25-10-02
Un día
como hoy es y no es como cualquier otro día. Y a través de la realidad prensada
se advierte con nitidez cuánto cae del lado del lector para que así sea y
cuánto del empeño de los prensadores para que no. El tirón uniformador de la
realidad prensada es enorme, so capa de su diversidad, so capa de que en ella
cabe todo. La trampa de la pluralidad de contenidos es el alibi de la estrechez
de su esquematización de la realidad, de su jerarquización. Cierto que nada
como un buen hábito para atrapar a un delincuente o para someter a un díscolo,
pero también para crear la ficción de identidad y, por esta vía, la de libertad
y, finalmente, la de que todo ello es real, ¡empíricamente! Y así vamos
tirando. Ya ha habido una asesinada en el teatro de Moscú y la amenaza de un
sanguinario final pirotécnico se afianza. Putin, a quien cogieron con un pie en
la escalerilla del avión para irse al extranjero, donde tan bien le acogen, ha
sentenciado que la operación “se preparó en el extranjero.” Y punto en boca.
¿Se deberá a la influencia de su sintonía con radiocaudillo –emitiendo desde la
España libre para toda la Europa que no va bien- ese ramalazo franquista que le
ha asomado a Putin y en cuya formulación sólo echa Clonista de menos aquella
muletilla de la “conjura judeomasónica”, hoy islámica, sin duda? El asalto
criminal tiene, como se decía antes, muchas lecturas, pues no hay gestos
inocentes ni insignificantes cuando de una masacre se trata. El hecho de que sea un teatro el edificio
público que se ha asaltado indica bien a las claras el nexo talibán de la
acción; pero la declaración de una viuda guerrillera, aspirante al santoral de
mártires islámicos, añade una dosis de realismo integrista que equiparará, de
producirse, esta matanza a la del 11-S: “Hemos elegido morir en Moscú y
mataremos a centenares”, reza el titular de la columna exenta, si bien suprime
-¿por qué?, ¿a qué prensador jefe le pareció que incluirlo era atizar el fuego
del antiislamismo o algo por el estilo?- “de infieles”, que tan significativo
se revela. Del otro lado de la irracionalidad, la Duma pidió a los
secuestradores la liberación “de las personas inocentes, ante todo, de los
niños y mujeres”. A Clonista, siempre con tan pocas luces –y hoy que escribe
antes de que amanezca, menos- le parece que de una petición así solo cabe
deducir que allí dentro hay culpables y que los hombres son, por serlo, más culpables
que las mujeres y los niños. Que se sientan culpables, como sexo, por la mala
vida que han dado a unas y otros a lo largo de la Historia bien está, desde
luego, pero Clonista duda de que sea el momento idóneo para mezclar temas tan distintos en un
momento tan delicado. Más islam tangencial, el de uno de los dos
francotiradores de Washington, ex combatiente de la Guerra del Golfo, el otro,
su hijo adoptivo, o disparaba o jaleaba o conducía, aún se sabe poco. Sin la
cooperación ciudadana, poco hubiera podido hacer la despistada mejor policía
del mundo, incluido el FBI, tan fílmico como inoperante. Una carta al Director
le pone a Clonista ante la evidencia de su mal ojo para captar realidades, y le
hace sentirse culpable de no haber clonicado otro vínculo más con esa “ola de
islamismo y antiislamismso que nos invade”: se queja Xènia Elías de que El País ha dado una información
incompleta –que es el término cortés para falsa- el 23 del presente mes:
“Contrariamente a lo que aparece en un artículo el miércoles 23 de octubre en
su periódico, en el transcurso de los actos a los que asista el presidente de
Irán, Mohamed Jatamí, las mujeres sí deberán ir con su cabeza cubierta y, tal y
como bien decía el artículo, dichas mujeres no podrán dar la mano al invitado.”
Como, más adelante, Antonio Elorza le dedica una columna al asunto, la
culpabilidad de Clonista ha llegado a extremos tan insoportables que, ni corto
ni perezoso, se ha ido al diario del día 23 para comprobar cómo había sido
posible que se le hubiera pasado por alto un nuevo servilismo más del ahora
goppusierno de España, tan reverente y considerado con las exigencias
religiosas vengan de donde vengan, y arrasen con lo que arrasen. Una juez de
vigilancia penitenciaria ha puesto en libertad a un preso de ETA que dice
haberse arrepentido en cosa de dos meses, respecto de su anterior actitud, y
cuya condena, por esos absurdos judiciales tan difíciles de explicar, ascendía
a centenares de años. Como, al parecer, ya ha excarcelado a otros, el revuelo
político ha sido considerable. ¿Compra esa juez su seguridad? ¿Se atiene
estrictamente a la ley? Parece lo último y será lo que sea, que está por ver,
que no por ser. La noticia de los posibles contratos millonarios con Irán
supone Clonista que serán la ratio última que aclare la escasa repercusión del
servilismo del goppusierno. La ciencia ha conseguido alargar la vida de un
gusano sin que mermen su vigor ni su capacidad de reproducción. La
extrapolación sensacionalista habla ya del futuro humano como de un futuro
lleno de sesquicentenarios. Ahora bien, ¿para qué coño se estará a los 150
años, después de haber visto lo que, para entonces, se habrá visto? A este
ritmo es probable que pase como con los móviles, que se expanden en proporción
directa a la escasa importancia de las comunicaciones hechas a través de ellos:
cuerpo sesquicentenario, mente protozoaria. Al tupido Luis/Lluís Izquierdo, lo
han anonimado al dar cuenta de que "un informe señala que Cela no plagió
'La Cruz deSan Andrés'". Y la entidad de la tortura, comparar hoja a hoja
las dos obras sometidas a juicio, bien merecía la autoría, ¿o no? Mcat
(Mobilització Catalanista), un invento parecido al de Ciutadans pel Canvi, de
Maragall, se presenta en sociedad animada, sobre todo, por su ardor patriótico,
que está "por encima de las ideologías": "patria, patria,
patria", y acabóse la historia. O bienvenidos al ruedo ibérico.
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