lunes, 9 de noviembre de 2015

6-9-02

     Se le ha ocurrido a Clonista que una clónica supone un cierto tipo de relación  sexual con la realidad. Y ello viene a cuento de la poca excitación que experimenta, tan a menudo, cuando se pavonea ante él la realidad prensada, dispuesta a seducirlo. Del idilio inicial que supuso el alumbramiento de la idea ha pasado Clonista a una suerte de tediosa monotonía que, como es bien sabido, tiene unos efectos devastadores sobre la libido. Ni siquiera lo esperado-temido-anunciado-y-perversamente-deseado, la reaparición destructora de Al Qaeda, que ha matado indiscriminadamente en un bazar y lo ha intentado selectivamente contra el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, anima la desengañada desgana pesquisidora de Clonista. La realidad tiene tanto de amante aburrida y multiocupada que se le hace muy cuesta arriba a Clonista sentir el gozo esperanzado del encuentro que no acaba de producirse nunca. Solana y Palacio sueltan cuerda para darle una oportunidad a la diplomacia mientras Blair le saca brillo a los cañones y Schröder se inhibe despechado. ¿Qué estímulos puede tener Clonista cuando lee que el Papa presiona para que la futura constitución europea mencione el papel del cristianismo? ¿Y qué papel?  ¿El de la Inquisición? ¡Ah, el reparto de papeles! Por ahí se abren las crisis de todas las compañías estables, ciertamente. Algo más estimulante es el relato de los dos juicios que se celebran en Pensacola (Florida) por un mismo asesinato. Dos hijos han sido acusados de matar a golpes a su padre. Se retractaron y acusaron a un fontanero que era amante del más pequeño de ellos, de 13 años. Ahora han de decidir quién o quiénes cometieron el asesinato. El mayor de los hermanos fue descrito por el defensor del fontanero como “un psicópata funcionalmente huérfano con un largo historial de piromanía y conducta antisocial.” Una historia, pues, típicamente usamericana que podría tener su traslado cinematográfico en el cine independiente, por supuesto. El goppierno sigue su campaña para endurecer las medidas contra la emigración irregular. Ahora les toca el turno a los delincuentes sin papeles que sean condenados a penas menores de 5 años, los cuales serán expulsados sin mayores miramientos, y sin acabar sus condenas, por supuesto. La vía penal de residencia, pues, queda bloqueada. Clonista observa una proliferación de disposiciones legales y una perversa predisposición al incumplimiento permanente de todas ellas. Por otro lado, ¿qué libido realista pueden excitar las futuras candidaturas de Aguirre y de Matas? Y de la bodísima, que tenía más de esponsales  monásticos que de otra cosa, a juzgar por la beatitud de los contrayentes, ¿para qué hablar? El País, con todo, es capaz de sorprender a sus seguidores y a sus detractores. Resulta inexplicable el despliegue fotholagráfico y la generosidad espacial, por más que se le haya dejado a Karmentxu Marín una oportunidad marujatorresiana que ha desaprovechado lamentablemente. De hecho, ni siquiera ha caído en el chistezón fácil de que, en la intimidad, aparte de hablarse en catalán, que es la segunda lengua de la familia Aznar-Botella, Ana le llamará Aleg.  No ha sucedido lo mismo –y discúlpesele a Clonista la comparación implícita y absurda- con el comenrototario a la bodísima: “Esas bodas donde realmente quedan bien es en el Valle de los Caídos.” ¿Por qué será que todos ponemos el dedo en la misma llaga caudillista? Por algo será, sin duda, e incluso sin ningún género de duda. Más del lado del tedio de la monotonía cae la ppugna  parlamentaria por no ceder ante la opsoesición y pretender que ésta retire su proyecto de ley sobre los malos tratos a las mujeres, máxime cuando las propuestas del goppierno van a ser un calco de las ya presentadas por el PSOE. En el generoso espacio de propaganda de los espectáculos, más próximos al entretenimiento que al arte, se anuncia la obra “Confesiones del pene”, con que se reinaugurará por enésima vez el teatro Goya, de larga y dispersa andadura teatral. Si hubo una “Garganta Profunda”, ¿por qué no va a haber un Flautín Abismal? ¡Con qué rapidez la transgresión se convierte en ñoñería conventual! Cuando se domina el arte lírico del elogio cinematográfico como lo hace el popecrítico y puntihuerolloso A.F.-S., a Clonista se le levanta la sospecha que es un contento, de lo cual no se queja, porque actúa casi de forma compensatoria. Más propio de lo real, prensado o no, es el artificio contable del goppierno para convencer al incrédulo paisanaje de que donde dijo subida dice bajada y que menudo favor tarifario telefónico que se le hace al país. Y todos tan contentos. Lo que Clonista no se explica es cómo cayendo tanto del lado de la ficción contable lo económico resulte un material narrativo tan árido y poco atractivo. Demasiada realidad, seguramente. Mínima libido, indudablemente.

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