23-4-02
La previsibilidad de lo real es uno de
los factores que más disuaden de concederle la supuesta importancia que debería
tener en la vida de cada individuo. Dicho de otro modo, la seguridad provinente
de lo dado por supuesto nos permite hacer como que no existe esa realidad en la
que nos movemos como si en modo alguno tanto suceso externo tuviera algo que
ver con nuestras vidas individuales. Ni siquiera llegamos a estar escindidos
entre la chata y alicorta vida individual y el movimiento trascendente de la
vida colectiva del planeta. De espaldas al 90% de la realidad que no nos
concierne, los individuos tendemos a desarrollar una conciencia de espectador que
las sociedades occidentales se complacen en incentivar y premiar. He ahí un
bonito tema de reflexión para iniciar el rosario de artículos que pretenderán
explicar, con pelos y señales, el “fracaso” francés y el más que posible
fracaso europeo que se extrapola con cierta frivolidad. Lo más inquietante del
tristísimo sainete -tragedia en cierne- es la seguridad con que Le Pen se ha
apropiado de la representatividad de “los de abajo” y la exhibe contra los
tecnócratas que los explotan. Claro que también ha dicho que él es izquierdista
en lo social, derechista en lo económico y nacionalista de Francia... En fin,
la distancia del poder es la propia distancia de lo real, y cuando el fracaso
vital se proyecta en el telón de fondo de la realidad toda, la tendencia a
votar en función de la demagogia se acentúa entre quienes no tienen base
intelectual suficiente para detectarla o hurtarse a su influjo castrador. Con
todo, la realidad de hoy, día de Sant Jordi, tiene nombre de máxima rivalidad
futbolística: Barça-Madrid. Además, se celebra el día del libro, es decir, hoy
es el día en que compran su libro quienes no compran más que uno al año, y
acaso ni siquiera lo leen. En el ámbito de la patria chica -països catalans para el nacionalismo-,
la festividad continúa manteniendo la tradición machista de la rosa para las
mujeres y el libro para los hombres, bien que atenuada. Ajeno, pues, a la
tradición, el día queda casi ahogado por la preponderancia de una jornada
futbolística que ha dejado Barcelona vacía a partir de las ocho de la tarde.
Poca gente, pues, habrá leído -¿o sí?- la propaganda ciuísta de la encuesta
electoral pagada por la federación y en la que le dan vencedora sobre el PSC
por un puntito, para que pueda pasar por verosímil. ¡Ah, la verosimilitud de lo
real! Mañana, mañana. El dibujo de opinión de Máximo, elocuente: Cervantes,
sentado en su biblioteca, delante de un televisor encendido que atrae su
atención. Le rodean paredes llenas de estantes llenos de libros llenos de todo
lo imaginable y lo inimaginable. ¿Qué ve Cervantes? El Madrid-Barça, sin duda.
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