6-9-02
Se le ha
ocurrido a Clonista que una clónica supone un cierto tipo de relación sexual con la realidad. Y ello viene a cuento
de la poca excitación que experimenta, tan a menudo, cuando se pavonea ante él
la realidad prensada, dispuesta a seducirlo. Del idilio inicial que supuso el
alumbramiento de la idea ha pasado Clonista a una suerte de tediosa monotonía
que, como es bien sabido, tiene unos efectos devastadores sobre la libido. Ni
siquiera lo esperado-temido-anunciado-y-perversamente-deseado, la reaparición
destructora de Al Qaeda, que ha matado indiscriminadamente en un bazar y lo ha
intentado selectivamente contra el presidente de Afganistán, Hamid Karzai,
anima la desengañada desgana pesquisidora de Clonista. La realidad tiene tanto
de amante aburrida y multiocupada que se le hace muy cuesta arriba a Clonista
sentir el gozo esperanzado del encuentro que no acaba de producirse nunca.
Solana y Palacio sueltan cuerda para darle una oportunidad a la diplomacia
mientras Blair le saca brillo a los cañones y Schröder se inhibe despechado.
¿Qué estímulos puede tener Clonista cuando lee que el Papa presiona para que la
futura constitución europea mencione el papel del cristianismo? ¿Y qué
papel? ¿El de la Inquisición? ¡Ah, el
reparto de papeles! Por ahí se abren las crisis de todas las compañías
estables, ciertamente. Algo más estimulante es el relato de los dos juicios que
se celebran en Pensacola (Florida) por un mismo asesinato. Dos hijos han sido
acusados de matar a golpes a su padre. Se retractaron y acusaron a un fontanero
que era amante del más pequeño de ellos, de 13 años. Ahora han de decidir quién
o quiénes cometieron el asesinato. El mayor de los hermanos fue descrito por el
defensor del fontanero como “un psicópata funcionalmente huérfano con un largo
historial de piromanía y conducta antisocial.” Una historia, pues, típicamente
usamericana que podría tener su traslado cinematográfico en el cine
independiente, por supuesto. El goppierno sigue su campaña para endurecer las
medidas contra la emigración irregular. Ahora les toca el turno a los
delincuentes sin papeles que sean condenados a penas menores de 5 años, los
cuales serán expulsados sin mayores miramientos, y sin acabar sus condenas, por
supuesto. La vía penal de residencia, pues, queda bloqueada. Clonista observa
una proliferación de disposiciones legales y una perversa predisposición al
incumplimiento permanente de todas ellas. Por otro lado, ¿qué libido realista
pueden excitar las futuras candidaturas de Aguirre y de Matas? Y de la
bodísima, que tenía más de esponsales
monásticos que de otra cosa, a juzgar por la beatitud de los
contrayentes, ¿para qué hablar? El País,
con todo, es capaz de sorprender a sus seguidores y a sus detractores. Resulta
inexplicable el despliegue fotholagráfico y la generosidad espacial, por más
que se le haya dejado a Karmentxu Marín una oportunidad marujatorresiana que ha
desaprovechado lamentablemente. De hecho, ni siquiera ha caído en el chistezón
fácil de que, en la intimidad, aparte de hablarse en catalán, que es la segunda
lengua de la familia Aznar-Botella, Ana le llamará Aleg. No ha sucedido lo mismo –y discúlpesele a Clonista
la comparación implícita y absurda- con el comenrototario a la bodísima: “Esas
bodas donde realmente quedan bien es en el Valle de los Caídos.” ¿Por qué será
que todos ponemos el dedo en la misma llaga caudillista? Por algo será, sin
duda, e incluso sin ningún género de duda. Más del lado del tedio de la
monotonía cae la ppugna parlamentaria
por no ceder ante la opsoesición y pretender que ésta retire su proyecto de ley
sobre los malos tratos a las mujeres, máxime cuando las propuestas del
goppierno van a ser un calco de las ya presentadas por el PSOE. En el generoso
espacio de propaganda de los espectáculos, más próximos al entretenimiento que
al arte, se anuncia la obra “Confesiones del pene”, con que se reinaugurará por
enésima vez el teatro Goya, de larga y dispersa andadura teatral. Si hubo una
“Garganta Profunda”, ¿por qué no va a haber un Flautín Abismal? ¡Con qué
rapidez la transgresión se convierte en ñoñería conventual! Cuando se domina el
arte lírico del elogio cinematográfico como lo hace el popecrítico y
puntihuerolloso A.F.-S., a Clonista se le levanta la sospecha que es un
contento, de lo cual no se queja, porque actúa casi de forma compensatoria. Más
propio de lo real, prensado o no, es el artificio contable del goppierno para
convencer al incrédulo paisanaje de que donde dijo subida dice bajada y que
menudo favor tarifario telefónico que se le hace al país. Y todos tan
contentos. Lo que Clonista no se explica es cómo cayendo tanto del lado de la
ficción contable lo económico resulte un material narrativo tan árido y poco
atractivo. Demasiada realidad, seguramente. Mínima libido, indudablemente.
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