martes, 28 de julio de 2015


28-5-02

     Hay días combativos en los que la realidad se nos aparece como un campo de batalla en el que, sobrados, someteríamos a cualquier enemigo que se nos presentase. Ese dominio de lo que nos rodea suele desvanecerse a golpe de contratiempos, por minúsculos que sean. Una huelga de autobuses, por ejemplo, que nos altere la rutina. En la realidad prensada, por el contrario, jamás hay suceso ni noticia que nos altere más allá de lo que estamos dispuestos a dejarnos alterar. Clonista sabe que los lectores ejercen un control férreo sobre las noticias, como lo ejercen sobre sus sentimientos cuando han de atender o desentenderse a y de los mendigos que los acosan cada vez en mayor número, como si este tiempo económico y político aznariego que camina hacia atrás quisiera dar un gran salto y volver a aquella época del lumpen campante, a finales del XIX y principios del XX. Bush, en foto de propaganda gentilmente ofrecida en espacio estelar por El País, también hace un ejercicio de demagogia diacrónica para identificar cantidades heterogéneas sin sonrojarse. Con mayor despliegue tipográfico, pero sin foto, se anuncia campaña de buena voluntad de Zapatero contra -si es que esta preposición no ha sido ya marginada de su lista- el despechado “decretazo”  aznarista. La realidad de Clonista incluye un suceso de robo con fractura sin agravante de nocturnidad ni escalo en una de las dos tiendas de la finca donde vive. La inseguridad, pues, no es concepto sujeto a la propaganda política o a la polémica versallesca, sino lacerante contigüidad. Como es lacerante burla la de que la mayor parte del dinero dedicado a la reforma educativa se lo lleve la escuela privada. Lo que Clonista, medianamente atento a los movimientos electorales, aún no detecta es que los votantes se hayan dado cuenta cabal del modo como las decisiones del goppierno sólo benefician a quienes más tienen, a quienes prácticamente lo tienen  todo, en realidad. Noticia de noticias: el auge de la extrema derecha en Francia lo promovió  la acumulación de noticias relativas a la inseguridad ciudadana. Construida la realidad, conseguido el efecto, cubierto el objetivo: eliminar a Jospin.  Más discretamente, en apariencia, el goppierno prosigue su labor de zapa artera del poder judicial para domesticarlo, a fuerza paradójica de  cardenales. La rebelión de los menores marroquíes acogidos en Melilla, con fractura de cráneo de uno de los cuidadores incluida, pone delante de los ojos el signo oscuro de los tiempos por venir.

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