazo ni sin
plazo. Se ha piqueteado en la uva dorada de la esperanza que cuelga, a modo de
pórtico, ante los portones de la HISTORIA y de momento se ha pinchado por todo
lo alto en grano seco. Seguirán informando, claro. El cacique nacionalista
instalado en el cortijo “Generalidad” -lo que demuestra su excelente humor de
brocha gorda- se queja de haber sido perseguido ¡nada menos que durante 22
años! ¡Jesús, María y José! No, no, que quede claro que estos deben ser los
únicos, dadas sus amistades meapilíticas, que no le han perseguido, al
pobre. Con todo, y esto último le
dispara a Clonista en su imaginario cinematográfico la imagen de nuestro
patriótico rey Ubú fundida con la de un Henry Fonda acosado en la película de
Lang, la verdadera realidad, con tintes fabulísticos, a la par que fabulosos,
la que se come cualquier rival de cualquiera de las cien mil nacionalidades que
envenenan los pozos de la cordialidad en el mundo es la narración que explica
por qué el alimoche, o buitre moñiguero, se ve obligado, para seducir a su
futura pareja, a alimentarse de la mierda de vacas, cabras y ovejas, de donde
parece ser que extrae el pigmento que le tiñe el rostro de un amarillo
brillante. El riesgo de hocicar y desayunarse o postrear en las heces es no
sobrevivir, pero, de hacerlo y conseguir, además, el gualda que sea capaz de
seducir a la buitresa correspondiente, obtiene el premio genético de la
descendencia. Cada cual puede extraer las enseñanzas morales que considere
oportunas. Clonista no quiere ocultar que la segunda vuelta de la semifinal de
las semifinales, Madrid-Barça, es hoy el ochenta por ciento de la realidad. Y
lo peor es que, mañana, será el cien por cien, se ve venir, que dijo el
profeta. Clonista debería haber saludado al nuevo mes, haberle hecho algunos
honores, y más aún siendo festivo; pero las correcciones académicas, que le
roban el tiempo la vida y la paz de espíritu, se lo impiden: desde ellas todo
se contempla viejo, cansado, anodino, frustrante, miserable, y demás sones
alegres del rabel...
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