lunes, 4 de enero de 2016

31-10-02

     Día de despedida, y de bienvenida. Quizá en plural. (Cominería: quizás no es el plural de quizá, curiosamente) Clonista arranca la singladura correspondiente al día de hoy con la desolación de una comparación malsana. Después de haber contemplado al protagonista esquizofrénico de Spider levantar acta compulsivamente de la historia de su vida, mediante unos signos casi rúnicos y, en cualquier caso, ilegibles y desprovistos de todo significado, y guardar esas libretillas cutres debajo de las alfombras, como el mayor tesoro del mundo, ¿pues qué va a decir Clonista de su actividad que no sean auténticos paños calientes...? Hecha la abstracción pertinente, y no sin titánico esfuerzo, Clonista ha sido capaz de seguir el  discurso vacío y tramposo de Jatamí, sólo comparable al de los propios obispos de este país tan clericalizado por el goppusierno del caudillito. Que haga una distinción entre “el islam de los talibanes y el islam de Irán que acepta la democracia” podría dar a entender que películas como El círculo son una reliquia del pasado. Ahora bien, en cuanto a la democracia se le comienzan a poner condiciones religiosas y culturales está claro que el concepto se vuelve inservible, u orgánico, que fue la variante dictatorial española de la democracia. Que cante las excelencias de su teocracia y que se deje de monsergas. ¿A quién pretende convencer de lo contrario de lo que, para muchos, son conquistas irrenunciables de la evolución no ya de la civilización occidental, sino incluso de la propia especie humana? Que les ponga a los derechos humanos limitaciones culturales y religiosas es una prueba más de la cerrazón reaccionaria que oscurece sus concepciones políticas. Con sus luces y sus sombras, nadie a quien se le explicaran las libertades de que gozaría en una democracia occidental las cambiaría por ningún otro sistema. Que toda la historia de la humanidad se haya reducido a los esfuerzos por liberarse de los dioses que esa humanidad ha creado para consolarse de la soledad cósmica, reflejo de la soledad interior radical que conforma al ser humano, dice bien poco de la misma. El tan manido progreso moral cero es una de esas realidades que desalienta al más panglossiano de los mortales. Los insultos y las indignaciones franco-británicos de ayer no han sido sino escaramuzas de una guerra por el poder en el seno de la UE. El caudillito, por cierto, se ha alineado en un eje que, de repente, resucitado el franco-alemán, se ha revelado poco menos que apto únicamente para organizar cumbres irrelevantes, casi de compromiso, donde no se decidan asuntos trascendentales para el continente. Juan Goytisolo rompe su silencio para desvelar lo obvio: “todo se reduce a una lucha entre malvados y buenos, entre demócratas y asesinos fanáticos. Es el lenguaje primario que escuchamos primero en la guerra de Argelia y luego en la de Vietnam.” Lo que no incluye en su artículo es la sanchorofiana explicación de las ¿autoridades? rusas acerca de las muertes de los rehenes, provocadas por el gas letal que les suministraron en generosas dosis experimentales: murieron porque no estaban en buenas condiciones físicas. ¡A quién se le ocurre ir a ver un musical en un teatro, en estos tiempos revueltos que nos ha tocado vivir, sin asegurarse de estar en perfecta condición atlética! ¡Los hay suicidas! Y va de explicaciones hispano-soviéticas, porque abrir la plica que esconde la realidad es, a la postre, la chapata nuestra de cada día. Abonado a la teoría casquivana, el caudillito papagayea, en eco de Cascos, que suben los precios de las viviendas porque “hay quien las compra.” Siendo meticuloso, se le reprocharía al sidente –cuya mediocridad no da ni para el pre- el singular por el plural, “quienes las compran”, pero igual es que dispone de información privilegiada y tiene constancia de que existe ese uno inversoinmobiliario a quien se refirió. La realidad prensada parece reconciliarse consigo misma cuando la difusión de una noticia, por lo general una injusticia, genera otra noticia en la que se da cuenta de la subsanación de la misma. La mujer que sufría la presencia del marido, recién excarcelado, en el piso superior, ha sido aliviada tras haber ordenado el juez el alejamiento inmediato del agresor. Los agresores infantiles y juveniles dependientes de la administración educativa francesa serán segregados. ¡Manos a la cabeza!, exige la corrección política. La cicatería presupuestaria francesa va en contra de los males que pretenden combatir, pues han suprimido 20.000 puestos de trabajo de vigilantes y profesores complementarios. Con todo, el diagnóstico, del ministro delegado para la Enseñanza Escolar no es un desatino: “Es más que probable que hayamos confiado demasiado y demasiado pronto en la responsabilidad espontánea de los jóvenes, cuando lo que realmente necesitan es aprender y aprender normas.” Hoy decía el clonista que es día de despedida y de bienvenida. Ayer murió Juan Antonio Bardem, dos de cuyas películas, Muerte de un ciclista y Calle Mayor, pertenecen a la historia de la cultura de este país. Su compromiso político le apartó de una vida creativa ordinaria, pues se le cerraron muchas puertas. La necesidad, por otro lado, le debió de empujar a rodar películas que deberían haber pertenecido a cualquier meritorio. Desaparecido él, reaparecido su arte imperecedero. Un análisis de Vicenç Navarro sobre la educación en Cataluña le permite a Clonista ver expuesta por primera vez una idea que él expuso hace meses en esta clónica: “bajo la categoría mal llamada de conciertos, y que en realidad son subsidios públicos (los más altos en España) al sector privado.” Clonista añadía, cree recordar, que ignoraba cómo la UE, sección de la competencia desleal, aún no había decretado la apertura de una investigación para determinar la legalidad de tales ayudas. Cuando creía, como en tantas otras cosas, que meaba fuera de tiesto, se ha encontrado con una flor que crece en otras macetas del pensamiento. Un ex alcalde –cuya filiación política no le ha parecido relevante al taumaturgo de la noticia- y un empresario han sido acusados de esclavismo. Son la cuota mínima imprescindible, como las antiguas redadas en el barrio chino de Barcelona, supuestamente ejemplarizantes: paripés de la autoridad. Jordi Llovet, el estilita ilustrado, glosa la publicación de un nuevo volumen de la Institució Oratòria de Quintiliano. Clonista, que a veces se siente tan solo en su clónica como Llovet bien acompañado en su clásica columna, se queda con la templada verdad con que cierra su elogio camboniano: la paraula ben forjada és la primera pedra per a l’edificació d’un país civilitzat…, y de una persona, obviamente. Recordar, acto seguido, la imposible elocuencia de los procelosos, más que próceres, políticos actuales vale tanto como el mejor de los análisis sociológicos. Con el aturdimiento que provoca el aluvión de ofertas culturales que requieren al lector para que ceda su tiempo, esto es, su vida y su dinero a un ritmo que lo acabaría alienando, se retira Clonista a otras actividades edificantes, esto es, a su obra narrativa en curso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario