25-8-02
Inexplicablemente,
Clonista hace coincidir su investigación con el día investigado, si bien
sospecha que su felicidad escrutadora no durará mucho, puesto que de aquí a una
hora, el hijo de Clonista verá Gostford Park, de Robert Altman, lo más
parecido, para él, con sus once años, al Cluedo. Y no irá solo, evidentemente.
Es una de las recompensas estivales: la frecuentación asidua de los cines de
verano, lo que forma parte entrañable de la niñez de Clonista en esta misma
zona murciana. Hoy, domingo, como es habitual, la realidad prensada se aleja un
poco del estrépito y el estropicio cotidiano y se acerca a realidades
contempladas desde la serenidad de la perspectiva que confiere el paso del
tiempo, hacia delante o hacia atrás, que en la realidad prensada tanto monta el
pasado como el futuro. El presente siempre cae acribillado en otros medios de
comunicación. En medio de la gran barahúnda formada alrededor de la
ilegalización de B, hace estremecer el medio como los miembros de la SA –casi
casi Sanguinarios Anónimos también- han hecho llegar a una concejala socialista
su amenaza de muerte: deslizando en la ropa del niño una nota que rezaba –que
no otra cosa hace una nota cuando ha sido escrita por inquisidores que
persiguen la limpieza de sangre-: “Estás sola, sabemos que estás sola y te
vamos a dar caña. Pim, pam, pum. Los presos de Euskal Herría.” No es difícil
advertir en los escritos de los grupúsculos fascistas la delicadeza estilística
de los matones a sueldo, auténticos saldos del pensamiento humano. La
concejala, no obstante, está atemorizada porque la persona que deslizó la nota
forzosamente ha de ser alguien del entorno más cercano, alguien que haya podido
acercarse al niño sin levantar ninguna sospecha, teniendo en cuenta que no es
la primera vez que sufre amenazas, lo que vuelve el aire de la realidad
irrespirable: se comparte con quienes están dispuestos a llevársela por
delante, ¡quién sabe si incluso con su hijo! La fugacidad de tantísimas
noticias cuya vida real no excede de lo que tarde cualquier lector en descifrar
los párrafos que les han sido graciosamente concedidos se compensa, a
veces, cuando, pasados unos meses,
vuelve a aparecer bien su continuación, bien alguna matización, bien, incluso,
un desmentido de las mismas. Nada más leer el titular, ¿Un síndrome de Afganistán?, Clonista ha intuido que se hallaba
ante la diferidísima continuación de una noticia que ha tenido la suerte de
recobrar su porción de realidad. Y así se lo ha confirmado el subtítulo inmediatamente:
El ejército de EE UU investiga asesinatos y suicidios de militares relacionados
con un tratamiento contra la malaria. Parece haber, pues, una explicación
científica –y no la cultural que con jocosa malicia avanzó Clonista- para los
asesinatos de las mujeres de los combatientes que regresaban de aquel mundo
islamizado. La delincuencia organizada tiene a veces una faceta guetista más
que curiosa: tres bosnios han sido detenidos por secuestrar a una niña de 13
años y exigir un rescate de 15.000 euros. Como si delinquir contra compatriotas
exiliados cayera fuera de la jurisdicción penal española o a la policía le
importara un carajo y se inhibiera del asunto. Entre los reportajes dominicales
inevitables aparecen dos realidades heterogéneas que llaman la atención de Clonista:
Los niños desaparecidos y la esquilmación japonesa del atún mediterráneo. Una
de las desapariciones, además, recuerda haber oído que formaba parte estelar de
un programa dedicado a fenómenos paranormales en la SER. No precisamente
reportaje, aunque también, es la ampliación de la noticia sobre la muerte de
Abu Nidal. Calificada de oscura en el titular, en el cuerpo de la crónica se
insinúa el doble o triple juego mercenario en que cayó Nidal desde el
escepticismo y la impotencia propia de quienes se inician en el terrorismo por
la vía idealista. En cualquier caso, el retrato que se traza de él tiene los
rasgos inquietantes y espeluznantes del más decantado atavismo, compartido
íntegramente por sus lejanos compañeros vascongados de tribu.
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