28-5-02
Hay días
combativos en los que la realidad se nos aparece como un campo de batalla en el
que, sobrados, someteríamos a cualquier enemigo que se nos presentase. Ese
dominio de lo que nos rodea suele desvanecerse a golpe de contratiempos, por
minúsculos que sean. Una huelga de autobuses, por ejemplo, que nos altere la
rutina. En la realidad prensada, por el contrario, jamás hay suceso ni noticia
que nos altere más allá de lo que estamos dispuestos a dejarnos alterar. Clonista
sabe que los lectores ejercen un control férreo sobre las noticias, como lo
ejercen sobre sus sentimientos cuando han de atender o desentenderse a y de los
mendigos que los acosan cada vez en mayor número, como si este tiempo económico
y político aznariego que camina hacia atrás quisiera dar un gran salto y volver
a aquella época del lumpen campante, a finales del XIX y principios del XX.
Bush, en foto de propaganda gentilmente ofrecida en espacio estelar por El
País, también hace un ejercicio de demagogia diacrónica para identificar
cantidades heterogéneas sin sonrojarse. Con mayor despliegue tipográfico, pero
sin foto, se anuncia campaña de buena voluntad de Zapatero contra -si es que
esta preposición no ha sido ya marginada de su lista- el despechado
“decretazo” aznarista. La realidad de Clonista
incluye un suceso de robo con fractura sin agravante de nocturnidad ni escalo en
una de las dos tiendas de la finca donde vive. La inseguridad, pues, no es
concepto sujeto a la propaganda política o a la polémica versallesca, sino
lacerante contigüidad. Como es lacerante burla la de que la mayor parte del
dinero dedicado a la reforma educativa se lo lleve la escuela privada. Lo que Clonista,
medianamente atento a los movimientos electorales, aún no detecta es que los
votantes se hayan dado cuenta cabal del modo como las decisiones del goppierno
sólo benefician a quienes más tienen, a quienes prácticamente lo tienen todo, en realidad. Noticia de noticias: el
auge de la extrema derecha en Francia lo promovió la acumulación de noticias relativas a la
inseguridad ciudadana. Construida la realidad, conseguido el efecto, cubierto
el objetivo: eliminar a Jospin. Más
discretamente, en apariencia, el goppierno prosigue su labor de zapa artera del
poder judicial para domesticarlo, a fuerza paradójica de cardenales. La rebelión de los menores
marroquíes acogidos en Melilla, con fractura de cráneo de uno de los cuidadores
incluida, pone delante de los ojos el signo oscuro de los tiempos por venir.
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