12-8-02
Ayer
acabaron los éxitos de los atletas españoles en casi todas las disciplinas. La
herencia de la olimpiada de Barcelona aún se ve, y éxitos como el presente es
posible que animen a más jóvenes a practicar una mística deportiva cuya vía
ascética no es apta sino para auténticos gladiadores del sufrimiento. Por lo
demás, la realidad prensada del día lleva un titular que tiene todos los visos
de una oferta de rendición incondicional propuesta por el goppierno al
gopnvierno vascongado, antes que una oferta de negociación global, que es lo que
dice el cuerpo de la letra, no su espíritu. Tras haber sido acusado de promover
los ataques con ántrax, el científico Steven J. Hatfill acusa al FBI de
convertirlo en chivo expiatorio de su propio fracaso investigador. El baile de
las pruebas no acaba de ser concluyente y nada puede ser descartado, pero los
amaños policiales, como se hizo en Génova, han dejado de pertenecer al selecto
núcleo de lo impensable en los usos sociales, para mal de todos, lógicamente.
Por fin una iniciativa ciudadana, encabezada por Ben Ami, tras su abandono de
la Kneset, parece querer buscar con confianza una paz que ha de nacer desde la
base si se quiere que sus raíces impidan en el futuro enfrentamientos como los
actuales. Clonista quiere creer que el redactor de la agencia Reuter le ha dado
un brochazo novelístico al suicidio de una mujer tailandesa cuando incluye la
opinión de un guía turístico, testigo del suceso, quien afirmó que, al lanzarse
a un estanque lleno de cocodrilos para suicidarse y, al ser apresada por el primero
que descubrió la presa, la mujer pareció que se abrazaba al saurio. Apenas
establecido ese primer contacto romántico, unos 100 cocodrilos contribuyeron al
festín ante los ojos horrorizados de los turistas que aguardaban el momento de
alimentarlos con sus bolsas de pollo. Lo sorprendente es que hace diez años se
produjo un suicidio idéntico en el mismo sitio. De alcalde virtual puede
tildarse al de Marbella, o de fiel correveidile de quien, habiendo sido
suspendido en el cargo por sentencia judicial firme, aún sigue mandando,
extramuros la voluntad popular, ¡o quizás coincidiendo con ella!, que es lo
peor, obviamente. ¿No sería preceptivo, en esos casos, celebrar nuevas
elecciones? La realidad burlada lo es
siempre por otra más real aún, en una espiral de emulaciones y simulacros que
se acaba convirtiendo en una grotesca pirotecnia de absurdos políticos y
legales. Las torres de refrigeración se levantan, durante los veranos, aunque
también en los inviernos, como presencias amenazadoras que arrojan, desde sus
alturas inclementes, la legión de la muerte neumónica. Combatir el calor y el
frío extremos tiene esos inesperados ataques por el flanco que dejan tieso a
más de uno. La realidad prensada vive de anécdotas tan curiosas como la trágica
del suicidio cocodrilófilo, si bien las hay de naturaleza artística o
científica, como la del resultado de una década de excavaciones arqueológicas
en Murcia para desentrañar la falsa leyenda del Neanderthal; o la espectacular
lluvia de estrellas conocida como las “lágrimas de San Lorenzo.” Carmen Reina,
que fuera mujer de Alfonso Guerra, y es librera, desgrana en la Revista de
Agosto las quejas tradicionales del gremio y constata su pertenencia a una
secta cada día que pasa más minoritaria, la de los lectores, la de los amantes
de la visita a las librerías y la compra en ellas, incluida, que cabe, la
conversación con los lectolegas para quienes aún el baile de las novedades y
las visitas al fondo constituyen parte fundamental de sus vidas. Probablemente
no serán esos jóvenes sometidos –o esclavizados– a la precariedad laboral, al
abuso de los contratos basura temporales, quienes refuercen la secta, aunque
algunos habrá, sin duda, porque a la magia de la letra impresa que levanta la
verdadera realidad, la de la ficción, siempre habrá quienes no puedan
resistirse. Leer es reiterar el goce de pecar. Y pecar es reiterar el goce de
vivir.
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