sábado, 2 de enero de 2016

29-10-02

     Vista a través de la realidad prensada, la realidad plural no parece estar sujeta a las variaciones del estado de ánimo que, sin embargo, sí que  padecen los mortales, y algunos hasta en exceso. Y eso resulta, a la larga, insultante. Con el día mustio e hipotensionado que sufre Clonista, augurio quizá de un cambio de tiempo inminente, o acaso una simple reacción  hiperalérgica al desbarajuste del cambio de hora, acercarse a la realidad con cierto espíritu crítico se le antoja una heroicidad. La mustiedumbre que lo acogota, como una fiebre altísima, le fuerza a contemplar la consolidada  imperturbabilidad de lo real como un carnaval paradójico. Los tropiezos protocolarios con Jatamí, por ejemplo, parecen sacados de algún guion pasablemente cómico. El secretismo soviético sobre la composición del gas letal empleado en el asalto al teatro confirma que los rehenes muertos han acabado siendo conejillos de la guerra química, al tiempo que infortunadas víctimas del trágico azar terrorista con el que, supuestamente, se ha de convivir en las sociedades desarrolladas. Ayer comparaba Clonista la victoria de Lula con la de Felipe González. Hoy, el propio Felipe González acepta la comparación y saluda al compañero Lula. Los plácemes han sido generales, más aún si se tienen en cuenta los primeros pronunciamientos conciliadores, nada revanchistas, pero inequívocamente progresistas. ¿La excepción? La Bolsa, que lo ha recibido a cara de perro, con la consiguiente bajada de rigor. Mafiosconi, que comparte risas fotográficas con Gaddafi, no ha dudado en dar el salto desde su posición a la del ciudadano anónimo que no es para ponerles pleitos a todos aquellos que han buceado, librescamente, a la busca y captura de los orígenes de su fortuna. ¡Nada menos que 50 millones de euros pide el indigente protoempresario para desmancillar su honor! Y lo hace a través de un pleito civil, no penal. La sutil diferencia es que, en el segundo, el fiscal podría investigar la credibilidad de los datos publicados y cabría recurso, mientras que en el primero todo se reduce a la petición de un resarcimiento económico. La campaña socialista contra la privatización de pphecho de RTVE acabará convirtiéndose en uno de los mejores exponentes de la apropiación indebida del Estado que ha llevado a cabo el goppierno y su partido desde que están en el poder. Algo tendrá que ver en la atonía de Clonista la jornada de huelga contra la mal llamada Ley de Calidad, que, frente al sentir de otros compañeros que han decidido no hacerla en su propio centro de trabajo, ha observado escrupulosamente. Después de leer los elogios del cardenal Rouco a la Ley, Clonista sabe que no se ha equivocado. Lo que ignoraba es que trabajara rodeado de tantos rouquistas meapilas. Peores cosas debe de haber, sin duda. El problema de la pornografía en internet es tema recurrente, pero hasta ahora no se había dicho que todas esas páginas, sobre todo las que exhiben pornografía con menores, ha de alojarlas algún portal. Terra ha decidido suprimir las páginas personales “para combatir la pederastia.” Ahora hace falta que se animen otros portales a hacer lo mismo. Las contradicciones son siempre necesarias: indican, cuando responden al movimiento dialéctico que nos informa como seres racionales, los niveles de vitalidad de una persona. Ahora bien, las hay tan insoportables que acaban teniendo una virtud casi definidora. El gociuerno y el PP se han aliado para evitar que el hijo de Pujol, alto cargo de la Administraciuón, acuda a declarar al Parlament. La cuestión es sencilla: ¿no es el Parlament la sede de la representación popular, la genuina casa del pueblo? ¿Cómo es posible que desde esas instancias políticas se tenga, de pronto, una alergia parlamentaria tan acusada? Debe de ser que la concepción políticamente incorrecta, pero válida, del Parlament es que se trata del lugar donde se impone, no donde se dialoga. Una carta de Rosalía Medina alusiva a la imposibilidad de encontrar una escuela donde su hija aprenda en la lengua de sus padres parece sacada de un museo, a juzgar por la ingenuidad con que expresa una realidad que ya fue debatida y laminada en su momento, con el oportuno respaldo silencioso de tantísimos padres y madres cuyo miedo al fracaso social de la prole era mayor que su conciencia de los vínculos emocionales que se vehiculan a través de la lengua materna. La solución, con todo, es Aula, escuela europea, privada y la única respetuosa con lo que fue derecho universal –aprender en la lengua materna: una consigna irrenunciable de cualquier programa catalanista, como era y es lógico- hasta que en Cataluña se decidió que lo universal había de reducirse, por decisión política, no pedagógica, a una de las lenguas del territorio y sanseacabó la discusión, y donde dije digo digo inmersión y tente tieso. El candidato Mas estudió en aquélla, por cierto. Y allí aprendió a fondo ambos idiomas, más otros dos. ¿Se reconocerá algún día lo mucho que hizo aquella decisión cerril de carril único para afianzar el catallano –una variante dialectal y diastrática parecida al spanglish usamericano- tan desenvolupado entre una amplia capa de población a la que, a la postre, se la ha privado de ambos idiomas?  El olvido había caído sobre André de Toth, de esotérico nombre egipcio, aunque húngaro de nacimiento. Su muerte real, no la del olvido, se produjo ayer, ¡a los 102 años! El clonista reivindica la memoria de Los crímenes del museo de cera, con Vincent Price, un clásico de su corazón tenebrista y amante del horror. Nada que ver, sin embargo, con un autor como Cronenberg, cuyo Spider es una joya también del cine de horror, pero en versión trastorno mental.

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